Heridas de muerte, las tiendas en MLC desmienten el discurso oficial sobre su prolongación
La estocada final se la han dado los comercios en dólares que Tiendas Caribe y Cimex han comenzado a abrir en las capitales provinciales
La Habana/"Sacaron ventiladores en Roseland, apúrense", escribe una usuaria en un grupo WhatsApp donde se reúnen cientos de clientes que monitorean las tiendas en moneda libremente convertible (MLC) en La Habana. Seguir el rastro de los productos en esos comercios estatales se ha convertido en una tarea a tiempo completo debido al desabastecimiento que mantiene a sus neveras y anaqueles prácticamente vacíos.
Tras recorrer varios mercados de ese tipo en la capital cubana, este miércoles Yusimí, de 43 años, llegó a uno bastante alejado de su casa: el Centro comercial de Puentes Grandes, ubicado en la esquina de las calles 26 y 51. "Hace años que no venía a este lugar y me he quedado fría", atinó a decir en la entrada cuando se topó con los huecos en el piso frente a la puerta. El daño en el suelo era solo una parte del deterioro que encontró en el interior.
Prácticamente vacía de clientes y de productos, la enorme nave que una vez perteneció a la fábrica de toallas Telva apenas tenía en exhibición algunas latas de salsa de tomate, unas chancletas playeras y, en la zona de los electrodomésticos, unos pocos dispositivos con precios caros y calidad dudosa. "Esto era una tienda de alta gama y ahora lo que da es miedo entrar; ni las lámparas funcionan bien", lamentaba Yusimí, que, finalmente, "para no perder el viaje" terminó comprando un par de pomos de remolacha en conserva.
El local fue inaugurado como centro comercial en 2014 bajo la gestión de la corporación militar Cimex. "Las colas eran constantes porque estaba muy bien surtido", recuerda una ex empleada, que evoca aquellos primeros años con nostalgia. "La gente venía desde todas partes de La Habana porque teníamos muy buen abastecimiento de perfumería y de víveres, la ferretería también atraía mucha clientela pero lo mejor que ofertamos eran los electrodomésticos que había, de una gran variedad".
En aquel entonces, las autoridades anunciaron, incluso, que el mercado contaría con una sala de navegación web y una zona wifi que nunca llegaron de instalarse. "Teníamos hasta un surtido gourmet con buenos quesos y chocolates muy finos", evoca la empleada. Cuesta conciliar esa imagen de un comercio de anaqueles repletos, trabajadores bien vestidos y clientes que cargaban con cestas llenas de mercancías, con las neveras vacías y el desgano de los dependientes esta semana.
"Cuando quitaron el peso convertible en 2021 empezó el declive", detalla la mujer. Los suministradores empezaron a fallar, "Cimex suministraba a veces sí y a veces no, hasta que solo venía un buchito de clientes cada día". La conversión de la tienda a la modalidad de venta por MLC pareció inicialmente reanimarla. "Creímos que, como al final eran dólares que la gente había depositado en el banco para hacer la compra, el abastecimiento no iba a faltar porque estábamos hablando de moneda dura". Menos de cinco años después de aquella conversión, lo único que queda de ese esplendor es la llamativa pintura blanca de la fachada.
La estocada final se la han dado a las tiendas en MLC los comercios en dólares que a través de la red de Tiendas Caribe y Cimex han comenzando a abrirse en las capitales de cada una de las 15 provincias cubanas. El buque insignia de ese proceso es el Supermercado 3ra y 70, en los bajos del hotel de lujo Gran Muthu Habana, que solo acepta el pago en esa divisa, tanto en tarjeta como en efectivo. Mientras en las tarimas del flamante local abundan las ofertas, en 26 y 51 cada día faltan más productos.
La escena se repite en otro de los gigantes de la venta en MLC en La Habana. El mercado de Boyeros y Camagüey que ha seguido la misma ruta de su primo de Puentes Grandes. Aunque recientemente varios funcionarios aseguraron en la televisión nacional que se mantendrá la moneda libremente convertible, sobre cuya desaparición se ha especulado mucho, los propietarios de cuentas en ese dinero virtual cada vez tienen menos opciones para gastarlo.
Lo que hace tres años era un parqueo, donde apenas se vaciaba por unos breves minutos un espacio antes de que fuera ocupado por otro vehículo, ahora es una explanada casi vacía. A las afueras del comercio, este miércoles un custodio respondía a un cliente que no tenían pollo ni picadillo en la zona de la carnicería. "No han sacado esta semana y no sabemos si van a surtir en los próximos días", explicaba con vaguedad el trabajador.
En el interior, los suelos también tienen huecos en varias zonas y los estantes están casi vacíos o llenos de un mismo producto. "Vine a buscar aceitunas y harina de castilla, pero ninguna de las dos", concluía una cliente que finalmente compró un paquete de natilla, formato familiar, para no irse con las manos vacías. Alejado de los barrios más céntricos, a Boyeros y Camagüey llegan los compradores que cuentan con un vehículo, un número muy reducido en una ciudad donde conseguir combustible puede llevar varios días de cola.
Con muchas lámparas apagadas, el interior de la tienda no solo deja” una imagen de deterioro sino también un desagradable olor pegado a la nariz. "Viene la luz, se va la luz, la planta aguanta un rato pero no mucho y se echan a perder los productos", así resume un trabajador del área de almacenaje la situación que atraviesa. "Hay mucha gente que ha pedido la baja, porque trabajar así no vale la pena".
Una pareja que camina por uno de los pasillos finalmente se decide por un paquete de chícharos y una bolsa con azúcar importada. La mujer mira el móvil y comenta al hombre que en el grupo de WhatsApp donde está inscrita acaban de publicar un nuevo anuncio. "Sacaron salchichas y queso Gouda en La Puntilla", advierte, y se van a toda velocidad para llegar hacia la barriada de Miramar. Allí, otra tienda en MLC, desabastecida, con pisos rotos y muchas luces apagadas los espera.