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Los Joven Club en Cuba, el fin de un proyecto más político que informático

Muchos de estos locales, que se quedaron poco a poco sin clientes, fueron arrendados como almacenes a 'mipymes'

Palacio Central de la Computación, en la calle Reina, a pocos metros del Parque de la Fraternidad / 14ymedio
Lucía Oliveira y Miguel García

03 de marzo 2024 - 16:36

La Habana / Holguín/Donde antes estaban las mesas con pantallas y teclados, ahora se amontonan cajas de aceite vegetal, pilas de bolsas con espaguetis y algunos sacos de leche en polvo. Dos de los más importantes locales de los Joven Club de Computación y Electrónica en Holguín han sido arrendados como almacenes a pequeñas empresas privadas de la ciudad. La iniciativa, que nació en 1987 como punta de lanza informática del régimen cubano, lleva años en franco deterioro.

La crisis económica ha golpeado duramente a la red de Joven Club que, para su funcionamiento, necesita de frecuentes inversiones en equipos informáticos. "Las máquinas ya están muy viejas, y algunas las teníamos amontonadas en un rincón porque ni siquiera encienden", cuenta a 14ymedio un empleado del local del reparto Lenin en esta ciudad del oriente cubano.

"Hace meses que hemos pasado a ser un almacén de productos para las mipymes de la zona", reconoce el trabajador. "La dirección de Joven Club de Holguín debe recaudar unos ocho millones de pesos mensuales por concepto de servicios, pero como cada vez prestamos menos de nuestros propios servicios a la población, entonces tenemos que hacer el dinero de otra manera".

Con anterioridad, el dinero se obtenía del pago que hacían los clientes por "el tiempo de máquina", el alquiler de una computadora por unas horas, que los adolescentes y niños de los barrios cercanos utilizaban sobre todo en partidas de videojuegos, pero sobre todo del presupuesto estatal, que tenía a esta iniciativa como una de las "niñas de sus ojos".

"Ya cualquier chamaquito tiene un teléfono móvil que está mucho mejor que las computadoras con las que contábamos aquí"

"También ofrecíamos actualizaciones de antivirus, la copia de la enciclopedia Ecured y La Mochila (una alternativa oficial al paquete) pero eso en los últimos años no tenía mucha salida, menos después de que la gente pudo conectarse a las redes wifi y luego a la internet de los móviles", subraya.

La llegada, en diciembre de 2018, del servicio de navegación web a través de la telefonía móvil parece haberle dado un golpe mortal a una red de Joven Club que inicialmente estaba pensada para centralizar el uso de las nuevas tecnologías. "Ya cualquier chamaquito tiene un teléfono móvil que está mucho mejor que las computadoras con las que contábamos aquí. Si no lo tiene se lo pide a sus padres o a un amigo y puede descargar y jugar en lo que quiera".

A pesar de su pérdida de importancia social, la empresa Joven Club de Computación y Electrónica se sigue definiendo en su sitio digital como "una red de centros tecnológicos, con soluciones informáticas" al alcance de la mano de cualquier cubano. Añade que cuenta con "una amplia cartera de productos y servicios", pero un recorrido por sus locales holguineros apunta en otra dirección. 

La oficina de la entidad en la barriada de Pueblo Nuevo está cerrada. "No tenemos fecha de reapertura por el momento", asegura a este diario un custodio. "Quizás cuando volvamos a abrir ya aquí haya una tienda aquí porque es lo que se está haciendo con los otros", advierte el trabajador.  Afuera, la fachada despintada y el cartel con los colores apagados por la acción del sol distan mucho de la cuidada presencia que tenía antaño el Joven Club.

"Todo esto cayó en desgracia con la salida de Fidel Castro de la dirección del país, porque todo el mundo sabe que esto era un proyecto de él"

"Todo esto cayó en desgracia con la salida de Fidel Castro de la dirección del país, porque todo el mundo sabe que esto era un proyecto de él", cuenta a este diario María Victoria Contreras, trabajadora, por dos décadas, de los Joven Club habaneros. "Yo estuve entre las fundadoras y puedo decir que aquí los recursos corrían a mares, a diferencia de otros sectores, no nos faltaba nada".

