En medio de los apagones, la Catedral de Cienfuegos se adentra en una Navidad sin luces
"Por culpa de los apagones nos hemos visto obligados a oficiar iluminados únicamente por las luces de las lámparas recargables y las velas"
Cienfuegos/Las celebraciones litúrgicas que la Iglesia católica de Cienfuegos realiza esta semana de diciembre viven, como el país, en crisis. "Este año ha sido especialmente difícil organizarlo todo, debido a carencias materiales y a la motivación del pueblo. Intentamos mantener viva la esperanza entre la gente, pero no es fácil cuando la pobreza se ha adueñado de tantas familias", confiesa uno de los sacerdotes a cargo del servicio religioso en la catedral de la ciudad.
Este sábado, como tantos otros días anteriores, la misa ha sido programada para las 6:00 de la tarde en el templo. Existe el temor entre los organizadores de que la asistencia sea escasa, tal y como ha ocurrido en las últimas jornadas. "Por culpa de los apagones nos hemos visto obligados a oficiar iluminados únicamente por las luces de las lámparas recargables y las velas, pero cada vela nos ha llegado a costar hasta 200 pesos", señala el párroco con acento español.
En el interior de la amplia Catedral, apenas pueden distinguirse los bancos de madera en medio de la penumbra de un corte eléctrico. Para Mercedes esta vez no ha sido fácil cruzar el Parque Martí ni subir los escalones de la iglesia. "La calle está muy oscura. Frente a la glorieta del parque tropecé con un desnivel que hay en el piso y por poco me caigo. Soy católica desde que era niña y ni aún en los tiempos en que la religión estaba prohibida había visto tanta tristeza previa a las festividades navideñas", afirma la mujer de 72 años.
"Son las múltiples necesidades diarias, que no dejan tiempo ni siquiera para cultivar la espiritualidad"
El espíritu navideño parece muy apagado en la ciudad y no solo por la crisis de combustible que ha hecho este año brillar pocas horas al día a los arbolitos instalados en hogares y negocios privados. La ciudad de Cienfuegos sufre los estragos también de la inflación y la carestía de productos básicos, junto al éxodo masivo que se ha llevado a muchos jóvenes y dejado atrás a infinidad de ancianos solos y en una situación de extrema vulnerabilidad.
Desde hace años, en las iglesias cienfuegueras la mayoría de los rostros que se asoman son personas de avanzada edad. Impedidas muchas veces de salir de sus casas por los achaques, los problemas de movilidad o el temor a sufrir un accidente o un atraco en medio de la oscuridad de la ciudad, muchos de estos devotos de la tercera edad también han ido abandonando los templos poco a poco.
Según Mercedes, no es falta de fe lo que impide a los creyentes congregarse en la iglesia. "Son las múltiples necesidades diarias, que no dejan tiempo ni siquiera para cultivar la espiritualidad. La tarea de sobrevivir es cada vez más dura en este país. Muchos, antes de rezar, piensan en cómo alimentar a sus hijos. No los critico, porque no es fácil venir a escuchar una homilía, cuando no se tiene comida en la casa", asevera.
Este año no han podido instalarse micrófonos ni equipos de audio en la principal iglesia cienfueguera. Con la música escogida, una decena de asistentes al templo entonan sus voces lo mejor que pueden. Ante la escasa iluminación, los oficiantes hacen un esfuerzo por repetir en voz alta pasajes de la Biblia de memoria . "Soy miembro de esta comunidad cristiana desde hace 42 años. En esta época la asistencia era tan grande que en varias oportunidades quedaban personas de pie por falta de asientos. Para tener acceso a un banco había que venir por lo menos una hora antes del oficio. La Navidad era esperada y celebrada", recuerda Pablo.
Un candelabro con cinco velas, situado sobre la mesa del altar, permite que se distingan débilmente los rostros de los congregados
El propio hombre señala que los altos números de la emigración de los últimos tiempos también han contribuido a que la iglesia esté pasando por esta situación. "La mayoría de los jóvenes solo está pensando en cómo huir de esta miseria que nos oprime. Líderes laicos que trabajaban incansablemente para esta parroquia han logrado marcharse al extranjero, dejando su espacio irremediablemente vacío. Otros hermanos de fe han muerto, por lo que vamos quedando un pequeño grupo de fieles”, lamenta.
Un candelabro con cinco velas, situado sobre la mesa del altar, permite que se distingan débilmente los rostros de los congregados. La celebración eucarística se ha desarrollado con una brevedad inusual, propiciada por el apagón que a esta hora se extiende por la ciudad. Tampoco se han recogido donaciones en metálico, acaso porque los clérigos han comprendido que los devotos presentes tienen muy poco dinero que dar y mucho consuelo que recibir.
"Todavía nos quedan algunas actividades por realizar antes de que termine el año, incluyendo la misa dedicada a la Natividad de nuestro Señor Jesucristo. Lógicamente me preocupa la asistencia de feligreses a estos eventos tan importantes para los católicos, pero más inquietantes me resultan las causas por las que las personas no vienen a la iglesia. Comprendo que en Cuba la esperanza ha sido seriamente dañada por un sufrimiento provocado durante décadas. Para sanar las heridas del pueblo no basta con encender las luces de un árbol navideño. Este país tiene que iluminar con cambios reales a su gente", asevera uno de los sacerdotes, mientras se apresura a cerrar las puertas de la Catedral.