Llegó la cumbre de los 77 y se fue la basura de las calles de la capital cubana
Los habaneros se burlan de los "retoques" de los Servicios Comunales a la ciudad, habitualmente sucia
La Habana/Hacía semanas que nadie los veía así, vacíos y relativamente limpios. Los cuatro contenedores de basura de la esquina de Espada y San Lázaro, en Centro Habana, estaban tan desbordados días atrás que apenas servían de punto de referencia para arrojar los desperdicios entre la calle y la acera. La mancha de humedad que rodea a los depósitos evidencia que la limpieza fue reciente, casi apurada, y por una razón concreta: la visita de los mandatarios del Grupo de los 77 más China.
Acostumbrados a vivir con las ventanas cerradas por el hedor del basurero, los vecinos de San Lázaro se sorprendían este viernes: "Cuando la orden viene de arriba, los Servicios Comunales saben funcionar a toda velocidad". La frase que todos repiten este fin de semana, entre la burla y el asombro, es: "Ya empezó la Cumbre".
Incluso los que no ven el noticiero comentan, con sorna, que lo que quiere Miguel Díaz-Canel no es tanto impresionar a los invitados extranjeros como disimular –con poco éxito, acotan– lo arruinada que está La Habana.
La recogida de basura ha sido intensiva y, contra la costumbre, diurna: a toda velocidad, un camión Hino se sitúa al lado de los vertederos mientras los obreros levantan el tanque y arrojan su contenido a la parte trasera del vehículo.
En la calle Belascoaín, una pequeña brigada pintaba varias fachadas con desgano. Entre pregón y pregón, un vendedor ambulante ofreció su diagnóstico: "Esto es fingir y nada más: por aquí no vendrán ni las moscas mientras Lula y Maduro estén el Palacio de las Convenciones".
Atrincherados cerca de los basureros –también vaciados– de San Miguel e Infanta, una bolitera profesional recomendaba a un chofer jugársela hoy al 77, el número de la cumbre, y al 1, que remite al caballo, uno de los sobrenombres de Fidel Castro. El hombre, sin embargo, declinó el consejo con una sonrisa: "Señora, de ese 'caballo' ya no queda ni el polvo", dijo, alejándose rumbo a su carro.
La brocha de otros pintores va dejando la fachada del tribunal municipal de Centro Habana de un color azul lechoso. Con otro azul, menos diluido, han pintado un par de paradas. "Son solamente retoques", opinaban quienes, arremolinados, esperaban la guagua.
Una sola pregunta quedaba por resolver este viernes, mientras Díaz-Canel estrechaba la mano del secretario general de las Naciones Unidas: Los mendigos que hurgan los basureros todos los días, ¿dónde están? La respuesta de los habaneros, frente a los depósitos vacíos, es inquietante: "Seguro los recogieron también".
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