El 2 de marzo de Otto Rivero
El que fue dirigente de la Batalla de ideas sobrelleva su 'plan pijama' como productor en la sala Covarrubias del Teatro Nacional
La Habana/Otto Rivero dirigió la entidad más poderosa de principios de este siglo en Cuba, la Batalla de ideas, pero fue defenestrado por Raúl Castro pocos meses después de que éste asumiera la presidencia. Ahora, el otrora líder juvenil sobrelleva su plan pijama como productor en la sala Covarrubias del Teatro Nacional, a unos metros de la Plaza de la Revolución.
Reservado y con secuelas psicológicas de aquella purga, Rivero se mueve por los entretelones de la conocida sala de presentaciones. Quienes no recuerdan sus días de gloria, no pueden siquiera imaginar que el callado empleado que coordina las funciones fue una vez uno de los hombres más poderosos de la Isla.
Tras su discreta apariencia se esconde alguien que controló los inmensos recursos de un supraministerio con poderes omnímodos, surgido a partir de la campaña por el regreso del niño Elián González a Cuba. Una entidad con la capacidad de intervenir las gasolineras, distribuir aires acondicionados o ser tropa de choque en actos de repudio contra disidentes.
Un 2 de marzo, pero de hace ocho años, una escueta nota publicada en la prensa oficial daba cuentas de su final
Un 2 de marzo, pero de hace ocho años, una escueta nota publicada en la prensa oficial daba cuentas de su final. El Consejo de Estado había decidido "liberar al compañero Otto Rivero Torres de sus responsabilidades como vicepresidente del Consejo de Ministros". Una frase que para los conocedores de la gramática oficial confirmaba su caída en desgracia.
La retirada de Rivero de esa foto de familia se veía venir desde que Fidel Castro se alejó por problemas de salud de la vida pública a mediados de 2006. El ex secretario general de la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC) había formado parte del séquito de "hombres del Comandante" y su destitución era solo cuestión de tiempo.
En las purgas que realizó Raúl Castro contra el equipo fiel a su hermano cayeron también el vicepresidente Carlos Lage y el ministro de relaciones exteriores Felipe Pérez Roque. Pero a diferencia de ellos, el truene de Rivero no fue objeto de una ácida diatriba pública.
Testigos cercanos cuentan que tras su remoción, Rivero vivió un verdadero calvario. Estuvo detenido en las galeras de la temida Villa Marista, el cuartel general de la Seguridad del Estado en La Habana. Se le acusó de haber permitido y participado en un enorme desfalco que succionó los fondos de la Batalla de ideas. Las pérdidas fueron millonarias en una época en que el petróleo venezolano permitía todo tipo de excesos.
Los investigadores policiales le reprocharon su falta de control sobre la entidad y haber permitido que se dilapidaran recursos en lujos, viajes al exterior y regalos. En el mercado informal circulaban parte de los productos desviados: camisetas blancas rojas y azules; refrigeradores hechos en China y equipos de climatización.
"Estuvo en un interrogatorio tras otro y su cabeza no pudo resistir", cuenta a '14ymedio' una fuente familiar cercana. "Cuando regresó a la casa era un zombie, no podía ni hablar"
"Estuvo en un interrogatorio tras otro y su cabeza no pudo resistir", cuenta a 14ymedio una fuente familiar cercana. "Cuando regresó a la casa era un zombie, no podía ni hablar". Su estado mental se deterioró hasta el punto de intentar suicidarse, pero "ni eso le salió bien", comenta el pariente.
La familia del exvicepresidente cayó en la precariedad económica. Le fueron retirados el auto con chofer y el suministro de alimentos selectos. Como castigo las autoridades enviaron a Rivero a trabajar entre maquinarias y tinta en la imprenta Federico Engels. Pero pasó semanas antes de ir por primera vez a su nuevo puesto a donde llegó convertido en un autómata enmudecido y cabizbajo.
Rivero no da declaraciones ni responde preguntas sobre su pasado. Todos los intentos de hacerlo hablar sobre el tema se estrellan contra el muro de su silencio. Pero un tic nervioso recorre sus manos al escuchar algunos nombres. Sus compañeros de trabajo lo describen como alguien "afectado" que ha estado "bajo tratamiento psiquiátrico".
De aquella seguridad con la que hilvanaba consignas en las tribunas no queda nada. "Se cuida mucho y evita que lo vean", cuenta a este diario un trovador que ha organizado varias presentaciones en la sala Covarrubias. "Ha cambiado mucho físicamente y la mayoría de la gente que le pasa por al lado no lo reconoce", apunta el artista, que prefirió el anonimato.
Antes de caer en picada, su trayectoria había sido meteórica. Con solo 38 años fue designado vicepresidente del Consejo de Ministros después de dirigir durante siete años la UJC. Licenciado en Economía y diputado en la Asamblea Nacional del Poder Popular, el joven escaló a toda velocidad el entramado del poder hasta colocarse a la diestra del Comandante en Jefe.
En el VII Congreso de la UJC, Fidel Castro definió a Rivero y a su equipo como "un ejército de vanguardia, una tropa élite de la Revolución". Cuatro años después, se había convertido en un apestado
En el VII Congreso de la UJC, Fidel Castro definió a Rivero y a su equipo como "un ejército de vanguardia, una tropa élite de la Revolución" por estar al frente de la Batalla de ideas. Cuatro años después de aquellas palabras, el flamante funcionario se había convertido en un apestado.
Para alojar a la Batalla de ideas se comenzó a acondicionar una lujosa casona en la céntrica esquina de 23 y B en el Vedado habanero. Allí pasaría sus días de gloria el prometedor dirigente. La llegada de Raúl Castro frenó aquel sueño y ahora el inmueble acoge a la Contraloría General de la República. Una cruel ironía.
La ficha biográfica de Otto Rivero también ha sido retirada de Ecured, un sucedáneo de Wikipedia hecho a la medida del oficialismo. Para muchos cubanos, aquel dirigente juvenil ya no existe o ha sido olvidado. Pero muy cerca del Consejo de Estado del que una vez fue parte, un gris empleado rumia su suerte de defenestrado bajo la tenue luz de una sala teatral.