El Gobierno lanza una ofensiva en varios frentes contra los masones cubanos que protestaron
Un programa del vocero anónimo Guerrero Cubano y la detención del escritor Ángel Santiesteban forman parte de las medidas contra los que se oponen al Gran Maestro actual
La Habana/El régimen cubano ha demostrado en las últimas 48 horas que la protesta de los masones el pasado 23 de julio en el edificio de la Gran Logia, en La Habana, no pasó desapercibida. Una nota oficial del Ministerio de Justicia, un programa del vocero anónimo Guerrero Cubano dedicado a los masones y la detención, este jueves, del escritor y maestro masón Ángel Santiesteban indican que el Gobierno no está dispuesto a perder el control de la situación.
La crisis gira en torno a la figura del varias veces expulsado y rehabilitado Gran Maestro actual, Mario Alberto Urquía Carreño, cuyo liderazgo está en tela de juicio desde el robo de 19.000 dólares de su despacho, el pasado enero. Un grupo no despreciable de masones, entre los que se encuentran casi todos los altos funcionarios de la fraternidad, reclama desde entonces su destitución por considerarlo una herramienta de la Seguridad del Estado para debilitar e infiltrar la organización.
Tras la protesta del 23 de julio, durante la cual Urquía Carreño se negó a salir de su despacho, el Gobierno hizo amago de ceder ante los reclamos, transmitidos en vivo por la prensa independiente. El Ministerio de Justicia pidió, en un ambiguo documento firmado ese mismo día, que tras detectar “irregularidades” en las sanciones emitidas contra Urquía Carreño –su deposición como líder y su expulsión de la masonería– y la elección de un nuevo maestro, Juan Alberto Kessel Linares, pedía “realizar esos procesos nuevamente en correspondencia a los estatutos y la voluntad de sus integrantes”.
A simple vista, el texto parecía una simple capitulación del ministerio, que ante el disgusto con Urquía Carreño y la desbandada de Kessel –que entregó el asiento nuevamente a su predecesor– reconocía el derecho de los masones a la autodeterminación. Sin embargo, los hechos posteriores hicieron evidente que el asunto no había terminado.
De manera sutil, el ministerio subrayaba las diferencias entre los dos cuerpos masónicos en que se dividen la masonería cubana
De manera sutil, el ministerio subrayaba las diferencias entre los dos cuerpos masónicos en que se dividen la masonería cubana: la Gran Logia –de momento presidida por Urquía Carreño– y el Supremo Consejo del Grado 33, encabezado por Ramón Viñas Alonso, crítico con el régimen y acusador de Urquía Carreño. El ministerio ya había aclarado que consideraba a ambos cuerpos instituciones distintas a efectos legales, y ha expresado que el Supremo Consejo operó ilegalmente contra la Gran Logia, en la persona de Urquía Carreño.
La estrategia de dividir ambos cuerpos fue, precisamente, la seguida por el canal de YouTube Guerrero Cubano, al que citan y reproducen habitualmente los medios oficiales. En 45 minutos, Guerrero Cubano se dedicó a atacar a Viñas Alonso y al Supremo Consejo, sugiriendo que se comportaban de modo “irregular” y que eran los verdaderos culpables de la crisis, al revelar “asuntos masónicos a los profanos”, es decir, a los no iniciados en la orden.
La misma acusación cayó sobre la periodista independiente Camila Acosta, a quien Guerrero Cubano atribuye erróneamente una relación sentimental con Viñas. En el argumento del youtuber oficialista, Acosta ha divulgado –por orden de la CIA, afirma– secretos masónicos y ha expuesto a la fraternidad. El Ministerio de Justicia no ha hecho más, en su opinión, que velar por el cumplimiento de los estatutos.
