"A Martí lo hemos cosificado hasta el cansancio y los jóvenes lo ven como una realidad lejana"
Armando, profesor en Manzanillo, lamenta la manipulación de la imagen del prócer por el régimen cubano
Manzanillo/"A Martí lo hemos cosificado hasta el cansancio, lo limitamos a una foto, una consigna, un pedazo de mármol y cada vez los niños y jóvenes lo ven como una realidad más lejana", reflexiona Armando, profesor de Enseñanza Media en Manzanillo.
A 172 años del natalicio del apóstol de la independencia cubana, en la provincia de Granma también se rindieron los tributos habituales. Peregrinaciones, desfiles, matutinos especiales, vigilias, pero una apatía creciente se aprecia en un público ya de por sí más escaso. "Es que nos detuvimos en el tiempo. Nos volvimos monótonos y repetitivos.”
Desde la ciudad más grande hasta el pueblito más intrincado, tienen una calle, una escuela, un monumento a su nombre, pero "una sociedad que se reconozca martiana debe ser capaz de construirse sobre su legado, y ahí creo que vamos hacia atrás," agrega el profesor.
"A Martí hay que verlo como lo que es. Un visionario, pero sobre todas las cosas, un ser humano con una sólida formación ética y gran sabiduría. Por eso me disgusta ciertos manejos sobre su persona y su obra. Martí fue un patriota profundo, independentista, antiimperialista. Sin embargo, es cuestionable cómo se vincula de modo forzoso su pensamiento con un proceso marxista. Claro que eso no lo puedo decir en clases," dice con una sonrisa apenada. "
Y mucho menos que para construir la tumba de Fidel, al lado del mausoleo del maestro, debieron hacer un referéndum. Dicen los viejos, que hasta para hacer una fuente o una tarja, antes había que solicitar permiso a los ayuntamientos. No fue lo que se hizo en Santa Ifigenia en Santiago. Pero eso no hay quien lo cambie. Por suerte no es mi asignatura, así que me limito a decirle a mis muchachos que José Julián fue un guapo, e inteligente como pocos."
Manzanillo tiene una escuela primaria, una avenida, un cine y hasta una réplica de la casa natal de la calle Paula. Sin embargo, la avenida Martí está llena de zanjas que la afean, el cine no acaba de concretar su objeto social y el Centro Cultural aún no aquilata su privilegiada posición en el paseo de la ciudad.
Mientras tanto, Lázaro, un anciano que se autodefine como patriota desde niño, se lamenta. En aquellos años era común tener en las casas de los comunistas fotos del Apóstol. Nadie lo pedía, era algo que te nacía de adentro. Ahora todo ha cambiado. Los 27 de enero se hacía una Noche Buena Martiniana, una vigilia que se llenaba de gente en la casa de Navarro, el poeta. Ya no puedo ir por mi salud. Hoy los que van es porque los citan por el trabajo. En mi época íbamos como quien va a misa, a rendir culto al cubano más grande. Y punto."
Al preguntarle a Lázaro por sus sueños de octogenario, y sus frustraciones, nos desarma. "A mi edad ya no sueño. Hubiera querido otra ciudad, otro país. Uno martiano de veras. Hermoso, con prosperidad, aunque yo siguiera cargando sacos en el puerto. Así es que me conformo con rezarle a Martí por las noches. Y le pido perdón, como al niño Jesús, por todas las manchas que han puesto en su nombre".