El nuevo arzobispo de La Habana confiesa estar “asustado”
La Habana/En una Catedral repleta y con pantallas que transmitieron la misa para quienes no pudieron entrar al templo, tuvo lugar este domingo la toma de posesión del nuevo arzobispo de La Habana, Juan de la Caridad García Rodríguez. El sucesor de Jaime Ortega y Alamino pronunció una homilía en la que reconoció sentirse “asustado” ante tanta responsabilidad.
“Ustedes comprenderán que estoy asustado” y “no entiendo el misterio de por qué estoy aquí”, declaró el prelado quien enumeró también sus deseos de que los cubanos puedan “vivir en paz, comer en paz, trabajar y estudiar en paz, y morir en paz”. Para lo cual “soñamos que nadie toque a nadie, que nadie golpee a nadie, que nadie dañe a nadie”.
Una multitud aguardó a García Rodríguez desde las primeras horas de la mañana en las cercanías de la iglesia. En la puerta principal de la Catedral lo esperó el cardenal Ortega y Alamino quien dio inicio a la ceremonia con el báculo pastoral entre sus manos y que posteriormente fue entregado al nuevo arzobispo. El próximo 29 de junio el papa Francisco le entregará en Roma el palio, un ornamento litúrgico propio de su estatus.
En la puerta principal de la Catedral lo esperó el cardenal Ortega y Alamino quien dio inicio a la ceremonia con el báculo pastoral entre sus manos
Para Marcia, de 66 años, “comienza una nueva etapa para nuestra iglesia y espero que traiga concordia y respeto”, aseguró a este diario. Cristiana y muy atenta a la vida eclesiástica, la mujer detalla que “hay muchas expectativas entre todos los que venimos frecuentemente a este iglesia y la gente ha recibido el nombramiento con alegría”.
A la ceremonia de este domingo asistieron obispos de varias diócesis cubanas y también el arzobispo de Miami, Thomas Wenski. La representación gubernamental estuvo encabezada por el vicepresidente del Consejo de Estado, Salvador Valdés Mesa y Caridad Diego, jefa de la Oficina de Asuntos Religiosos del Comité Central del Partido Comunista.
Junto a los feligreses que usualmente asisten a las misas dominicales en la principal iglesia habanera, se congregaron también numerosos corresponsales de la prensa extranjera, turistas de paso por la ciudad y decenas de curiosos. “Esto es un momento histórico y he venido para sacar fotos y enviárselas a mis parientes en Tampa”, detalló a 14ymedio un joven estudiante de Historia en la Universidad de La Habana.
Un grupo de fieles católicos provenientes de la región camagüeyana también llegaron hasta el lugar. “Estoy muy orgulloso que uno de los nuestros haya llegado tan lejos”, comentó a este diario Mauricio de 58 años y residente en Sibanicú, quien asegura que “desde hace años se sabía que este sacerdote estaba destinado a grandes retos”.
García Rodríguez, quien se desempeñaba como obispo de Camagüey, fue nombrado en abril pasado por el papa Francisco como nuevo arzobispo de La Habana. El nombramiento se produjo después de que el pontífice aceptara la renuncia del anterior arzobispo de la ciudad, Jaime Ortega y Alamino, quien había sobrepasado la edad de 75 años, que establece como límite el Código de Derecho Canónico.
García Rodríguez, quien se desempeñaba como obispo de Camagüey, fue nombrado en abril pasado por el papa Francisco como nuevo arzobispo de La Habana
Durante la misa de este domingo se dio lectura a un mensaje enviado por Francisco desde el Vaticano, en el que explicaba su decisión y aseguraba que García Rodríguez se encuentra “dotado de reconocidas cualidades intelectuales y morales”, además de gozar de “una amplia pericia en el ejercicio de la labor pastoral”.
Nacido en 1948, el nuevo arzobispo de La Habana fue nombrado sacerdote en 1972 y se integró a la parroquia de Morón y de Ciego de Ávila. Ha sido también párroco de Jatibonico y Florida, además de fundador y director de la Escuela para misioneros de la diócesis de Camagüey, de la que fue nombrado arzobispo en 2002.
García ha recalcado que espera que su episcopado sirva para aumentar los diálogos con el gobierno cubano, de manera que “la Iglesia pueda estar presente en los espacios que le son propios, como la educación, los medios de comunicación y la pastoral carcelaria”.