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Managua es el nuevo destino de las ‘mulas’ cubanas

Desde que en enero de 2019 Nicaragua flexibilizó los requisitos para que los cubanos ingresen a Nicaragua, este país centroamericano se ha convertido en un destino de compras

Una avalancha de pequeños comerciantes cubanos compran compulsivamente y están moldeando las ofertas en los mercados de Managua. (Roberto Fonseca/La Prensa)
José Adán Silva/14ymedio

09 de diciembre 2019 - 19:58

Managua/La Habana/Las mulas han encontrado en Nicaragua un nuevo destino para comprar productos que después revenden en la Isla. Una avalancha de pequeños comerciantes cubanos compran compulsivamente y están moldeando las ofertas en los mercados de Managua.

Desde que en enero de 2019 el Gobierno de Daniel Ortega flexibilizó los requisitos para que los cubanos ingresen a Nicaragua, este país centroamericano se ha convertido en un destino de compras de miles de mulas que aprovechan las facilidades de viaje para abastecerse en Managua de productos escasos en la Isla.

En los centros comerciales y mercados del país se ven grupos de cubanos cargando bultos de mercancías, negociando precios, cotizando productos. Luego, aparecen en el aeropuerto internacional de Managua custodiando sus valijas, o "bolas" repletas de ropa, calzado y otros productos, mientras esperan para abordar el avión de regreso a la Isla.

En su mayoría viajan por Conviasa, la línea aérea del régimen de Nicolás Maduro, que realiza vuelos de bajo costo al menos tres veces por semana desde La Habana. Antes que Nicaragua abriera sus puertas a Cuba, las mulas preferían Venezuela, Guyana, Panamá, México, Ecuador, Haití y hasta Rusia para adquirir mercadería que escasea en la Isla.

Pero desde hace casi un año, Cuba está incluida en la categoría migratoria B que permite obtener un visado de turismo para una estadía de 30 días en Managua. Con estas medidas migratorias, la visa puede ser aprobada por el cónsul nicaragüense en La Habana, mediante un proceso simplificado que cuesta 30 pesos convertibles (CUC).

Los viajeros solo necesitan un pasaporte con al menos seis meses de vigencia, llenar los formularios, mostrar su interés en viajar y pagar el servicio consular, más 10 dólares por una tarjeta de turista que abonan una vez que llegan a Managua.

De acuerdo con una agencia de turismo que promueve los viajes de La Habana desde Managua, al inicio del año la mayoría de cubanos ingresaban con la idea de explorar oportunidades de viajar a Estados Unidos, otros venían a conocer turísticamente el país y un grupo menor con fines de compras.

La agencia se encarga de recogerlos en el aeropuerto en vehículos privados, alojarlos en hostales modestos por una tarifa de entre 12 y 18 dólares por noche, asignarles guías turísticos y proveerles transporte para los centros comerciales. Unas ofertas de "paquetes" de viajes de compras que también abundan en los sitios digitales de clasificados de la Isla.

A pesar de las más recientes medidas del Gobierno cubano para evitar que las divisas extranjeras salgan del país, los grupos de cubanos que llegan a Managua vienen con dólares en mano a comprar principalmente ropa y calzado, electrodomésticos, artículos electrónicos, cosméticos y bebidas alcohólicas, precisa el reportaje.

La mayoría rechaza hablar con los periodistas, rehúyen las entrevistas, se alejan de cámaras y micrófonos y, en ocasiones, hasta amenazan con puños o patadas a los reporteros. Quienes hablan lo hacen en condiciones de anonimato por temor a perder el privilegio de viajar.

Dentro de una boutique cercana a Ciudad Jardín, un barrio céntrico de Managua, una mujer que dice llamarse Marina, de la provincia de Holguín, se siente apenada por la respuesta violenta de un par de coterráneos suyos ante un periodista. Pero justifica la antipatía de sus compañeros ante los medios: "Nadie quiere regresar con líos a Cuba, venimos a hacer negocios, no a dar entrevistas".

El dueño de un negocio de cosméticos en el mercado Oriental, de origen salvadoreño, dice que ha mantenido contacto desde marzo con los cubanos por razones comerciales y que la mayoría son comerciantes informales o cuentapropistas.

"No hay un cubano que no tenga un pariente en Miami, en México o España. Ellos envían dinero a la Isla y de la Isla vienen a Centroamérica a comprar de todo lo que no hay allá por el bloqueo (embargo)", explica el comerciante.