Guerrero Cubano dirigía su invectiva contra una tercera persona: el periodista y masón de grado 33 –el más alto de la masonería– Ángel Santiesteban. Crítico con el Gobierno y cercano a Viñas, Santiesteban ha estado en la mira de la Seguridad del Estado desde antes de que comenzara la crisis. Este jueves, según un mensaje publicado por Acosta, pareja de Santiesteban, fue detenido por la policía política y liberado horas más tarde.
Acosta valoró la detención como “una afrenta directa a la masonería” y acusó a la Policía de darle a la protesta del 23 de julio “una connotación política”
Acosta valoró la detención como “una afrenta directa a la masonería” y acusó a la Policía de darle a la protesta del 23 de julio “una connotación política” para justificar la detención de los masones opuestos a Urquía Carreño. “Este no es un golpe a la masonería solamente, sino a la patria, es la implantación de una dictadura dentro de una institución que ha sabido sobrevivir en dictadura y seguir promoviendo la libertad, la igualdad y la fraternidad”, dijo.
Santiesteban, contó, se disponía a ir a casa de Viñas Alonso a las 2:00 pm de este jueves cuando fue arrestado. Ambos masones pretendían discutir la situación actual de la fraternidad y analizar la crisis por la insistencia de Urquía Carreño en permanecer en el cargo.
Por su parte, el propio Gran Maestro –que, atrincherado en su oficina, no quiso dialogar con quienes reclamaban su presencia el 23 de julio– emitió una nueva circular, reproducida por el digital CubaNet. En el documento, firmado el 24, Urquía Carreño daba su versión de la protesta de “masones y profanos”, convocada en “grupos de mensajería instantánea”.
La rúbrica del secretario de la Gran Logia, Juliannis Reinaldo Galano, junto a la de Urquía Carreño, y el hecho de que nadie le haya impedido la entrada a la logia, significa que al menos un grupo de masones afines a Urquía Carreño sigue apoyando su liderazgo.
Según el texto, la causa de la protesta fue el Decreto 1761 –firmado por él– que suspendía el Tratado de Amistad y Mutuo reconocimiento entre el Supremo Consejo para el Grado 33 y la Gran Logia, que data de 1876 y es uno de los documentos más antiguos y significativos de la masonería cubana.
Urquía Carreño lamentaba que la protesta, que se había convocado para las afueras del edificio de la Gran Logia en la calle Carlos III, “acabara” en el piso 11, tocando las puertas de su despacho. “Los reclamos realizados dentro de las supuestas leyes masónicas, en nada se realizaron de acuerdo a nuestros preceptos y juramentos”, alegaba.
Urquía Carreño lamentaba que la protesta, que se había convocado para las afueras del edificio de la Gran Logia en la calle Carlos III, “acabara” en el piso 11
Contribuía, además, a echar leña al fuego de las disputas entre las dos máximas instancias de la masonería cubana, y señalaba a Santiesteban como “representación” del Supremo Consejo, “quien ha tenido un rol protagónico en la campaña de descrédito y la tergiversación de los hechos”.
También aludía a Acosta –presente en la protesta–, que según Urquía Carreño fue un instrumento de Santiesteban para involucrar a la prensa independiente y exponer “asuntos internos masónicos”, un argumento que ya había esgrimido Guerrero Cubano. Acosta “ha atacado a esta Gran Logia de Cuba y a este Gran Maestro con informaciones que un profano no debe dominar”, dijo.
Ni el Ministerio de Justicia, ni Urquía Carreño, ni Guerrero Cubano han hecho mención del robo del dinero del Asilo Masónico Llansó –y otras sumas cuya pérdida fue denunciada en los meses siguientes– que hizo estallar la crisis en enero. Está por verse si, en las próximas semanas, la Gran Logia tomará al pie de la letra el comunicado del ministerio que sugiere pasar página y escoger a un nuevo Gran Maestro, o si la crisis dará al Gobierno una excusa para suspender –y por lo tanto, ilegalizar– a la Gran Logia y al Supremo Consejo de su Registro de Asociaciones.