Marrero da lecciones de democracia y "sensibilidad" socialista con un monólogo en Gibara
“El pueblo necesita que las cosas cambien, pero con la Revolución que hicieron Fidel y Raúl”, fue su mantra
La Habana/En un maltrecho caney de fibrocemento en Cayo Palma, un batey holguinero, Manuel Marrero demostró este viernes su método para la consulta democrática: el monólogo. Las cámaras de Televisión Cubana, que lo siguieron en su periplo por Gibara desde “las primeras luces del día”, registraron el largo regaño del primer ministro a “algún que otro dirigente que no tiene la sensibilidad que se requiere para poder hablar con el pueblo”.
“Tienen miedo de venir aquí y que le digan en la cara las cosas que hay que decirles”, estalló Marrero, sudoroso por el calor de septiembre y rodeado por autoridades locales. La diferencia –subrayó– es que él sí está dispuesto a “sentarse” con los guajiros y pidió que le contaran sus inconformidades. La primera fila de la veintena de asientos en la escuelita eran funcionarios; los campesinos –pocos y de pie– esperaron su turno para tomar la palabra.
Televisión Cubana no le dedicó demasiado tiempo a las “insatisfacciones” en Cayo Palma, ni tampoco en Muñoz, otro caserío más poblado. La voz en off del reportero admitió que había un notable deterioro de los “caminos” para llegar a ambos pueblos y una “escasa oferta de bienes y servicios”.
Uno de los pocos testimonios televisados fue el de una mujer a la que las autoridades trajeron algunos insumos básicos –aceite y arroz–, pero dijo que no había “nada constante”. Tampoco les es fácil hacer trámites y hace mucho se rindieron a la hora de conseguir medicamentos.
Las bolas de pan no solo son de gramaje escaso, sino que se transportan en cajas sucias sobre las que vuelan las moscas
El pan es otro de los grandes problemas de los caseríos de la provincia oriental. Las propias imágenes fueron elocuentes: las bolas no solo son de gramaje escaso, sino que se transportan en cajas sucias sobre las que vuelan las moscas. La panadería de Muñoz, además, deja mucho que desear por la precariedad de las instalaciones.
Pronto la palabra volvió a Marrero, que “agradeció el apoyo a la Revolución” de los pobladores, aunque su situación fuera crítica. “Tenemos que acabar con la chapucería, la burocracia”, insistió con el habitual voluntarismo. “Todos los problemas, que no son pocos, los tenemos que conocer”. La solución es ya otra historia.
Para rematar aquella “alta expresión de la democracia socialista”, según Televisión Cubana, el primer ministro recaló en una escuelita rural, donde los pioneros estaban formados y de uniforme. Fue un diálogo “franco y ameno” con las comunidades humildes del Oriente cubano, resumió el reportero, mientras enfocaba en primer plano a un anciano gibareño con su reluciente gorra del Cuerpo de Marines de EE UU.
En un punto de su recorrido, Marrero confesó que realizaba aquellos intercambios como una suerte de modelo de asamblea de rendición de cuentas. Suspendidas desde 2021, estas reuniones vuelven a los barrios cubanos como prueba –afirma la prensa oficial– de que el Gobierno está dispuesto a escuchar a la gente en medio de la crisis. “El pueblo necesita que las cosas cambien, pero con la Revolución que hicieron Fidel y Raúl”, fue su mantra.
Los periódicos del Partido Comunista han reproducido este sábado escenas similares en todas las provincias
Los periódicos del Partido Comunista han reproducido este sábado escenas similares en todas las provincias, con dirigentes de menor rango. En Sancti Spíritus, por ejemplo, han logrado una curiosa muestra de “virtudes patrióticas”: la creación de una comisión oficial para “supervisar la calidad del pan de la canasta básica”, que pronto se transformó en la principal inquietud de la reunión.
En Villa Clara, por otra parte, la gente habló de los múltiples problemas de la recogida de basura y la proliferación de los delitos, pero Vanguardia no ofreció demasiados detalles sobre el debate. Allí también los delegados impartieron regaños y celebraron su propia disposición de “escuchar a los electores”.
5 de Septiembre da a la crónica de la rendición de cuentas el tono de una epopeya. Afirma que los delegados “mueven cielo, mar y tierra”, no aceptan “respuestas inconclusas o no convincentes” de quienes “perjudican a su gente”, y “rompen el corojo” –la suerte de grito de guerra que se le atribuye a Antonio Maceo– todos los días. En cada pueblo hay “mentes oscuras añorando apagones” para que se suspenda la reunión pero, advierten, ni eso podrá impedir que el dirigente esté ahí.
En cuanto al municipio de Segundo Frente, según Sierra Maestra, los delegados han pedido que se ponga la confianza en la “influencia del Partido” y de su primera secretaria en Santiago de Cuba –Beatriz Johnson Urrutia– para una solución de sus problemas. Una solución sin fecha, claro está, porque ahora el Gobierno solo pretende “escuchar”.