Un humorista oficial ameniza una Feria con pocas ofertas en La Habana

"Te puedo vender el derecho a comprar la cazuela porque ya yo he hecho la cola dos veces y ahora solo me interesa comprar el pollo"

Alrededor de la multitud numerosos militares custodiaban la entrada a la Plaza. (14ymedio)
Alrededor de la multitud numerosos militares custodiaban la entrada a la Plaza. (14ymedio)
Juan Diego Rodríguez

05 de noviembre 2022 - 18:11

La Habana/Micrófono en mano, el humorista Kike Quiñones intentaba este sábado arrancarle una sonrisa a los cientos de personas que se aglomeraban a las afueras de la Plaza de Carlos III en Centro Habana. Desde temprano, en el establecimiento se inició una feria cuya oferta estrella fue una cazuela de aluminio y dos cuartos de pollo frito por cada cliente. Pero los chistes del artista no lograron cambiar las caras alargadas de quienes esperaron por horas para comprar estos productos.

"Te puedo vender el derecho a comprar la cazuela porque ya yo he hecho la cola dos veces y ahora solo me interesa comprar el pollo", explicó una mujer a un joven que, tras contar el dinero que llevaba en la billetera, comprobó que le alcanzaba para pagar los 170 pesos del recipiente y los más de 40 que sumaban los dos muslos con sus correspondientes contramuslos. "Hay piezas de Lada y de Moskvitch también, pero yo no tengo carro así que eso ni me interesa", sentenció un anciano que marcó en la fila "antes de las nueve".

Alrededor de la multitud numerosos militares custodiaban la entrada a la Plaza. "Yo voy a ver qué usted está filmando ahí", ironizó Quiñones cuando una joven tomó su móvil para grabar el breve espectáculo. La broma solo provocó una carcajada en un uniformado pero no hizo gracia alguna entre quienes hacían la cola y que conocen los problemas que acarrea apuntar un teléfono celular hacia la Policía y las Tropas Especiales. "Ahora se ríen pero por menos que eso te ponen una multa o te meten en el camión directo para la estación", dijo un adolescente que esperaba para comprar la cazuela y el pollo.

Un rato después, la fila seguía creciendo y las bromas del humorista ya se habían apagado. Solo se escuchaban las quejas y los gritos de quienes, temiendo no alcanzar productos, gritaban que sacaran más comida a la venta y bajaran los precios. Antes de las 12 pm, la Feria ya languidecía sin apenas mercancía.

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