Marabú habanero
Después de desplazar a la palma real en el campo, el marabú ha conseguido que la gente se acostumbre a su presencia
La Habana/A ambos lados de la Carretera Central y de la Autopista Nacional no hay otra planta que domine tanto el paisaje como el marabú. Sin embargo, este arbusto espinoso -que se ha convertido en una plaga en los campos de la Isla- ya no es solo un elemento de las zonas rurales sino que extiende su presencia también a las áreas urbanas.
En la céntrica intersección habanera que conforman las calles Carlos III, Infanta y Ayestarán, una mata de marabú crece desafiante a pocos centímetros de donde circulan los taxis colectivos y sacan fotos los turistas. La mayoría de los transeúntes no se percata de su presencia, otros bromean sobre el avance de la epidemia en las ciudades y unos pocos recuerdan que actualmente la planta invasora no está tan mal vista.
La que hasta hace pocos años era tenida por una especie indeseable ha pasado a erigirse en materia prima del carbón vegetal que el país exporta a EE UU, Europa y otras regiones. Recientemente las autoridades encargaron a China la fabricación de un prototipo de cosechadora de marabú para aliviar el duro trabajo que ahora realizan brigadas de hombres con guantes y machetes. Algunos artesanos también la utilizan para tallas y accesorios de madera, mientras que no pocos campesinos la consideran una infranqueable barrera para impedir el paso de extraños a sus terrenos.
Así, lentamente, después de desplazar a la palma real en el campo, el marabú ha conseguido que la gente se acostumbre a su presencia y empiece a sacarle partido a sus gruesas ramas. Le ha ganado la batalla a las otras plantas, a los insultos y a los planes estatales para acabar con él.
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