"Mi hijo nunca más ha sonreído" desde que su padre fue detenido el 11J en Cárdenas

Samuel Pupo Martínez gritó "¡Abajo el comunismo! ¡Patria y Vida!" a pocos metros de la sede municipal del Partido Comunista en Cárdenas

Samuel Pupo Martínez  junto a su esposa Yuneisy Santana González. (Cortesía)
Samuel Pupo Martínez junto a su esposa Yuneisy Santana González. (Cortesía)
Yoani Sánchez

01 de mayo 2022 - 14:46

La Habana/A Samuel Pupo Martínez los jueces no le perdonaron que protagonizara una de las más icónicas imágenes de las protestas del 11 de julio pasado. Subido sobre un vehículo volcado, este hombre de entonces 46 años gritó "¡Abajo el comunismo! ¡Patria y Vida!" a pocos metros de la sede municipal del Partido Comunista en Cárdenas.

Aquella fue la última vez que Pupo pisó las calles de su ciudad. Casi once meses después de las protestas populares, lo mantienen encerrado en la cárcel de máxima seguridad de Agüica, en la provincia de Matanzas. Su esposa, Yuneisy Santana González, no para de denunciar la sentencia a siete años de prisión por desacato y desórdenes públicos que dictó el tribunal.

En el juicio, que duró tres días, "su abogado hizo una defensa brillante pero la fiscal pidió para los acusados el máximo de pena por cada delito que supuestamente habían cometido", detalla a 14ymedio Santana. "Los testigos que presentaron eran todos del Ministerio del Interior y mostraron mucha incoherencia en sus testimonios", recuerda.

La sentencia quedó pendiente por un mes y tanto Pupo como su esposa se sentían esperanzados porque el abogado había pedido un cambio de medida cautelar. "Apeló a la esclerodermia, una enfermedad degenerativa que sufre Samuel y que no es compatible con la permanencia en una prisión".

El abogado presentó un resumen del historial clínico de Pupo, quien en este tiempo ha estado ingresado dos veces en la enfermería del penal, pero le negaron el cambio de medida. "Nos dimos cuenta de que no importa cuán brillante sea la defensa de los abogados cuando la sentencia ya está escrita de antemano".

Cuando la frustración la invade, Santana recuerda aquellas protestas históricas que sacudieron la Isla. "Fue lo nunca visto. Tantas personas en muchas provincias pidiendo libertad"

Cuando la frustración la invade, Santana recuerda aquellas protestas históricas que sacudieron la Isla. "Fue lo nunca visto. Tantas personas en muchas provincias pidiendo libertad. El mundo vio la realidad de lo que vivimos los cubanos", subraya. Aunque lamenta que "en pocas horas todo se convirtió en arrestos y maltratos de la policía".

Pupo fue detenido ese mismo día. "Lo arrestaron violentamente y lo metieron a la sede del Partido entre tres uniformados y un hombre vestido de civil. Ya dentro, un boina roja le quitó el móvil y lo tiró contra el piso. También lo patearon mientras él estaba tendido en el suelo".

Santana solo volvió a ver a su esposo 103 días después de aquel arresto. Tras el reencuentro supo que al anochecer del 11 de julio lo llevaron en una patrulla hasta la estación de policía. "Estando esposado lo golpearon en la cara para obligarlo a gritar ‘¡Patria o Muerte!’ pero él siguió repitiendo ‘Patria y Vida!’".

Más tarde, esa misma noche, lo trasladaron a otra dependencia del Ministerio del Interior a las afueras de la ciudad. "Ahí un boina negra le apretó tanto el cuello que se desplomó. En la madrugada lo llevaron a la prisión de mujeres de Labiotec, donde estuvo 40 días durmiendo sobre una plancha de zinc sin colchón, con muy poca alimentación y poca agua".

Durante los primeros días, la mujer fue de un lugar a otro buscando a su esposo. "En la estación de policía me respondían que no sabían nada. Yo explicaba que él era diabético y que no tenía sus medicamentos, pero los policías solo me cuestionaban por qué si él estaba tan enfermo no se había quedado en la casa durante la manifestación".

En aquellas primeras jornadas, "Samuel fue torturado psicológicamente. Lo despertaban a cualquier hora de la madrugada para interrogarlo. Nueve días después de ser detenido, Pupo pudo hacer la primera llamada telefónica a su familia.

"Ahí fue cuando me contó que estaba en Labiotec. Había pasado ese tiempo con la misma ropa, sin poder asearse y con el mismo nasobuco. La primera visita que pudo hacerle su abogado fue el 28 de julio". Pupo fue trasladado entonces al Combinado del Este, la mayor cárcel de Cuba, pero el 11 de septiembre lo llevaron a Agüica.

"La comida en la cárcel es un asco y muy poca. Empiezan a servirle de un cubo a los presos y a veces no hay para todos. Un día alcanzó solo un huevo hervido", denuncia la mujer. "Las llamadas son una vez a la semana y el teléfono desde el que me llama tiene tanto ruido que casi no entiendo lo que dice".

"Ha perdido mucha visión en estos meses debido al glaucoma que también sufre, está muy delgado y duerme poco", enumera. No obstante, Santana prefiere recordarlo como un hombre emprendedor, que trabaja como cuentapropista, domina bien el inglés y enseña ese idioma a un grupo de alumnos. "En 15 años de casados nunca nos habíamos separado".

Ambos tienen un hijo de 13 años. "Tenía el sueño de verlo graduarse de sexto grado y de ir con él al primer día de clases en la secundaria. Pero no pudo cumplirlo porque estaba preso", apunta la mujer. "Sé que mi esposo no se hubiera perdido ese momento por nada en el mundo. Mi niño nunca más ha sonreído desde que su padre fue detenido".

"La mayor ilusión de Pupo "es que Cuba sea libre, tengamos democracia y se pueda elegir al presidente, que no haya un partido totalitario en el poder"

Sin embargo, la mayor ilusión de Pupo "es que Cuba sea libre, tengamos democracia y se pueda elegir al presidente, que no haya un partido totalitario en el poder". Llegó a esa conclusión en parte porque "en su tiempo libre buscaba siempre información sobre historia. Estaba al tanto del todo y muy actualizado".

"Me convertí en mamá y papá de golpe. Desde ese día duermo muy mal porque me despierto en la madrugada pensando en cómo estará". Los guardias de la prisión "le dicen todo el tiempo que me van a meter presa si sigo exigiendo su libertad y la de todos los presos políticos en Cuba".

Cuando recibe esas amenazas, a Santana siempre le surge la misma pregunta que se responde de inmediato: "¿Qué hizo Samuel? Alzar su voz, exigir sus derechos y pedir libertad para su país. Estoy muy orgullosa de él".

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