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La izquierda carnívora y la visita de Obama a Argentina

El presidente de Argentina, Mauricio Macri, recibió al presidente de Estados Unidos, Barack Obama, este miércoles en la Casa Rosada en Buenos Aires, Argentina. (EFE)
René Gómez Manzano

25 de marzo 2016 - 18:34

La Habana/Tras terminar su histórico viaje a La Habana, el presidente norteamericano Barack Obama se trasladó a Buenos Aires a fin de realizar una visita oficial a su homólogo Mauricio Macri. Parece difícil imaginar dos escenarios más disímiles que los encontrados por el líder estadounidense en la Isla antillana y en el país rioplatense.

En Cuba, con independencia de los esfuerzos realizados ahora por ambas partes para normalizar unas relaciones que permanecieron envenenadas durante medio siglo, subsisten hondas diferencias de conceptos entre el veterano gobierno castrista, de vocación totalitaria, y los Estados Unidos, campeón mundial de la democracia y la libre empresa. Pese a ello, durante la visita las partes abordaron de manera muy diplomática esas divergencias.

En la República Argentina, por el contrario, el encuentro de Obama fue con un líder recién arribado al poder, que comparte idénticos ideales básicos y ha iniciado su gestión de gobierno con la manga al codo, haciendo todo lo que de él depende para poner en orden el aparato económico y estatal del país; para sacarlo de las dificultades en que lo metieron los gobiernos precedentes.

Un ejemplo de ello son los despidos masivos realizados. Los kirchneristas y sus aliados ponen el grito en el cielo, hablando de cesantías de obreros. Quienes conocen la realidad, saben que el grueso de los despedidos son, para decirlo en argot cubano, simples “botelleros”: individuos cuya principal función laboral (si no la única) era acudir cada mes a cobrar sus salarios.

En cuanto a la actual visita, es verdad que existe cierta asimetría: al norteamericano le queda menos de un año en la Casa Blanca, mientras que el tiempo que lleva Macri en el palacio presidencial de Buenos Aires es menor que eso. Pero esta diferencia no parece importante en unas relaciones que, según todo indica, se encaminan a fortalecerse aún más en el largo plazo.

Durante la estancia de Obama en la capital argentina se levantó el coro que desde la izquierda carnívora critica de modo virulento el viaje

Durante la estancia de Obama en la capital argentina se levantó el coro que desde la izquierda carnívora, tanto en el mismo país visitado como en el resto de América Latina, critica de modo virulento el viaje y al presidente estadounidense.

Una líder de las Abuelas de la Plaza de Mayo calificó la visita como “una provocación y un despropósito”. En el colmo del sectarismo, las damas ni siquiera lograron llegar a un consenso para asistir al homenaje que, según se anunció, Obama rendiría a las decenas de miles de víctimas provocadas por la dictadura militar argentina. Es decir: a los mismos hijos, nietos, yernos y nueras de las belicosas ancianas.

A esta actitud de rechazo y condena se sumó también el kirchnerismo, así como, no podía ser de otro modo, esa especie de ministerio de propaganda del chavismo que lleva por nombre TeleSur. Su comentarista estrella, Walter Martínez, elogió hasta el exceso lo que un periodista preguntó a Obama acerca de los regímenes militares de los setenta. No contento con ello, el presentador televisivo criticó con amargura la habilidosa respuesta dada por el presidente norteamericano.

Habría que estar ciego para no ver el doble rasero que aplican todos esos apologistas del socialismo

Habría que estar ciego para no ver el doble rasero que aplican todos esos apologistas del socialismo. En Cuba les pareció muy correcto no mentar la soga en casa del ahorcado. Pero en la Argentina consideran una traición que el ilustre visitante prefiera centrarse en el futuro, en vez de consagrarse a esclarecer el pasado.

Máxime cuando, aun si los gobiernos estadounidenses de la época no se mostraron hostiles a los golpistas argentinos, lo determinante para que se perpetraran esas violaciones de los derechos humanos fue la voluntad de los mismos gorilas del patio. Y tal cosa (aunque ello no justifique las atrocidades perpetradas), como respuesta a la subversión desatada por los castroguevaristas, ansiosos por alzarse con el poder a sangre y fuego.

Esos izquierdistas carnívoros parecen no ver la flagrante contradicción en la que incurren: Por una parte, afirman que ahora América Latina es verdaderamente libre por primera vez (gracias a ellos mismos, según aseguran). Pero por la otra, no vacilan en criticar con virulencia la visita que el jefe de la superpotencia mundial realiza en plano de igualdad a uno de esos mismos países ahora libres.

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