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La industria militar cubana se ha convertido en fabricante de material para la hotelera Gaviota

En lugar de armamento, la UIM se dedica a hacer colchones o tumbonas para turistas y material médico

Miguel Díaz-Canel visita una de las fábricas del grupo empresarial. / Estudios Revolución
Juan Izquierdo

06 de octubre 2024 - 19:17

La Habana/Las Fuerzas Armadas cubanas controlan cuatro grupos empresariales de los que rara vez se habla en la prensa oficial. Se trata de Geocuba –el más conocido–, la Unión de Construcciones, la Unión Agropecuaria y la Unión de Industria. De esta última, tras el reciente fallecimiento del general Juan Cervantes Tablada –su director por varios años–, se dijo que se encargaba de garantizar la renovación del armamento cubano, uno de los secretos mejor guardados del régimen. 

Más elocuente sobre el trabajo de la Unión de Industria Militar, pero sin aportar demasiados detalles, el sitio de las Fuerzas Armadas dice que su misión es la “reparación, fabricación, modernización y desarrollo del armamento y la técnica militar, así como otras producciones y servicios para las FAR y la economía”. Se fundó el 23 de diciembre de 1988 y su sede está en la calle Santa Ana, entre Loma y Bella Vista, en el municipio habanero de Plaza. Su web está inhabilitada. 

Un reciente número de la revista Verde Olivo ofrece más detalles sobre la Unión, creada con dinero soviético a través de “proyectos de desarrollo” armamentístico acordados con el Kremlin. Buena parte de su plantilla actual ha laborado allí desde los años 80, cuando la entidad se dedicaba a la “comercialización de artículos de uso militar”, no se sabe con qué países o instituciones. 

En imágenes de archivo divulgadas a inicios de año por Televisión Cubana, se mostraba a los técnicos de la Unión reparando cohetes y vehículos militares, “en preparación para el Período Especial que ya se avizoraba” y la caída del patronazgo soviético. 

Desde entonces –y bajo el mando de Cervantes Tablada– la Unión parece haber cambiado de tarea, al menos a la luz pública, y aunque afirma mantener “la disposición combativa del material de guerra de las FAR”, se dedica a la fabricación de otros equipos. Ahora se define como un “parque científico-tecnológico”, cuya jefatura no se sabe en manos de quién está, si bien hace años tenían un coordinador general, el primer coronel Ángel Franco Vélez

En imágenes divulgadas por Televisión Cubana, se mostraba a los técnicos de la Unión reparando cohetes y vehículos militares

Su principal cliente actual es Gaviota, la hotelera del Ejército, a la cual la Unión suministra piezas de repuesto y equipos. De fabricar y reparar armamento, la entidad pasó a confeccionar pomos, envases metálicos y cisternas, además de puertas, tejas, elementos de carpintería de aluminio, muebles, colchones, tumbonas, productos de higiene, baldosas y bombillos. 

Tienen un programa de “software y electrónica” dedicado sobre todo a los simuladores de juegos virtuales –que se utilizan para el entrenamiento militar– y una serie de productos electrónicos destinados a la medicina. Para ello cuentan con el Centro de Investigación, Desarrollo y Producción Grito de Baire, que fabricó 255 respiradores artificiales durante la pandemia de coronavirus y que ahora fabrica prótesis de cadera. 

Hoy día, la Unión gestiona un Sistema para Estudios Vestibulares, responsable de chequear a todos los pilotos, buzos y paracaidistas de Cuba. También crearon un Explorador del Sistema Nervioso Autónomo, que “permite valorar el riesgo de muerte súbita, la isquemia cardíaca y el síncope”.  

La Unión evita hablar, sin embargo, de su rol en la formación de los militares cubanos, que se entrenan en simuladores de fabricación nacional. Un inusual reportaje sobre las escuelas militares en Las Tunas, transmitido en Televisión Cubana a mediados de septiembre, daba fe de que la preparación básica de los tanquistas del Ejército se hace en simuladores de tiro y conducción de vehículos diseñados por la Unión. 

El mayor Eider Cardet explicaba el “bloque de simuladores” a su cargo tenía varias modalidades usadas por el Ejército cubano: tiro de tanque, de infantería y de BMP-1 (Boyevaya Mashina Pekhoty, el nombre que los soviéticos daban a vehículos de combate más ligeros que un tanque). Las municiones de BMP-1 son “costosas para el país”, aseguraba el reportaje, por lo que los simuladores son indispensables. 

La vaguedad en sus reportes públicos es una característica de la Unión de Industria Militar. Atrás quedaron los tiempos en que la entidad se jactaba de sus dos aportes más memorables al armamento: los fusiles Mambí-1 AMR y Alejandro, un rifle de francotirador. El Mambí, un arma de 2,10 metros y 14 kilogramos, es un fusil semiautomático que los militares cubanos utilizaron durante la guerra de Angola en los años 80, sobre todo contra vehículos terrestres.

En cuanto al Alejandro, inspirado en el Dragunov soviético y llamado así en homenaje a Fidel (Alejandro) Castro –que usaba un arma similar, con mirilla telescópica, para mantenerse lejos del combate y no arriesgar su vida, durante su estancia en la Sierra Maestra–, pesa cinco kilogramos y mide 1,12 metros. 

La vaguedad en sus reportes públicos es una característica de la Unión de Industria Militar

Intentando esclarecer el trabajo actual de la Unión, el Foro Militar General –un espacio de discusión sobre armamento en el que hay inscritos comentaristas cubanos– dedicó uno de sus espacios a la industria cubana. Las primeras ideas planteadas tuvieron que ver con la opacidad de la institución, puesto que los sitios oficiales que describen su trabajo están bloqueados o corruptos. 

Un usuario aseguraba que la Unión contaba con “serie de fábricas destinadas a la producción de armamento ligero de infantería, municiones, minas y otros medios de diverso tipo”, un dato confirmado por Verde Olivo. Otro señalaba sus presuntos vínculos con la empresa española Ingemat, dedicada a la automoción industrial, aunque en la página de la compañía no consta que tenga relaciones con el Ejército cubano. 

Con el acercamiento de las Fuerzas Armadas cubanas a Rusia y Bielorrusia –ha habido frecuentes intercambios entre altos cargos de los tres países en los últimos meses–, se abren nuevas puertas para la Unión de Industria Militar. El propio Cervantes Tablada había estudiado ingeniería en la Unión Soviética y en los arsenales de la Isla, grabados recientemente en la televisión rusa, hay no pocos equipos procedentes de la extinta potencia. 

Cuando Miguel Díaz-Canel, escoltado por Cervantes Tablada, visitó las instalaciones de la Unión a finales de 2023, el militar le dijo que a su cargo había 1.300 personas, entre militares y civiles. Asombrado el mandatario dijo que eran un ejemplo para la “empresa socialista”, porque producían más que cualquier estatal. El ministro de las FAR, Álvaro López Miera, aprobó el comentario, pero acotó: “Sin descuidar ni por un segundo la defensa”.

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