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La Habana pierde su "Abbey Road" con la caída del semáforo frente a Coppelia

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Sin la señalización, los transeúntes pierden la posibilidad de atravesar en ese punto la céntrica avenida 23

semáforo para los vehículos en la calle 23, de La Habana, este jueves, al día siguiente del paso del huracán Rafael. / 14ymedio
Natalia López Moya

07 de noviembre 2024 - 22:20

La Habana/Primero dejó de funcionar el semáforo que regulaba el paso de los peatones frente a Coppelia y ahora el huracán Rafael le ha dado el macetazo final al cruce que conecta a la heladería más famosa de Cuba con la Torre K, al derribar el semáforo destinado a los vehículos que pasan por la calle 23. Sin la señalización, los transeúntes pierden la posibilidad de atravesar en ese punto la céntrica avenida y La Habana entierra su enésima cebra.

Entre las primeras fotos de las labores de recuperación de la capital cubana publicadas este jueves hay algunas que muestran a jóvenes reclutas del Servicio Militar recogiendo escombros, vallas caídas y ramas de árboles en las cercanías de la también conocida como Torre López-Calleja (por el fallecido dirigente del conglomerado militar Gaesa, responsable de su construcción). El edificio más alto de la Isla resalta con su impoluta fachada de vidrio en medio del caos dejado por el ciclón. Los daños incluyeron la caída de la verja perimetral que rodea el inmueble donde aún se realizan labores constructivas.

Rafael ha profundizado el daño que la desidia, la falta de inversiones y la crisis han provocado en el que una vez fue el corazón cultural y económico de La Habana

En los alrededores del lujoso complejo, que albergará un hotel, tiendas y oficinas, Rafael ha profundizado el daño que la desidia, la falta de inversiones y la crisis han provocado en el que una vez fue el corazón cultural y económico de La Habana. Ahora, las aceras rotas, el desabastecimiento de Coppelia, el cierre de numerosos locales gastronómicos y la disminución de la cantidad de personas que recorre la zona diariamente, debido al éxodo masivo y los problemas de transporte, conforman el paisaje que se extiende por una avenida que discurre desde el mar hasta el río Almendares. 

La rotura del semáforo frente a Coppelia apenas se notará en medio de tanto deterioro. Tampoco se echará mucho en falta: la escasez de combustible ha disminuido significativamente el número de carros que recorren 23 y la “isla en fuga” en que se ha convertido Cuba ha deprimido también la cifra de posibles interesados en cruzar de un lado a otro de la calle. Pero se pierden, eso sí, los lugares que atesora el recuerdo. Los besos dados antes de caminar por ese paso peatonal; el frenazo guardado en la memoria de aquel día en que un almendrón iba a seguir de largo y le pusieron la roja; el sonido del trovador que tocaba la guitarra mientras el verde señalaba hacia los transeúntes; el sabor de una bola de helado de chocolate, sobre un frágil barquillo, lamida mientras se jugaba a pisar las rayas de la cebra. Al escenario de esas evocaciones le faltan cada vez más piezas. 

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