Contreras asegura que en un inicio tenían mucha demanda, "hasta cola afuera, porque casi nadie tenía computadora en su casa y los muchachos querían sentarse frente a una pantalla, tocar un mouse. Vi a muchos niños jugar por primera vez con un teclado en el Joven Club donde trabajaba, son cosas que nunca se olvidan".

"El primer Joven Club que se inauguró fue el de la calle N, entre 21 y 23 al lado del Pabellón Cuba en La Habana", recuerda la jubilada. "La tecnología con la que contábamos en ese momento eran los teclados con pantallas monocromáticas, cosa que era todo un suceso para nosotros". Sin embargo, "ahora se necesitan inversiones para levantar esta red y el dinero ya no llega como antes".

Yordanis, un adolescente en los años 80, descubrió su pasión en aquellos locales tras pasar varias horas en las filas para acceder. Ahora, graduado de ingeniería informática, reconoce la importancia de los Joven Club en su vida pero considera que el proyecto "no se actualizó al mismo ritmo que las tecnologías". Para este profesional, "no se modernizó la infraestructura, el acceso a internet en los locales que ya lo tienen es de mala calidad y la experiencia del usuario deja mucho que desear".

El Joven Club del Reparto Lenin en la ciudad de Holguín ha sido convertido en un almacén de mercancías de 'mipymes' / 14ymedio

"No puedes emprender una partida de un videojuego de última generación en una computadora que el mouse no funcione bien, que al teclado le falten letras o que la pantalla no aguante la definición de gráficos de las interfaces actuales. Es frustrante y, además, la gente no quiere que le estén mirando por encima del hombro lo que está haciendo", añade.

El Palacio Central de la Computación y la Electrónica, ubicado en la intersección de las calles Amistad y Reina frente al Parque de la Fraternidad, en Centro Habana, es la instalación de este tipo más grande de todo el país. El inmueble ha experimentado todo tipo de transformaciones y diferentes usos a lo largo de sus más de seis décadas de existencia.

Primero, el colosal edificio fue la sede de la cadena estadounidense Sears en La Habana. Nacionalizado tras la llegada al poder de Fidel Castro en 1959, el local pasó años cerrado al público y convertido en oficinas burocráticas hasta que en la década de los 80 fue inaugurado como el mercado Centro, un experimento de comercio liberado que duró poco tiempo y que cayó en desgracia durante le proceso de Rectificación de errores y tendencias negativas de 1986.

Al antiguo inmueble de Sears le caería encima otro período de cierre hasta que en 1991 volvió a abrir sus puertas ya como Palacio de Computación. "Sus enormes salones y sus varios pisos resultaron siempre complicados para esta nueva función porque aquello siempre ha parecido más una tienda grande que un lugar para ir a usar una computadora", reconoce un trabajador fundador del local.

"Como hizo con otros edificios emblemáticos de La Habana, decidió que el antiguo Sears no se iba a dedicar al consumo ni le iba a dar un peso más a nadie"

"Pero Fidel le quería dar un escarmiento a toda esa gente que iba a marcar en la cola del mercado Centro desde la madrugada y luego revendía las confituras, las cervezas y las laticas de comino en el mercado negro", opina. "Como hizo con otros edificios emblemáticos de La Habana, decidió que el antiguo Sears no se iba a dedicar al consumo ni le iba a dar un peso más a nadie".

"En aquellos tiempos también dábamos cursos para aprender a usar programas y otras herramientas, teníamos incluso un Geroclub para las personas de mayor edad que querían acercarse por primera vez a una computadora, pero eso ya no se hace", comenta a 14ymedio el antiguo empleado. "Es que esto era un proyecto político más que informático, estaba pensado para crear el hombre nuevo pero en la computación y ese objetivo se perdió".

El ex trabajador de los Joven Club cree que la extensión de las nuevas tecnologías "lo cambió todo". Los cubanos "prefieren disfrutar de una película, un juego o una videoconferencia en sus casa, con unos amigos o sentados en un parque pero ya esas instalaciones están cada día más maltratadas y no dan ganas ni de ir a sentarse en una".

"Ahora hay otras prioridades", resume el empleado. En el listado de preferencias, las nuevas formas de gestión económica le están ganando el pulso a los antiguos programas oficiales, marcados por la masividad y los presupuestos abultados. La ciudad de Holguín va a toda velocidad en esa reconversión, donde antes se jugaba o programaba, ahora se acumula el arroz y el detergente líquido.

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