Dos inspecciones antes del incendio de los Supertanqueros detectaron múltiples fallos de seguridad
- El depósito 52, que explotó, no estaba diseñado para contener crudo
- Las reservas de agua para apagar un fuego industrial estaban en apenas 8,7% de lo necesario
La Habana/El incendio que destruyó parte de la Base de Supertanqueros de Matanzas el 5 de agosto de 2022 acabó también con su archivo. El fuego consumió los papeles que daban fe de las inversiones, las operaciones de mantenimiento y las descargas de buques petroleros, además de los reportes sobre el estado de las instalaciones. Al menos eso asegura un informe de Energía y Minas al que tuvo acceso un experto de ese ministerio, entrevistado por 14ymedio bajo condición de anonimato.
El documento fue redactado por una comisión que cumplía con lo solicitado por la Resolución 111, firmada el 12 de agosto de 2022 por el ministro de esa cartera, para recabar datos sobre el siniestro. El grupo, explica el experto –con varias décadas de trabajo en el ministerio–, fue integrado por el director de inversiones del ministerio y varios especialistas de la Unión Cuba-Petróleo (Cupet), que consultaron a técnicos de la venezolana Pdvsa y la mexicana Pemex que ayudaron a extinguir el incendio.
El inventario de errores técnicos que sufrían los Supertanqueros era alarmante, analiza el experto. Los cubanos han sabido poco del incendio y la prensa oficial se ha limitado a elaborar dos materiales: un documental sobre el hecho y una crónica publicada en Cubadebate. Ambas, lamenta, se han dedicado a plantear la cronología del siniestro sin mencionar dos datos clave: las causas y sus responsables.
Los cubanos han sabido poco del incendio y la prensa oficial se ha limitado a elaborar dos materiales: un documental y una crónica
Ambas incógnitas –que el propio Miguel Díaz-Canel prometió despejar cuando hubiera información– permanecen sin resolver, pese a los reclamos de las familias de los 17 muertos y 142 heridos que el siniestro dejó como saldo.
“En los Supertanqueros se recibían y almacenaban los combustibles consumidos en gran parte del territorio nacional y desde la base se realizaban también operaciones de exportación”, afirma el especialista. De ahí que la pérdida del archivo sea una tragedia que califica de “conveniente” para el régimen, dada la opacidad con la que el Gobierno cubano maneja sus operaciones petroleras. Muchas “evidencias originales ya no existen”, lamenta.
El informe analiza la situación del tanque 52, el punto central del impacto del rayo que, según la versión oficial, provocó el incendio. Ese depósito “fue sometido a una reparación capital en ocasión de la cual se le sustituyó el techo original –un techo flotante externo– por un domo geodésico”, que comenzó a operar el 31 de marzo de 2014, describe el experto citando el documento.
No se instaló una membrana flotante interior porque el tanque estaba diseñado para almacenar fueloil y las emanaciones de componentes volátiles de esa sustancia no requerían la instalación de la membrana, detalla.
“No se cuenta con evidencias de un análisis técnico para la decisión de este cambio de producto del tanque 52, con las medidas de mitigación correspondientes”
Sin embargo, a partir de 2020 el depósito comenzó a almacenar crudo, altamente inflamable, para lo cual el contenedor no estaba preparado. “No se cuenta con evidencias de un análisis técnico para la decisión de este cambio de producto del tanque 52, con las medidas de mitigación correspondientes”, vuelve a citar el experto.
Fue una violación de una norma elemental de seguridad, valora, “a sabiendas de que ese tanque no podía guardar crudo”. “Las empresas tecnológicas como esta tienen la responsabilidad primaria de velar por el tema de la seguridad, incluso si se le ordena otra cosa por las instancias superiores”, aclara.
