Luces después de las cenizas
La Habana/Tímidamente, sin mucho ruido ni aspaviento, los habaneros se van sacudiendo el duelo nacional que desde el pasado sábado se ha decretado para toda Cuba con la muerte de Fidel Castro. A pesar de que las actividades culturales siguen canceladas, los teatros cerrados y los bares sin alcohol, los primeros adornos de Navidad comienzan a verse en algunas casas.
Los propietarios de estas viviendas ataviadas con luces y guirnaldas se arriesgan a ser reprendidos por los vecinos más cercanos al oficialismo o por la policía.
En una ciudad donde las autoridades han reprendido con severidad a quienes ponen música alta en sus casas o planifican alguna festividad, instalar algún objeto de decoración navideño resulta un verdadero desafío, un gesto de irreverencia más osado y contundente que una consigna opositora gritada frente a la Plaza de la Revolución.
Miles de familias en toda la capital cubana aguardan el fin de este periodo de recogimiento impuesto desde el poder para colocar bien visibles sus árboles con estrella y nieve fabricada a base de algodón. Son los símbolos de los nuevos tiempos, de las fiestas que inevitablemente llegarán tras el magno funeral.