El frijol colorado se viste de gala y llega a los 550 pesos la libra en Cienfuegos
Más exigente que su primo, el frijol negro, cada plato de colorado lleva algo más que unas pocas especias
La Habana/Esta semana el frijol colorado se vistió de gala en el mercado Plaza la Calzada de la ciudad de Cienfuegos. El jueves, el producto llegaba a los 550 pesos la libra en uno de los territorios que conforman el "granero cubano", las zonas que tradicionalmente han sido la fuente principal de arroz y legumbres para el resto del país.
Más exigente que su primo, el frijol negro, cada plato de colorado lleva algo más que unas pocas especias. En las mesas de la Isla se sirve la mayoría de las veces con algo de carne, mayoritariamente de cerdo pero también puede sustituirse por algún embutido o jamón de pierna, además de incluir calabaza o viandas al estilo de la malanga.
"Lo mínimo que cuesta ahora un potaje de frijoles colorados para cuatro personas son entre 1.500 y 2.000 pesos", calcula Manuela, una cienfueguera radicada hace décadas en La Habana que se sorprende de que en el mercado del Ejército Juvenil del Trabajo de la calle 17 en El Vedado, la libra del producto cueste 350 pesos, más barato que en su provincia natal.
"Este es el mundo al revés, mi familia allá tiene que pagar más de lo que yo pago aquí, pero de todas formas, pesos más o pesos menos, el frijol colorado está caro en todas partes", opina. El alimento ha vivido varias oscilaciones en los últimos meses pero este agosto cuesta 200 pesos más cada libra en la capital cienfueguera que en igual mes del año anterior. Esa diferencia representa el salario diario de cualquier profesional en la Isla.
Si en un tiempo, al frijol colorado se le podía encontrar en las bandejas de los comedores estatales, ahora ya no ocurre. Hasta el congrí, una mezcla de este grano con arroz, ha ido en retroceso en los platos hogareños, las ofertas de los restaurantes privados y las cajitas con “una completa” que se venden en algunos locales para quienes buscan un almuerzo rápido y barato.
“Lo que estamos ofreciendo es arroz blanco, ensalada de pepino y bistec de cerdo”, advierte una empleada en una céntrica cafetería de la calle Infanta en Centro Habana a la que llegan alrededor del mediodía numerosos clientes en busca de una caja de cartón con una ración que llevarse a la boca. La combinación oscila entre los 180 y los 250 pesos en dependencia de la cantidad de bistec de cerdo que se añada.
“Sí, antes era con congrí pero ahora mismo el frijol encarece mucho la completa y estamos ofreciendo solo arroz blanco”, aclara la mujer. Hay, no obstante, quienes apelan a ciertos trucos: echar apenas unos granos en una olla de arroz y pintar con colorantes la combinación para que aparente tener más legumbre, pero la trampa molesta a los consumidores y genera una mezcla poco agraciada para la vista y el paladar.
“No tenemos nada de res ni tampoco el potaje de frijoles colorados”, explica el camarero de una paladar en la calle Reina. En la carta, una foto muestra un plato con un caldo denso, de granos grandes que comparten espacio con un par de trozos de malanga, una costilla de cerdo y fragmentos de pimiento rojo y cebolla. Si para el céntrico restaurante ya no es rentable hacer la receta que se ve tan apetitosa en la imagen ¿Qué puede quedar en las cocinas familiares?