Interrogatorio en el aeropuerto de La Habana
La Habana/El domingo 26 de octubre a mi regreso de un viaje a Polonia en un vuelo proveniente de Francia, fui sometido a un severo escrutinio que prolongó mi estancia por cuatro horas en el Aeropuerto José Martí de La Habana.
Primero, al intentar pasar por inmigración no se me permitió la entrada normal a mi país, sino que se ocupó mi pasaporte y se me hizo volver a la fila. Al rato dos agentes de Seguridad del Estado que se identificaron como personal de inmigración me sometieron a un interrogatorio de alrededor de una hora en el que les confirmé que había estado en Polonia, invitado por el Instituto Lech Walesa, que participé en el Foro Varsovia: Diálogo y Democracia, y que fui recibido por el viceministro de Asuntos Exteriores, Leszek Soczewica.
Todo lo anterior ya se ha hecho público y puede confirmarse en los respectivos portales de Internet de estas instituciones, lo que constituye adicionalmente un gran honor para mí. Me preguntaron si había asistido a los eventos algún otro pastor cubano, respondí que no. Me preguntaron entonces si no consideraba fuera de lugar, como pastor, mi participación en temas y asuntos relacionados a derechos humanos.
Les expliqué que aunque parte de los cristianos prefiere vivir una fe aislada y sin compromisos con las realidades sociales que les toca, otros quieren participar e incidir, inspirados en el evangelio mismo, pero también en paradigmas como Martin Luther King, Dietrich Bonhoeffer o Jerzy Popieluszko.
El agente de mayor rango y preparación me hizo notar en tono sarcástico que los tres ejemplos que mencioné eran mártires, como queriendo decirme: "Cuidado que no te conviertas también en uno". A lo que aclaré que si bien nunca evadiré el destino que Dios tenga para mí, aspiro a disfrutar en vida de los cambios que deseo y por los que trabajo para Cuba.
Me acusaron de contribuir a dañar la economía por difundir una mala imagen del país
Me pidieron que diera algunos ejemplos de los cambios que deseaba para Cuba, y mencioné, entre muchos otros, la despenalización de la discrepancia política y la legalización de partidos políticos. Entonces me acusaron de contribuir a dañar la economía por difundir una mala imagen del país, como lo hacen en sus informes las organizaciones con las que sostengo vínculos directos como Solidaridad Cristiana Mundial (CSW).
Les confirmé mis relaciones estrechas con CSW y mi aportación a sus informes. Me preguntaron si recibía un salario de esta organización, y les respondí que no y que mis colaboraciones eran totalmente voluntarias. Me preguntaron si sabía de dónde provenía el financiamiento de CSW, sugiriendo la posibilidad que fuese de la USAID.Contesté que no era asunto de mi incumbencia. Ellos me ripostaron que por el contrario sí debía serlo, a lo que yo reafirmé que no.
Pregunté si era legal este interrogatorio, en vez de permitir mi derecho normal de entrada a mi país, y advertí que dado el cansancio de numerosas horas de viaje no me sentía en condiciones para este proceso.
Me ofrecieron disculpas por el tiempo utilizado, pero aseguraron que disponían del marco legal para hacerlo. Me condujeron a la ventanilla de inmigración y realicé mi entrada legal a Cuba. Luego, tocó la revisión de mi equipaje.
Se me sometió a un exhaustivo escrutinio que concluyó en la retención del iPod que llevé para las conexiones a internet, 15 discos compactos relacionados con el foro en el que participé en Varsovia, tres libros con CD relacionados con el sacerdote Jerzy Popieluszko, asesinado por la Seguridad del Estado de la Polonia comunista en 1984, y una memoria flash con materiales de la televisión pública polaca (TVP). Además, me confiscaron el libro Elemento de Teoría Constitucional y dos ejemplares de la revista Puente Democrático: Diálogo Latino Cubano, ambos producidos por el Centro para la Apertura y el Desarrollo de América Latina (CADAL) que también estuvo presente en el foro de Varsovia.