Insumos más baratos, pero escasos y peores
Pinar del Rio/Comandante y Coronel, así se llaman los bueyes con los que Jesús Morejón, de 63 años, prepara un trozo de tierra para la siembra de arroz. Enterrado hasta las rodillas en el fango, grita los nombres de sus animales para exigirles que se esfuercen hasta el límite. El productor es uno de los tantos campesinos de Pinar del Río que ven con ojos críticos la rebaja de insumos agrícolas que ha implementado el Ministerio de la Agricultura (Minagri).
Vestido con ropa militar, la indumentaria más extendida entre los trabajadores del campo, Morejón cuenta que hace poco se enteró de los nuevos precios “y me fui a la tienda”. Cuenta: “me trataron muy bien y creo que los horarios son buenos, pero no había nada, todo se había acabado”. El desabastecimiento es uno de los problemas que más señalan los agricultores respecto al programa que ha sido ampliamente difundido por la prensa oficial.
La tienda de insumos agrícolas de la ciudad de Pinar del Río se llama La Capitana y se ubica en la céntrica calle Máximo Gómez. Una vez al mes llegan los productos que se le ofertan a los campesinos de la zona. El establecimiento abre de lunes a domingo y en sus anaqueles se ven ocasionalmente guatacas (azadones), guantes, calzado de trabajo y coladores de leche. Sin embargo, otras mercancías como las mangueras para el regadío o las cercas para delimitar un terreno apenas aparecen.
Hasta hace poco, Jesús Morejon militaba en el Partido Comunista, pero ahora ya no es “ni del CDR”, dice
Los insumos rebajados duran poco, pues una avalancha de necesitados agota las existencias en pocas horas. “Lo único que queda son sombreros, así no se puede avanzar”, se queja Morejón. Mientras habla, sigue faenando entre el lodo y los gritos de “¡Comandante! ¡Coronel!”, aunque tiene un minuto para comentar que “esta tierra es lo único que me queda para darle de comer a mi familia”. Hasta hace poco, este hombre de profundas arrugas militaba en el Partido Comunista, pero ahora ya no es “ni del CDR”, dice.
Como muchos otros agricultores de la zona, se muestra escéptico con una posible rebaja de los productos agrícolas en las tarimas de los mercados, una demanda muy extendida entre la población cubana. “Los precios no van a bajar; loco está el que piense eso”, refiere el guajiro, que no ve una relación directa entre la venta de insumos rebajados y la libra de arroz más asequible para el bolsillo de los compradores.
Durante la última sesión de la Asamblea Nacional, en la Comisión Agroalimentaria, se expusieron las profundas incongruencias e insatisfacciones con la aplicación en la comercialización de insumos, equipamiento tecnológico, piensos y subproductos para la alimentación animal. Las críticas apuntaron fundamentalmente a la falta de eficiencia en el suministro de piezas, partes y agregados para la reparación y mantenimiento de la maquinaria y los implementos agrícolas.
Según informó en esa ocasión Rodolfo Rodríguez Expósito, director general del Grupo Empresarial de Logística del Minagri, el país cuenta con centros para la comercialización de insumos en 148 municipios y 21 subcentros ubicados en zonas llanas y montañosas. “Una cifra que deberá aumentar”, aseguró el funcionario.
Sin embargo, más allá de los números, la calidad sigue siendo el blanco fundamental de las críticas. Así lo cree Leandro Escobar, usufructuario de la Cooperativa de Créditos y Servicios (CCS) Frank País, en el kilómetro cinco de la Carretera hacia el poblado de San Juan. A la espera de que el bravío sol “baje”, el hombre accede a conversar sobre unas rebajas de insumos que considera “buena”, pero a la que le reprocha que los productos se rompen con facilidad y tienen poca durabilidad.
“Las guatacas que venden son de fabricación cubana y de muy mala calidad”, detalla. Con las botas de agua ocurre otro tanto, aunque explica que “las que compro por la izquierda, conocidas como focas, son buenísimas”. Las autoridades agrícolas han reconocido a la prensa nacional que en el primer semestre de este año este producto “no entró al país”, “aunque están asignados fondos por 700 mil pesos para su adquisición”.
Proveniente de una familia con una larga experiencia en la labores del campo, Escobar considera que las palas que se venden en La Capitana son aceptables y al pico lo han rebajado a la mitad. “Ahora en lugar de 120 pesos, me sale en 60”.
“Antes, el petróleo para maquinarias costaba ocho pesos el litro. Lo han puesto a tres, pero cuando costaba más se encontraba y ahora no hay"
El beneficio mayor de la bajada de los importes radica, según este agricultor, en el petróleo para las maquinarias: “Antes, costaba ocho pesos el litro y ahora lo han puesto a tres, pero a través de la cooperativa”. No obstante, confiesa que “cuando costaba más se encontraba y ahora no hay… esto no lo entiende nadie”.
Tampoco cree que el actual programa impulsado por el Minagri redunde en una reducción de los costos de los alimentos en las tarimas. “Al contrario, con la sequía y lo que uno tiene que gastar para producir, posiblemente suban”, vaticina mientras aprovecha una nube pasajera para tomar el trillo hasta el surco.
Las autoridades del sector aseguran que se ha llevado a cabo una ampliación de los financiamientos para la adquisición de equipos, tecnologías e implementos. La facturación por concepto de compra de estos insumos ha llegado a mil 200 millones de pesos anualmente, pero aún es insuficiente.
Sentado al borde de un “tope” de arroz, Raidel Ramos, de 45 años y usufructuario de la CCS Carlos Hidalgo extrae agua de una laguna con un motor. “Yo nunca he ido a esas tiendas”, se excusa. “Es que nada más que rebajan los insumos, vuelan, y la calidad de las guatacas, las limas y las botas, es mala. La demanda es mayor que la oferta”, concluye.
"El campo en Cuba está peor que cuando la colonia"
El campesino se lamenta de la ausencia de un producto tan vital como el llamado alambre de púas, que permite cercar y proteger una propiedad. En cuanto a las maquinarias, apunta que “hay motores eléctricos, pero no de regadío”. Las bombas de agua que una vez llegaron a costar 2.130 pesos cubanos a través de esa red minorista, ahora se comercializan en 570, pero escasean.
El hombre no avizora una disminución de los precios de los productos agrícolas, en parte por la poca fuerza de trabajo con la que cuenta el sector. “¿De los 11 millones de cubanos, cuántos hay directamente en la agricultura?, pregunta en voz alta sin esperar respuesta. “La tierra se ha quedado sin gente, todo el mundo se ha ido para las ciudades”. Y concluye: “El campo en Cuba está peor que cuando la colonia. Seguiremos en las mismas o peor si no se invierte en grande”.