"Yo no consigo ni un tornillo”, todo va para la construcción de los hoteles de los militares cubanos
Gaesa levanta sus proyectos descomunales pese a la pandemia y la caída del turismo
La Habana/La plaza de la catedral y los alrededores del Palacio de Segundo Cabo, que normalmente son un hervidero de turistas en La Habana, lucen desiertas desde hace meses. También ha desaparecido todo ese folklore adicional diseñado únicamente para los extranjeros: la señora que tira las cartas, el anciano trovador, la viejita del tabaco, la joven vestida como señorita del siglo XIX, el vendedor de libros. Una cosa sí que no ha desaparecido: las grúas levantando hoteles.
Aunque es innegable que el turismo es uno de los sectores de la economía en Cuba con mayor impacto en cuanto a inversión extranjera y el más dinámico, no deja de sorprender que mientras los números de la llegada de turistas siguen bajando, surjan por toda la ciudad construcciones de hoteles.
Tanto en La Habana Vieja y en Plaza de la Revolución como en el municipio de Playa, la inmobiliaria Almest, que pertenece a las Fuerzas Armadas a través del Grupo de Administración Empresarial S.A. (Gaesa), levanta sus proyectos descomunales sin mayores dificultades y "con todos los hierros".
No deja de sorprender que mientras los números de la llegada de turistas siguen bajando, surjan por toda la ciudad construcciones de hoteles
En la céntrica zona de 25 y K, en El Vedado, el hotel de lujo que se proyecta como "el más alto de su tipo en La Habana" y se propone alcanzar los 42 pisos y 154 metros de altura, ya asoma su nariz por arriba de la cerca de hierro que lo rodea.
Comenzó a construirse en diciembre de 2018 pero todavía en la zona muchos vecinos y transeúntes se preguntan: ¿para qué tanto hotel si no hay turismo? La interrogante la lanza un joven que pasea a su perro por el jardín de su edificio de la calle 25 y K pero es una duda constante para muchos en esa zona desde que comenzó el movimiento de tierra.
Alain Menéndez, de 43 años y vecino de La Habana Vieja, soñaba con terminar de reparar la casa de su madre este año, pero llegó la pandemia y todo se paralizó. Cerraron los puntos de venta de materiales, las ferreterías y también las brigadas de construcción que trabajan por cuenta propia cancelaron sus ofertas. Menéndez vive con su abuela, su madre y su hermana en la calle San Ignacio y su objetivo era terminar un cuarto al fondo de la vivienda para independizarse de su familia. No le ha sido nada fácil.
"Tres años y 4.000 dólares he tirado en esto y todavía no voy ni por la mitad. Yo vivo con dos viejas, así que todo es mucho más lento, y en el último año no he podido avanzar nada", lamenta. "Aquí, a unos 300 metros están levantando un hotel enorme y no han parado ni un día. No han importado los brotes de coronavirus y mucho menos la crisis que vive el país, ahí no ha faltado nada, eso va para arriba a tremenda velocidad. Tampoco es como otras construcciones en las que uno podía comprar materiales por la izquierda, ahí hay tanta vigilancia que uno no puede conseguir ni un tornillo", agrega Menéndez.
El director general de Desarrollo del Ministerio de Turismo, José Reinaldo Daniel Alonso, detalló en una entrevista reciente que el país maneja en la actualidad "89 contratos de administración y comercialización hotelera, 27 empresas mixtas y un contrato de administración de servicios para un total de 117 negocios en marcha".
En octubre de 2019, ese ministerio ya había puesto en funcionamiento 12 de los 121 hoteles que tenía previsto la empresa Gaviota, también de Gaesa. Este volumen significa 4.588 nuevas habitaciones y, de culminar lo proyectado para 2030, Gaviota sumaría más de 92.000 habitaciones en todo el país, una cifra que supera a los vecinos de Puerto Rico y República Dominicana. A pesar de esto, siguen apareciendo nuevos proyectos.
Todo este enorme despliegue, en un momento en que el turismo internacional, al cierre de diciembre de 2020, registró un decrecimiento del 74,6%. Específicamente en el mes de diciembre llegaron 64.929 visitantes, un 82,9% menos que el año anterior por el mismo período.
La algarabía constructiva en La Habana Vieja y 23 y K se repite también en la esquina de 1ª y D, a pocos metros del Malecón, donde se levantan dos torres de 27 pisos que acogerán 600 habitaciones. "Entre los principales retos está hacer dos edificios con tecnologías que anteriormente no se habían usado en Cuba en los hoteles", dijo en una entrevista a la agencia Xinhua Manuel Rodríguez, director adjunto del proyecto.
Según explicó el arquitecto cubano, en la obra se usarán novedosos sistemas de seguridad y, por primera vez en el país, sistemas de moldes constructivos. "Estos moldes nos permitirán ir subiendo la estructura del núcleo y los elementos horizontales en aproximadamente cinco días por nivel o piso. Este sistema nos ayudará a cumplir el cronograma de ejecución de obra de las dos torres en 25 meses", afirmó.
El despliegue de recursos en la construcción de hoteles contrasta brutalmente con la lucha diaria de la población para conseguir los productos de primera necesidad en medio de un profundo desabastecimiento. "Eso se está haciendo con dinero del Gobierno, yo no entiendo por qué darle prioridad a esas construcciones cuando no hay qué comer y todavía hay tantas personas sin casas o viviendo en edificios en peligro de derrumbe", se indigna la joven Yanisbel Domingo, que vive en la calle D, frente al hotel en construcción.
"Aquí hemos vivido inundaciones de todo tipo, esta zona es peligrosa por esa parte, no entiendo tampoco por qué venir a construir un hotel justo aquí. Supongo que han pensado en eso pero no sé, la verdad es que no entiendo para qué quieren tantas habitaciones si los hoteles que tienen están la mayor parte del tiempo vacíos o a media capacidad", expresó.
En la esquina de la 3ª avenida con la calle 70, en el municipio de Playa, las obras tampoco se detienen. Tres nuevos hoteles se levantan en esta zona. Gigantescas grúas, un puente sobre la calle 3ª y un trasiego constante de camiones y maquinaria pesada es el paisaje del día a día.
Si algo tienen en común estos cuatro puntos de la ciudad es su dinamismo pero también el secretismo. Los empleados se niegan a dar entrevistas y los guardias de seguridad no dejan ni asomarse. Cuando ven acercarse a un curioso cierran los portones y se alejan sin contestar ni una pregunta. Sin embargo, en la distancia es notable que los obreros tienen buena ropa, buenos zapatos y tanto la maquinaria como los materiales utilizados son de primera y no faltan.
Mientras tanto, muchos capitalinos siguen atados de pies y manos para levantar una simple pared en medio de la pandemia. La Habana de los 500 años, esa "ciudad Maravilla", se sigue viniendo abajo por la falta de mantenimiento y atención.
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