La lista de Marta
La Habana/El cabello blanco y los ojos azules sugieren la estampa de una abuela salida de algún cuento infantil, pero Marta Cortizas es en realidad una habanera que tras emigrar a Estados Unidos encontró una manera de ser útil a sus compatriotas. Desde su apartamento en Kendall (Florida), compila cada día noticias, columnas de opinión y reportajes para enviarlos por correo electrónico a Cuba, en un servicio que se conoce como La lista de Marta.
Los envíos comenzaron hace casi siete años y hoy los reciben más de 50 suscriptores. Sus destinatarios son periodistas independientes, activistas de la oposición y de la sociedad civil o, simplemente, amigos.
Desde niña, Marta tuvo el hábito de leer y cuando comenzó a trabajar como mecanógrafa en la Biblioteca de la Casa de las Américas, en julio de 1967, quedó asombrada con el catálogo y la hemeroteca de la institución. A esta última la considera "el disparador" de su pasión por la información.
Entre las paredes de La Casa, como la llaman los habituales, conoció a Virgilio Piñera, Antón Arrufat, José Triana y Luis Agüero, que visitaban con frecuencia la sala de lectura. Trató con Mario Benedetti, Roque Dalton, Antonio Benítez Rojo, Iverna Codina, Fayad Jamís, Manuel Galich y guarda buenos recuerdos del "entrañable poeta Raúl Hernández Novás".
Los envíos de noticias y otras informaciones comenzaron hace casi siete años y hoy los reciben más de 50 suscriptores
Esta mujer de hablar dulce y tenacidad a prueba de desánimo llegó a trabajar como secretaria del poeta y ensayista Roberto Fernández Retamar. "Amé con pasión mi trabajo y logré el respeto de mis compañeros sin necesidad de pertenecer a las organizaciones políticas. De hecho, nunca pertenecí a ninguna", aclara.
Los años posteriores a su jubilación, Marta los dedicó al cuidado de su madre, pero ni el retiro ni la vida doméstica apagaron sus bríos de librepensadora. En medio del obligado encierro casero leía incansablemente. Con frecuencia esas lecturas incluían libros censurados por las autoridades, unos textos que profundizaron su postura crítica frente a la doctrina oficial castrista.
A inicios de este siglo, su esposo, Eugenio Leal, se vinculó a otros miembros de la oposición, periodistas, organizaciones y activistas, experiencia que compartió con Marta. Ambos participaron en la fundación de la revista Consenso, la primera publicación digital independiente que en 2004 vio la luz en la Isla.
"Comencé a fungir como secretaria y miembro del consejo de redacción", evoca Marta. "Fue una experiencia maravillosa que me ofreció otra realidad para, desde la revista, abrir una puerta a la libertad de expresión en Cuba".
En octubre de 2005 Eugenio y Marta sufrieron un aparatoso acto de repudio frente a su propia vivienda. "El hecho de que hubiésemos creado Consenso y de que tuviese su sede editorial en nuestra casa molestó a las autoridades".
Primero fueron amenazados por la Seguridad del Estado y días después "lanzaron un mitin de repudio masivo, que conllevó una guardia de 24 horas en los bajos de nuestro edificio por parte de agentes represivos, miembros del Comité de Defensa de la Revolución y militantes del Partido Comunista".
El cerco se prolongó durante nueve días, "con el objetivo de que nadie nos pudiera visitar y también para atemorizar a los vecinos. Desde esos momentos en nuestro vecindario quedamos sumidos en un ostracismo total y absoluto", lamenta.
Un lugar especial en sus recuerdos lo tienen "algunos prisioneros de la Primavera Negra que recibieron apoyo para abrir sus blogs personales"
Este suceso marcó un punto de inflexión en la vida de Marta. "Comprendí que por nada ni nadie uno puede perder su dignidad personal y sus derechos básicos como ser humano".
Si el mitin intimidó a los vecinos, con Marta surtió el efecto contrario. De hecho, continuó trabajando para Consenso y más tarde para la revista Contodos, hasta febrero de 2007, cuando salió el último número. Para entonces estaban por nacer los primeros blogs independientes.
"La blogósfera alternativa tuvo la virtud de establecer vínculos estrechos entre un gran número de activistas cívicos, periodistas independientes y opositores que antes estaban inconexos", explica. En los meses más intensos de 2008 y 2009 "se promovieron diversas campañas, tanto para denunciar violaciones de derechos contra los activistas opositores y los ciudadanos comunes como para exigir la liberación de los presos políticos".
Un lugar especial en sus recuerdos lo tienen "algunos prisioneros de la Primavera Negra que recibieron apoyo para abrir sus blogs personales, cuyos textos dictaban por teléfono desde la prisión". Marta transcribió muchos de aquellos artículos que después terminaron publicados en internet.
Al fallecer su madre, su hija –emigrada años antes– la invitó a visitar Miami, pero la Dirección de Inmigración y Extranjería le negó el permiso de salida durante tres años. "Aunque poseía pasaporte español no me permitieron viajar. Denuncié lo que me sucedía y finalmente me autorizaron a salir del país en octubre de 2010", detalla. "Tomar la decisión de emigrar ha sido la más difícil en mi vida", confiesa.
En Estados Unidos encontró "la libertad que tanto anhelaba, el poder votar democráticamente, la posibilidad de trazar metas y lograrlas, la satisfacción de ver el desarrollo" de su hija y sus nietas. Se siente feliz y agradecida del país que la acogió, pero advierte de que Cuba está por siempre en su corazón.
La emigrada hace un alto en ese punto de la historia y cita a Guillermo Cabrera Infante: "La nostalgia es la memoria del alma". Asida de esa añoranza y con el deseo de contribuir a través de las posibilidades tecnológicas, Cortizas vislumbró nuevos horizontes. "Empecé a copiar artículos, sobre todo de temas cubanos y algunos del acontecer mundial, que enviaba junto a mis misivas a los amigos".
Cada día trata de esmerarse en buscar lo más importante para mandar por correo electrónico. También desde la Isla le remiten solicitudes específicas
Casi sin darse cuenta aprendió a editar los artículos, quitándoles las fotos, disminuyendo la letra, para que consumiesen menos memoria al enviarlos. Así comenzó a crecer tanto la información que enviaba como el número de receptores.
Cada día trata de esmerarse en buscar lo más importante para mandar por correo electrónico. También desde la Isla le remiten solicitudes específicas. "A todos los trato de complacer. Eso me hace sentir retroalimentada y útil", asegura.
"A veces empleo incluso más de cuatro horas diarias en recopilar información y trato de hacerlo los siete días de la semana. La mayor recompensa es recibir muestras de preocupación hacia mí cuando por distintas causas he dejado de realizar algún envío".
Por su labor no recibe ningún tipo de remuneración material y reparar las frecuentes roturas de su laptop corren “por cuenta propia”.
No cree que la apertura de zonas wifi con acceso a internet en varios puntos del país haya mermado la demanda de recibir noticias. "Mientras el Gobierno mantenga la mordaza a la libre información, mientras controle a través de sus mecanismos el acceso a diferentes webs, este trabajo será útil", sostiene.
"Me regocijaré el día que ya no sea necesario que siga haciéndolo. Entonces buscaré otra forma de servir".