Los ladrones de ruedas de contenedores de basura actúan en pleno día en La Habana

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El hombre, mayor y de ropa ajada, recostó el cubo sobre la acera y usó una larga llave como palanca

Un hombre, mayor y de ropa ajada, recostó el cubo de plástico azul sobre la acera e introdujo una larga llave entre el soporte metálico y la base, a modo de palanca.
Un hombre, mayor y de ropa ajada, recostó el cubo de plástico azul sobre la acera e introdujo una larga llave entre el soporte metálico y la base, a modo de palanca. / 14ymedio
Juan Diego Rodríguez

30 de diciembre 2024 - 12:59

La Habana/¿Qué uso doméstico puede tener la rueda de un contenedor de basura? El enigma es difícil de resolver en un país agobiado por múltiples necesidades, pero la respuesta, a juzgar por la ola de robos que ha dejado “cojos” a no pocos depósitos en La Habana, tiene que existir. Las autoridades locales han denunciado la situación. Ha sido en vano. El desmantelador –o la pandilla, como aventuran algunos– sigue suelto. 

La operación, sin embargo, no se realiza clandestinamente ni de madrugada. Cualquiera que recorra las calles habaneras puede, a pleno sol, ser testigo de cómo se despoja a un contenedor de sus cuatro ruedas. Un reportero de 14ymedio fue testigo de cómo un hombre, mayor y de ropa ajada, recostó el cubo de plástico azul sobre la acera e introdujo una larga llave entre el soporte metálico y la base, a modo de palanca.

Basta un poco de músculo –aunque, en honor a la verdad, el anciano está en puro hueso– para que el disco se desprenda y caiga en una cubeta. Los transeúntes oyen el ruido sordo de la pieza al caer, pero nadie se inmuta. Cuando otro “resuelve”, la ley de la calle manda guardar silencio y seguir caminando. Nadie sabe cuánto vale esa rueda cuando el viejo la venda a un cliente para armar una carretilla de cargar agua u otros productos, pero todos comprenden que de eso dependen sus “frijoles”.

No hay que olvidar que, cuando un contenedor sin ruedas se desborda sobre la calle, revela que no solo los humanos se interesan por los desechos

La crisis cubana ha generado todo un catálogo de “gente de la basura”: buzos que pescan los trastos reciclables y a menudo comida; carroñeros que salen a cazar tarjas históricas, bancos de parque y cualquier trozo de metal al alcance de la mano; negociantes que saben qué uso dar a las piezas más insólitas –como las ruedas del contenedor– y a quién es mejor vendérsela; y mendigos cuyo mundo es la basura, porque de ella dependen cotidianamente para comer, vestirse y respirar. 

Para ellos, la basura de La Habana tiene estratos, geografía, orden cronológico, flora y fauna. No hay que olvidar que, cuando un contenedor sin ruedas se desborda sobre la calle, revela que no solo los humanos se interesan por los desechos. Perros, gatos, ratas y hasta pájaros recalan en el lugar para buscar lo suyo. 

En contacto diario con este mundo, los trabajadores de Servicios Comunales también sufren la “cojera” de los depósitos. Este sábado, tres empleados trataban de mover y vaciar un contenedor. La maniobra no podía ser más trabajosa. Como pegada al asfalto, la mole repleta de desechos permanecía inmóvil. 

Nadie en La Habana recuerda el viejo chachachá que mejor la describe, cantado antaño en Cuba –irónicamente– por el dúo mexicano Hermanos Castro: “¡A esconderse que ahí viene la basura! A esconderse, caballero, que se llevan lo que no sirve pa’ na”. 

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