La Fortuna, una bodega vacía que tuvo su época de gloria, como tantas otras en Cuba
Los vecinos de Holguín, preocupados porque la cuota de arroz de diciembre no ha llegado aún
Holguín/A La Fortuna no le queda nada del antiguo entusiasmo que impulsó a bautizarla. La bodega del mercado racionado, ubicada en la Carretera Central, Reparto Alex Urquiola, en la ciudad de Holguín, amaneció este martes prácticamente vacía. Los vecinos de los alrededores se mostraban impacientes porque la cuota normada de arroz no ha llegado todavía en este quinto día de diciembre, un momento del año en que aumentan el consumo y los precios.
Alrededor del local, esta mañana se congregaban varias personas en busca de respuestas. "No lo entiendo, la verdad", subrayaba una mujer que se había ilusionado al ver a algunos conocidos entrar al comercio, pero, al acercarse, comprendió que era gente que indagaba sobre el cereal. "Tenía la esperanza de que ya estuvieran vendiendo el de este mes, para no tener que pagarlo a casi 200 pesos la libra, pero no".
En algunas bodegas del consejo popular de Pueblo Nuevo solo han llegado 10 onzas de chícharos y un sobre de café por persona, ambos correspondientes a este último mes de 2023. En otras, ni eso. "Esto está pelado", sentenciaba otro cliente frustrado que arribó al punto de venta. "Aquí nada y en la calle la libra de cerdo ya está en 470 pesos y el único pollo que te encuentras es, en las mipymes, a 12.000 la caja de muslo y contramuslo".
En algunas bodegas del consejo popular de Pueblo Nuevo solo han llegado 10 onzas de chícharos y un sobre de café por persona, ambos correspondientes a este último mes
A los cálculos del holguinero se le sumaron los datos que aportó una anciana que también se acercó a la esquina. "Llevan como dos días sin traer pan, hay zonas de aquí que no abastecen ni siquiera leche para los niños. Todo eso, el que pueda, tiene que comprarlo por fuera, al precio que pidan los vendedores". La conversación siguió girando alrededor del desabastecimiento y en la improvisada tertulia apareció el tema de la escasez de azúcar.
"En mi casa estamos endulzando con raspadura [panela]", sentenció otra cliente con la bolsa vacía y una sombrilla protectora. Los contactos con unos guajiros que viven cerca de un ingenio han ayudado a su familia "al menos a no sumarle a esta amargura, también la otra, la del café sin azúcar", apunta. "Pero son unos pedacitos chiquitos, hay que tener cuidado de no rallarse un dedo cuando se pasan por el guayo".
Hecha con la melaza del azúcar, la raspadura es un dulce tradicional cubano que hace años empezó a desaparecer debido a la caída en picada de la zafra y la irrupción de otras golosinas más coloridas y variadas. A diferencia de otros países, como Colombia, donde su uso como edulcorante sigue muy extendido, en la Isla se ha convertido en un producto que guardan los mayores en su memoria o se consume apenas en las zonas rurales.
"¡Suerte que tiene ustedes que tienen raspadura!", se oyó decir a un transeúnte que alcanzó a oír la catarsis que brotaba de La Fortuna, ese comercio que una vez nombraron en honor a la buena estrella y ahora solo exhibe sus anaqueles vacíos y decenas de clientes insatisfechos.
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