Tener internet en casa en Cuba es un privilegio y una fuente permanente de disgustos

Sin repuestos y sin asistencia para Nauta Hogar, los usuarios buscan soluciones en el mercado negro

Un trabajador de Etecsa haciendo reparaciones en una esquina de La Habana, en abril de 2024.
Un trabajador de Etecsa haciendo reparaciones en una esquina de La Habana, en abril de 2024. / 14ymedio
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19 de febrero 2025 - 00:11

La Habana/El servicio de internet doméstico Nauta Hogar está a punto de cumplir una década y la tecnología que hace posible su funcionamiento –módems, routers, cables y otros dispositivos– ya no da más. Ante la ineficiencia del monopolio de las comunicaciones Etecsa, que no brinda repuestos ni asistencia, los cubanos deben recurrir al mercado negro, donde los precios de estos implementos varía según el capricho del vendedor. 

“Cuando abrieron el servicio en 2016 hicieron una lista y yo me anoté”, cuenta a este diario Pedro, un espirituano cuya historia con Etecsa –como la de la mayoría de los cubanos– es una enumeración de disgustos y desencuentros. “A los dos meses firmé el contrato y me trajeron los equipos”. 

Aficionado a la electrónica, a Pedro le satisfizo contar con lo que –al menos entonces– era el último grito de la moda digital: tener internet en la casa era un sueño solo posible, para su familia, en el distante y dolarizado capitalismo. Para Cuba, rememora, ya era bastante impresionante contar con la escuálida conexión del móvil. 

Cuando cayó el primer aguacero fuerte de ese año, truenos incluidos, Pedro descubrió el talón de Aquiles de los nuevos “aparaticos”. “Esta es una zona de mucha tronadera y mucha tormenta. A todo el mundo se le empezó a fundir el módem”, explica. “Al de una vecina le cayó un rayo y yo me brindé para revisarlo”. 

“Esta es una zona de mucha tronadera y mucha tormenta. A todo el mundo se le empezó a fundir el módem”

Recuerda perfectamente la laberíntica placa de baquelita, atestada de chips y ciudadelas de circuitos. Una vez desatornillada la carcasa, vio claramente un cuadrado negro derretido sobre el plástico verde. “El microprocesador explotó”, fue el diagnóstico que le ofreció a su vecina. “Esto no tiene solución”. 

“Reparar cualquiera de esas placas es muy difícil. No se trata solo de contar con un repuesto sino también de tener técnica, mano fina”, observa Pedro, no sin orgullo: si no pudo arreglar el módem no fue por falta de habilidad. “Estas cosas son para desecharlas y comprar nuevas. Fuera de Cuba tiene que ser muy barato, porque los componentes realmente se echan a perder enseguida”. 

En las casas cubanas con Nauta Hogar el peso de diez años de uso, remiendos y gastos empieza a ser demasiado oneroso. “El precio es una locura si te pones a buscar en las redes”, señala. 

Georgina, ama de casa en Sancti Spíritus, coincide con Pedro. “Mi módem se rompió y empecé a localizar uno en los sitios de compra online”, relata. “En mi casa compartimos el internet con mi hermana. Cuando ellos se conectan en la casa de al lado, nosotros no entramos, y viceversa”. 

Hace poco se dañó su módem. Los precios en el mercado negro iban desde 15.000 pesos –de uso, un mal negocio porque no se sabe qué tiempo de vida útil le queda al equipo– hasta 35.000, “nuevo de paquete y con todos los aditamentos”. 

“En mi casa compartimos el internet con mi hermana. Cuando ellos se conectan en la casa de al lado, nosotros no entramos, y viceversa”

“Otra cosa es la velocidad”, lamenta Pedro. “Yo he hecho todo tipo de pruebas y sigo teniendo que usar Nauta Hogar fuera del horario pico. Siéntate a las ocho de la noche para que veas si el equipo puede llegar a la velocidad máxima del paquete contratado. Claro que no”. 

Incontables llamadas de socorro a los técnicos de Etecsa lo han convencido de una cosa: “Ellos no saben nunca nada. Si les reclamo por la velocidad me dicen que está todo el mundo conectado. Si les pregunto por la mala calidad del servicio, aunque uno pague la opción más cara –yo tengo cuatro megabits, aunque ahora ofrecen ocho–, alegan que es la congestión”. 

La presidenta ejecutiva de Etecsa, Tania Velázquez, dijo el pasado 17 de enero que el servicio de Nauta Hogar solo había atraído a 30.000 cubanos por año en los últimos cuatro años (en 2024, solo lo solicitaron 459). En total, hay 290.000 contratos de Nauta Hogar en el país. El crecimiento del servicio, lamentó la funcionaria, es de “un ínfimo 7,5%”. 

Haciéndose eco de estos datos, Girón comentó este lunes con ironía que quienes firmaban ese contrato con el monopolio comunicativo eran por derecho propio “argonautas”. Como los héroes del mito griego, los cubanos se enfrentan a “una tarea aparentemente imposible”: conectarse a internet. 

Etecsa, argumentaba el artículo, padece un incurable déficit tanto de módems como de teléfonos fijos, dos requisitos para la instalación de Nauta Hogar. La “interminable cola de demandantes” en busca de una respuesta se enfrenta al silencio de la aplicación Servicios en Línea, que Etecsa ofrece a sus clientes. 

Otro problema, se queja Girón, es que “pagas por algo inexistente”: cuando por alguna razón el servicio se suspende –sobre todo por carencias técnicas de Etecsa– hay que seguir pagando o se retira el Nauta Hogar. 

“Ellos no saben nunca nada. Si les reclamo por la velocidad me dicen que está todo el mundo conectado”

Con tal de no perder el servicio, los cubanos recurren a toda clase de “irregularidades”. El periódico exhibe el caso de un trabajador de Etecsa que, en Matanzas, puso en venta en redes sociales un “router para Nauta Hogar con todos sus accesorios: es llegar y conectarse”. Otro negociante vendía un módem “igual que los de Etecsa”, marca TP-Link, a 120 dólares. 

Resignados, los propios técnicos de la empresa –cuando pueden– ofrecen el servicio de instalar cualquier módem si el cliente lo consigue por su cuenta y solicita asistencia. Girón asegura que incluso la División Territorial de Matanzas está “preparando al personal” para superar cualquier “barrera idiomática” que obstaculice la instalación de los equipos, en su mayoría chinos. 

En esa provincia, si una casa en venta tiene Nauta Hogar se le suma 500 dólares al precio final del inmueble. 

Un aluvión de problemas adicionales, de contexto, afectan a quienes todavía, diez años después de instalado, insisten en confiar en Nauta Hogar. En un país sumergido en una crisis energética perpetua, el obstáculo es obvio. 

“Hace poco llamaron a mi casa de Etecsa para darle promoción a Nauta Plus, que ofrece hasta ocho megabits de velocidad”, cuenta Pedro. Su respuesta, después de una carcajada, fue: “Y si no tengo corriente, ¿qué hago con más velocidad?”.

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