Una vez que las mulas logran adquirir la visa y el boleto aéreo, se dedican a promover sus servicios a través de las redes sociales para encontrar compradores que pidan productos "a la carta". "Víajo a Managua en diciembre, encargos al Inbox o WhatsApp", reza un anuncio en un popular grupo de Facebook dedicado al tema.

Muchas veces, cuando el cubano sale rumbo a Managua ya lleva un catálogo de encargos pagados de antemano y al regresar obtiene hasta el 300% sobre el precio que pagó en Managua, comenta Alcides, un cubano dedicado al negocio de la importación de productos.

Algunos han viajado hasta tres veces a Nicaragua y han creado verdaderas redes de contactos comerciales: desde hostales exclusivos para cubanos hasta transporte a precios especiales y vendedores de mercancías a precio de mayorista en el Mercado Oriental.

"Ahora mismo en Managua hay decenas de cubanos que se han quedado estableciendo ese nuevo negocio de promover Managua como destino de compras y cobrar comisión por cada viajero que logran enganchar en los hostales y llevarlos de compras", dice Alcides.

Llegan "comprando de todo y por todo piden rebaja, a veces hasta crédito han pedido diciendo que van a volver, pero una no es pendeja y si no hay plata en mano no hay venta", dice riendo Isabel Rosales, vendedora de accesorios telefónicos en el Mercado Oriental.

La cajera de un supermercado mexicano que opera en Ciudad Jardín los cataloga como "compradores compulsivos" y "conflictivos": "No les gusta que una revise los dólares para evitar que sean falsos o que le regrese billetes en mal estado, pero esas son políticas de la empresa y uno no tiene la culpa de eso", se queja.

Ella señala que los cubanos adquieren ropas, calzados, licores importados, tabaco, perfumería y tecnologías de comunicación como tablets, celulares, accesorios y electrodomésticos pequeños.

"Piden facturas, reclaman garantías, preguntan si hay promociones u ofertas, prueban los equipos, se miden ropas y a veces hasta se las llevan puestas, si algo no les parece lo regresan, consumen alimentos dentro de la tienda y son exigentes con las compras, a veces están gritando pero ya me han dicho que ellos hablan así", dice.

Fuentes de turismo ligadas al Gobierno indican a La Prensa que el flujo de visitantes de la isla se ha mantenido constante desde enero, y que en su mayoría vienen con fines de comercio informal y poco consumo de turismo formal.

"No se puede decir que gastan mucho en turismo, consumen más en las compras en negocios informales, donde pueden regatear o conseguir productos sin impuestos", explica.

En las redes sociales de Nicaragua se han observado negocios en los mercados, con carteles ofreciendo descuentos a cubanos en sus compras al por mayor.

Desde la apertura de fronteras en enero, la fuente turística estima que si la cifra de visitantes cubanos hasta mayo era de aproximadamente 5.000, para noviembre la cifra rondaba ya los 11.000, pese al aumento de los costos de pasajes que en Conviasa ha subido de 400 dólares hasta 530 dólares desde septiembre.

De igual modo, el precio de los hostales ha subido de 12 dólares en enero hasta a 25 dólares desde septiembre. También las condiciones de vuelo han variado, según fuentes del Aeropuerto Internacional de Managua.

Si antes de mayo las aerolíneas permitían hasta dos maletas de 23 kilogramos y una pieza de mano, ahora limitan el cargamento a una pieza de 23 kilogramos y una maleta de mano de cierto tamaño que quepa en el compartimiento superior de la cabina.

Cualquier sobrepreso se cobra a 5 dólares por kilogramo hasta un máximo de 120 kilos por pasajero, deslindando la empresa responsabilidad por daños en el empaquetado de las maletas.

Debido al aumento de pasajeros con maleta cargadas de mercadería, la aerolínea en Managua ha establecido dos filas: una para quienes viajan con una maleta y otra para quienes traen varios bultos.

Si en el avión no hay espacio para más carga, los cubanos que se han quedado en el país organizando la logística, se encargan de almacenar la carga y enviar la mercadería días después a La Habana, donde la Aduana cobra los impuestos correspondientes.

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Nota de la Redacción: Una versión de este artículo fue publicada este domingo en el diario nicaragüense La Prensa y lo reproducimos aquí con la autorización de su autor.

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