Lo poco que funciona en Cuba es la fabricación de alimentos nocivos para la salud
Las autoridades se jactan de que la compota Osito es el único producto que ha cumplido con el plan mensual
La Habana/De todos los productos que elabora la industria de Sancti Spíritus, solo uno ha cumplido con el plan mensual destinado a la canasta básica: la compota Osito, un preparado que se distribuye a niños de hasta tres años a pesar de tener una importante cantidad de azúcares añadidos, un componente que no se considera apropiado para esas edades.
El producto lo fabrica la planta provincial de la empresa de Alimentos y Bebidas La Estancia, que fue precisamente premiada hace apenas cinco días por producir y comercializar jugos y néctares "en modernos envases de cartón de una tecnología única en la nación" y cumplir "los requerimientos de Codex Alimentarius, que forma parte del Programa Conjunto de la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación y la Mundial de la Salud", según enfatizó la prensa oficial.
La compota Osito que se distribuye en la canasta se comercializa en envases de 200 ml y está fabricada con pulpa de fruta, agua, azúcar, almidón, ácido cítrico, vitamina C y lactato de hierro. Según la información nutricional que difunde la empresa, el preparado no tiene conservantes ni colorantes ni sabores artificiales, pero tiene entre 10 y 12 gramos de sacarosa.
La compota Osito que se distribuye en la canasta se comercializa en envases de 200 ml y está fabricada con pulpa de fruta, agua, azúcar, almidón, ácido cítrico, vitamina C y lactato de hierro
"La mayoría creemos que el único tipo de azúcar es el azúcar que encontramos en la mesa, es decir azúcar refinada, pero los famosos azúcares añadidos tienen diferentes tipos de nombres que no reconocemos, como sacarosa, polímeros de glucosa, maltodextrina, almidón de maíz, jarabe de glucosa y dextrosa, es muy importante empezar a reconocer estos tipos de endulzantes en los productos que compramos si lo que queremos es tomar decisiones saludables", asegura Ingrid Jiménez, nutricionista infantil colombiana.
En 2019, la OMS hizo un llamado a la comunidad internacional para que suprimiera los azúcares en la alimentación para bebés. Según sus estudios, el consumo de este añadido, que además es excesivo, estimula en edades tempranas la preferencia por el dulce, con resultados negativos en sobrepeso y obesidad, diabetes o problemas cardiovasculares.
La Asociación Americana del Corazón alertó precisamente de este extremo, al advertir de que hay "pruebas sólidas que vinculan los azúcares añadidos con un mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares en los niños". Desde entonces, su postura oficial es la de pedir que se evite cualquier consumo de azúcar para menores de dos años.
Entre los dos y los tres años de edad, los niños no deben ingerir más de 15 gramos al día de este ingrediente, añade la asociación, una cantidad que casi se cubre con una de estas compotas y que miles de bebés en Cuba están consumiendo en contradicción con los criterios de las asociaciones médicas.
La OMS estableció que ningún producto infantil que añada azúcares debería ser consumido por lactantes y menores de 3 años. Esto no se aplica a los azúcares derivados de la fruta, que en el caso de la compota Osito son entre 8 y 10 gramos, pero sí a la famosa sacarosa, presente en la dieta de los menores cubanos con el plácet del Ministerio de Salud Pública.
"No conozco a nadie que le dé las compotas a los recién nacidos", asegura un ama de casa de Centro Habana. "Mis hijos no las tomaron hasta después del año y medio, incluso me atrevería a jurar que más tiempo"
Sin embargo, son muchos los pediatras en la Isla que desaconsejan dar este producto. "No conozco a nadie que le dé las compotas a los recién nacidos", asegura un ama de casa de Centro Habana. "Mis hijos no las tomaron hasta después del año y medio, incluso me atrevería a jurar que más tiempo". Y asevera: "Esas compotas ponen mal del estómago a los niños".
"Hay gente que la guarda, pero en la mayoría de los casos, o la venden o se la dejan a los niños más grandes que hay en casa", secunda un vecino de la señora.
La fábrica de compotas Osito lleva dos años cumpliendo con el plan establecido por el Estado sin problemas, aunque a mediados de 2019 se advirtió de que la escasez de materia prima podía afectar las entregas. Los consumidores cubanos han acogido con ira tanto los éxitos como los fracasos del producto, ya que temen su falta o consideran poca la cantidad normada (siete compotas al mes) sin ser conscientes de lo pernicioso de los azúcares para la salud, en particular para los menores.
Embadurnar el tete con azúcar, poner miel en los labios del bebé para que se calme, agregar endulzantes a la leche desde la más temprana infancia y otras prácticas de este tipo siguen siendo una constante en las casas cubanas donde se sigue viendo al azúcar como un alimento con altos valores nutricionales.
En el país que antaño fue "la azucarera del mundo", se distribuyen de forma subvencionada cerca de dos kilogramos per cápita del producto mensualmente a través del mercado racionado. A eso se le suman las numerosas recetas de dulces almibarados, flanes, pudines, natillas y caramelos que se consumen cada día en las casas de la Isla.
A pesar de que el propio Ministerio de Salud Pública reconoció que al cierre de 2020 la diabetes mellitus tenía una prevalencia de 66,9 por cada mil habitantes, no existe desde los medios oficiales una campaña centrada en disminuir el consumo de azúcares. En los comedores escolares, los círculos infantiles y las ferias organizadas por el Estado se privilegian los alimentos dulces.
Con la distribución subvencionada de azúcar, el Gobierno cubano logra completar los requerimientos calóricos diarios que la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura) asegura permiten que cada persona logre que su organismo se mantenga sano y pueda desarrollar sus funciones.
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