El informe enumera, además, otros datos alarmantes, como el hecho de que durante las inspecciones del sistema contra incendios realizadas en 2021 y 2022 a los Supertanqueros se concluyó que las acciones de seguridad de la base no eran del todo satisfactorias. Algunos de los múltiples fallos registrados —31 solo en el panel de control automático del Sistema Contra Incendio— fueron, incluso, calificados como “reiterativos”.
El 7 de marzo de 2022 se inspeccionó el sistema de aterramiento del tanque, un examen que no incluyó mediciones de resistencia a tierra y continuidad –que hubieran garantizado el correcto estado de los cables que conectan el pararrayos con el terreno– por “falta de los instrumentos necesarios”.
Otro factor de peligrosidad eran los bajos niveles de agua en la provincia en el momento del incendio
Otro factor de peligrosidad eran los bajos niveles de agua en la provincia en el momento del incendio, además de los múltiples salideros de las tuberías matanceras. Las reservas destinadas a apagar un incendio en los Supertanqueros estaban a un 8,7% de llenado, afirma el experto. Las cisternas tenían solo 573 metros cúbicos, cuando sofocar un fuego de ese calibre exigía 6.577 metros cúbicos, según los especialistas. Además, las tres bombas de la estación estaban fuera de servicio.
El reporte de Energía y Minas incluye una cronología del siniestro, que narra cómo el bajo nivel de agua en las cisternas y la poca cantidad de espuma generada por la pipa del sistema contra incendios obstaculizaron el apagado del fuego.
A las 19:00 horas del 12 de agosto se interrumpió la operación de enfriamiento de los tanques 52 y 51 porque ya no quedaba agua. Los técnicos, además, no tenían conocimientos necesarios del proceso de rebosamiento por ebullición –la llamarada que lanza el crudo ardiente tras bullir bruscamente el agua– y por lo tanto se expusieron al peligro sin preparación alguna.
“Con semejante cantidad de deficiencias, lo extraño es que el cataclismo no se hubiera producido antes”, señala el experto. Las condiciones para que ocurriera un siniestro de esas dimensiones estaban ahí desde 2014.
Tampoco se ha sometido a investigación policial a los responsables del incendio, lo cual supone –según la fuente de 14ymedio– un nivel de impunidad “nunca visto” en cargos de responsabilidad. El desastre de los Supertanqueros supuso un típico “movimiento de cuadros”, es decir, una reorganización de los involucrados para garantizar su silencio.
Moreno analizaba la “ebullición desbordante” del crudo y afirmaba que “las medidas de seguridad fueron completamente violadas”
Lo contaba a 14ymedio, hace un año, Duanys Moreno, el joven que reportó con su teléfono el incendio y que acabó huyendo de Cuba, presionado por la contrainteligencia. En un documental publicado en su canal de YouTube, Moreno analizaba la “ebullición desbordante” del crudo y afirmaba que “las medidas de seguridad fueron completamente violadas” por los directivos.
“El Partido Comunista ha prohibido hablar del tema a los trabajadores de Cupet”, dijo entonces. El único sancionado fue "un señor de más de 50 años, de apellido Vega", técnico de Seguridad y Salud del Trabajo de la base.
Por su parte, Moreno publicaba una lista de directivos sobre cuyos hombros, en su opinión, estaba la responsabilidad del siniestro: Edrey Rocha, director general de la Empresa Nacional Comercializadora de Combustible, que “cedió su cargo” por petición del Partido y fue trasladado a La Habana para dirigir Cupet; Lidia Rodríguez, entonces directora de la división comercial de Cupet en Matanzas, promovida al cargo de auditora de su empresa a nivel nacional; y Alejandro Alfonso, jefe del Cuerpo de Bomberos de Mayabeque, es responsable –denuncia Moreno– de la muerte de los cuatro bomberos "no preparados" de su provincia.
Los dirigentes del régimen siempre se cuidan las espaldas ante el peligro, dice Moreno, pero son el doble de cuidadosos con los escándalos por su negligencia. El joven lo resume: en agosto de 2022 “no murió ningún jefe”.