Cinco horas de cola por siete libras de papa

La Habana/"Llegaron las papas", grita Gloria desde su balcón para que su vecina se entere. Las dos salen corriendo para el mercado del barrio donde la cola se alarga por toda la cuadra. Son las ocho de la mañana y ambas mujeres se sientan al pie de un árbol, con la libreta en una mano y la bolsa en la otra, a esperar que avance la fila.

Dos horas después han hablado ya de la falta de detergente en las tiendas, del hijo de la vecina que vive afuera y vino de visita hace una semana pero que está "tan gordo" que ni se puede reconocer, de que también llegó el pollo y ahora están descargando los huevos.

"De aquí, de esta cola, me voy para la bodega que ya sacaron los huevos. Llegaron ayer, pero muy tarde, y hoy es que los van a comenzar a vender", dice Gloria a Virtudes.

"De aquí, de esta cola, me voy para la bodega que ya sacaron los huevos. Llegaron ayer, pero muy tarde, y hoy es que los van a comenzar a vender", dice Gloria a Virtudes

Al filo de las 11 de la mañana las amigas han agotado los temas de conversación y se aburren mientras pasan los minutos. Un jubilado que hace la cola junto a ellas cuenta que en su casa lo único que hay para comer es picadillo y por eso ha salido corriendo a buscar la papa "que tanto ayuda para agrandar". "Somos cinco bocas y poco picadillo, si le pongo unas papas picadas me rinde más", asegura.

A la una de la tarde ya Gloria y Virtudes han llegado frente al mostrador para comprar su cuota de papas. Ambas intentan convencer al dependiente de que les venda "unas libritas por la izquierda". "Mira Luis, después de cinco horas de cola, ¿tú crees que me voy a ir para mi casa con unas papitas? Dale chico, véndeme aunque sea 10 libras más", suplica Gloria. El hombre la mira y hace como que no la escucha mientras voltea otro saco de papas en el mostrador.

"Esta vez no pudo ser", dice Gloria. "Dice Luis que vino poca papa porque este año van a incluir también a otras provincias y que le tienen puesto hasta un inspector".

Este año la venta de la papa ha llegado a toda la Isla, después de años abasteciendo solo a las provincias productoras, Artemisa y Mayabeque, y la capital. En La Habana se venden siete libras del tubérculo por consumidor.

Los consumidores del mercado racionado tienen derecho a 14 libras de papa en varias entregas, por 1 CUP la libra. El suministro llega en los meses de febrero y marzo cuando durante la campaña de frío, pero este año las cifras varían.

La caída de la producción de la papa ha sido notable en los últimos años. En 1996 se llegó a exportar después de alcanzar las 348.000 toneladas. Con las reformas raulistas, ya en 2010, se autorizó su venta libre, pero en apenas cinco años la cosecha había caído a 123.938 toneladas y las autoridades tuvieron que importar 15.233 más para cubrir la demanda interna. En 2017 la papa volvió a quedar racionada.

Según una nota publicada en Juventud Rebelde este lunes, los habitantes de Pinar Del Río y Sancti Spíritus podrán comprar ocho libras por persona y los de Artemisa y Mayabeque nueve; en Matanzas, Cienfuegos, Villa Clara y Ciego de Ávila la cantidad oscilará entre diez y 13 libras. Para la capital, la cifra aumentará a diez libras per cápita en marzo y abril.

Camagüey y Guantánamo, donde los habitantes podrán comprar tres libras por persona, tendrán que esperar a la segunda quincena de marzo. El diario oficial precisó que después de esa fecha la distribución de la papa será trasladada a un frigorífico "donde se guarda una reserva para semilla", para el turismo y las "reservas operacionales". Además, a partir de mayo el tubérculo será distribuido solamente en la capital.

Según Juventud Rebelde la novedad de extender la venta a a las provincias que hasta ahora no recibían el producto se debe al aumento de la producción y el área de cultivo. "Aproximadamente se cosecharán 32.000 toneladas más que en la pasada campaña, puesto que se sembraron 1.550 hectáreas por encima de las sembradas el pasado año", señaló Ramón Rosa Martín, vicepresidente primero del Grupo Empresarial de Acopio.

Además, la siembra ha llegado a otras provincias que antes no cultivaban el producto, como Pinar del Río.

Cuando las vecinas llegan de vuelta al barrio con su preciada carga de papas la alerta se multiplica. Otras salen agitadas con sus bolsas hacia el mercado. "¿Hay mucha cola?", le pregunta una de ellas a Virtudes. "Niña, tremendo eso, imagínate que fueron cinco horas comprar estas papitas", grita a su vecina, que igualmente sale disparada. Es la una de la tarde y a ella le esperan quizá otras cuatro o cinco horas en la cola. Quizá menos, quizá más. "Se le va a una la vida en esto".

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