Con las lluvias que aislaron las plantas de níquel en Moa se le acumulan los problemas a la Sherritt

En su informe anual la canadiense señala la falta de combustible y de personal, además de los apagones constantes

Inundaciones en Moa, Holguín, cerca de las plantas de níquel de Sherrit International.
Inundaciones en Moa, Holguín, cerca de las plantas de níquel de Sherrit International. / Facebook/Yulieska Hernandez García/Captura
14ymedio

29 de noviembre 2024 - 20:54

La Habana/Las lluvias torrenciales que cayeron sobre Moa esta semana crearon serios problemas a la minería en Holguín. El pasado 25 de noviembre –mientras las autoridades locales homenajeaban a Fidel Castro en el aniversario de su muerte– una reportera de la televisión local cubrió paso a paso la progresiva incomunicación de las dos plantas de níquel de la zona, la Pedro Sotto y la Ernesto Guevara. 

El aguacero arreció, las carreteras se inundaron y una crecida cortó el puente de acceso a la Pedro Sotto. Un grupo de trabajadores se quedó aislado hasta las 4:30 de la madrugada del día siguiente. 

Era un escenario preocupante para Sherritt International, el gigante minero canadiense que comparte con el Gobierno cubano la gestión de la planta, después de una temporada marcada por la baja productividad, los apagones y las tensiones administrativas. Las consecuencias de estos incidentes agravan el desencanto que los canadienses tienen con Cuba, advierte a 14ymedio el empresario William Pitt, heredero de varias minas que Fidel Castro expropió a su familia en 1960. 

Según la reportera oficialista varias instalaciones mineras sirvieron como refugio a los evacuados tras las inundaciones

Según la reportera oficialista varias instalaciones mineras sirvieron como refugio a los evacuados tras las inundaciones. Desorientados, muchos ni siquiera quisieron abandonar sus hogares y hubo “resistencia”, incluso ante oficiales del Ministerio del Interior. La periodista llama “a la disciplina” de obreros y pobladores en el asentamiento minero, y pide “evitar problemas y víctimas”. Moa está en alta tensión. 

“Muchos de los trabajadores ni siquiera iban ya al trabajo porque se habían autoevacuado en sus casas”, asegura Pitt. Su traslado a la Pedro Sotto y a la Ernesto Guevara depende de la Empresa de Servicios de la Unión del Níquel, de cuyos transportes no se sabe en qué estado se encuentran. 

A Sherritt, insiste Pitt, todos estos problemas le afectan de manera alarmante. Los titulares de la prensa canadiense sobre las inversiones de la empresa en la Isla son elocuentes: “¿Dudando en comprometerse con Cuba?”, preguntaba el pasado octubre un periódico a los accionistas de Sherritt. 

La empresa había reconocido ese mes –el día 17 el país se sumergió en un “apagón total”– que los problemas de Cuba iban de mal en peor, y que la minería era uno de los sectores más perjudicados, por sus exigencias energéticas. “El paso del ciclón Oscar”, afirma Pitt, “ya había afectado profundamente la producción de níquel y cobalto. La producción se redujo en un 50%, pero el Gobierno de Cuba está callado al respecto”. 

"La producción se redujo en un 50%, pero el Gobierno de Cuba está callado al respecto"

“El enlace entre Cuba y Canadá se deteriora”, diagnostica Pitt. “Ya a Sherritt no le interesa ayudar a Cuba si no tiene esperanza de recibir algún beneficio. Y ni hablar de donaciones, como antes, cuando donó neveras para instituciones de comercio en Moa y tecnología para el hospital general Guillermo Luis, y hasta un sistema de audio para la Colmenita Rayitos de Lucero”. Sherritt llegó a ayudar incluso a la cervecera Bucanero S.A.

“Tampoco se habla ya de que los Gobiernos de Cuba y Canadá trabajen en el Proyecto Former, en Moa, dedicado al desarrollo de la energía renovable, contribuir a la equidad de género y al mejoramiento de la calidad de vida de las personas en comunidades vulnerables, pues Cuba no tiene fondos con que equiparar las contribuciones canadienses”, explica. 

La incertidumbre marca cualquier transacción con La Habana y ese es un lujo que Sherritt no puede darse. “Su reporte anual”, asegura Pitt, “acaba de ser distribuido y se dieron a conocer los múltiples peligros económicos que legalmente tienen que reportar las compañías a sus inversionistas”. 

La lista es larga: falta de combustible y transporte, carencia de personal, apagones constantes. “No hay nada en el horizonte que reduzca estos peligros y en una situación similar están otras compañías mineras, como la australiana Antillas Gold”. Para la empresa, cuyas acciones han bajado vertiginosamente de precio, Cuba –donde busca oro– tampoco es un negocio rentable. 

Ni La Habana ni el gobierno local han hecho saltar las alarmas por la situación en Moa, y su impacto económico y social. El periódico Ahora no dedicó una sola nota al desastre.Tras el acto por el octavo año “sin Fidel”, la provincia recibió el anuncio –irónico, a la luz de los destrozos en la infraestructura– de que será la sede nacional del Día del Constructor.

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