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Marrero abandonó Irán con las manos vacías y pocas promesas de ayuda económica para Cuba

El primer ministro espera que, con el nuevo Gobierno, Teherán invierta más en la Isla

El periodista Jaime Yoan Batista, holguinero como Marrero y residente en Teherán, fue un interlocutor complaciente / HispanTV
14ymedio

22 de agosto 2024 - 17:41

La Habana/“¿Hasta qué punto está dispuesta Cuba a cambiar?”. La pregunta clave del periodista de HispanTV que entrevistó a Manuel Marrero durante su visita a Irán, a inicios de mes, produjo un silencio incómodo en el primer ministro. Tras un largo rodeo, resumió la inmovilidad que su Gabinete –a juego con la Presidencia encabezada por Miguel Díaz-Canel– representa: “Bueno, jamás renunciaremos a los principios de la Revolución”. 

En menos de 30 minutos de conversación con un interlocutor que no iba a tenderle trampas –Jaime Yoan Batista, holguinero como Marrero y residente en Teherán–, el primer ministro expuso el mensaje que le interesaba: la ayuda económica de Irán podría llegar más rápido a la Isla, pero hay reticencias. 

Son dos países afines por su enemistad con Estados Unidos, argumentó, que reconocen entre ellos una alianza “muy fuerte”. “Siempre estamos coincidiendo en diferentes puntos de vista” con Irán, por la “cruel e injusta persecución” de “Washington y todos sus aliados”. De ella ambos se sienten víctimas en la arena internacional. “Somos dos pueblos guerreros”, dijo, de ahí que no comprenda por qué las relaciones económicas van tan despacio. 

“Tenemos identificados todos los campos en los cuales pudiéramos cooperar, dentro de ellos la biotecnología, que es clave y ya se han dado pasos importantes”, dijo

“Tenemos identificados todos los campos en los cuales pudiéramos cooperar, dentro de ellos la biotecnología, que es clave y ya se han dado pasos importantes”, dijo. Aludía a la vacuna Soberana 02, que Irán y Cuba fabricaron conjuntamente, y que el país persa vendió con el nombre de PastuCovac y que hasta el momento sigue sin recibir el aval de la Organización Mundial de la Salud. “Los países occidentales no nos iban a ayudar”, alegó Marrero, así que realizaron una “transferencia de tecnología” al Instituto Pasteur de Irán, que se mostró dispuesto a financiar la fabricación del producto. 

“En el campo de la energía tenemos importantes negociaciones que necesitamos seguir consolidando”, dijo, alegando a la “necesidad de combustible” de Cuba y que Irán podría aliviar. 

“Se requiere pasar a otra etapa”, presionó Marrero. Batista preguntó si ese avance se preveía que ocurriera al menos a mediano plazo. El primer ministro volvió a desviar la pregunta y dijo que esperaba que su presencia en la toma de posesión del nuevo presidente iraní, Masoud Pezeshkian, marcara “un antes y un después” en las relaciones comerciales. 

Marrero celebró el “cambio en la dirección del Gobierno”, que, aseguró, trae signos favorables para Cuba en lo económico. Pronto se percató de que su comentario implicaba que sus relaciones con Ebrahim Raisí, el anterior presidente –muerto en un accidente de helicóptero el pasado 19 de mayo–, no eran las mejores. “Todo nuestro pueblo sintió su lamentable muerte”, acotó. “Pero bueno, hicieron unas nuevas elecciones y hay una nueva dirección”. 

De Teherán, Marrero se va con una promesa del régimen de los ayatolás: a finales de año, una comisión iraní visitará La Habana por orden de Pezeshkian “para ya actualizar todos los convenios y fijar fechas de su implementación”. Solo palabras, al menos por el momento. 

Marrero habló de otros puntos comunes con Irán, en particular de su posición contra Israel y a favor de los palestinos. “Con el Estado de Israel sabe todo el mundo que no tenemos ningún tipo de relación diplomática”, espetó. Suscribió de forma “total” la postura de Teherán en la guerra y su apoyo militar a Hamás. “No se sanciona a Israel, pero sí a Irán, a Venezuela o a Cuba… me faltaba Rusia”, coincidió Batista.  

El primer ministro se atuvo a los lugares comunes para alargar su conversación, que sólo al final trató de la situación interna de Cuba

El primer ministro se atuvo a los lugares comunes –el bloqueo, el aislamiento al eje de “aliados”, la “independencia”, los “médicos en más de 50 países cuando nadie nos ayudó en la pandemia”– para alargar su conversación, que sólo al final trató de la situación interna de Cuba. 

“¿Qué está haciendo el Gobierno de Cuba para paliar un poco lo que está sucediendo desde el punto de vista económico?”, preguntó Batista y pareció que iba a subir el tono de la entrevista. Fue, desde luego, una falsa alarma. Marrero aprovechó el pie forzado y apeló a otros tópicos, como que el país hace todo lo que puede con sus propios recursos y dijo que Cuba “vive al día de su cuenta corriente”. 

“Incluso bancos amigos nos dicen que no pueden darnos créditos porque podemos ser sancionados”, se lamentó. “Los tiempos han cambiado, hay cosas y medidas que en su momento aplicamos que hoy ya no tienen sentido, hay que corregirlas. Identificamos ocho objetivos estratégicos”, dijo, aunque sólo aludió a contener la inflación, “intervenir el mercado cambiario ilegal” y un “combate feroz contra las ilegalidades”.

Preguntado por las nuevas elecciones en Estados Unidos, dio prácticamente como ganador a Donald Trump. “Ya lo conocemos y tenemos preparado un programa para un segundo mandato de Trump”, aseguró. “Pero estamos abiertos a la inversión extranjera, incluso a los cubanos residentes en el exterior que quieran invertir en su país”.

“No tenemos miedo a los cambios”, insistió, y para demostrarlo dio un ejemplo que roza la ciencia ficción: “Incluso si la Inteligencia Artificial se usa para el mal, nos estamos preparando para eso también”.

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