Desterrado por el régimen, el “hombre de la bandera" sigue luchando por Cuba desde EE UU
La imagen de Daniel Llorente, corriendo en el desfile del 1 de mayo de 2017 en La Habana con la enseña del "imperio", dio la vuelta al mundo
La Habana/“El trabajo que estoy ejerciendo es remodelando casas, haciendo reparaciones de manera esporádica, cosas de electricidad, tupiciones, todo lo que se averíe”. Las palabras de Daniel Llorente Miranda, el “hombre de la bandera”, enviadas a 14ymedio vía mensaje de audio, dejan claro que sigue llevando una vida precaria en Estados Unidos, donde llegó hace casi cuatro años, luego de un largo periplo tras ser desterrado de Cuba.
Llorente cuenta de sus empleos con buen ánimo, y asegura que al tener la residencia, no tiene zozobras por el endurecimiento de las políticas migratorias de Donald Trump, pero aclara que su manera de ganarse la vida nunca es nada fijo: “No es algo diario, en la semana pueden salir tres trabajos, pueden salir dos o pueden no salir”.
Reconoce que los empleos mejor pagados son los fijos, pero no es tan sencillo acceder a uno para alguien de su edad que, además, no domina el inglés. No obstante, la principal razón por la que ha evitado un empleo estable es que no quiere que nada le impida seguir dedicándose al activismo por la libertad de la Isla. “En ocasiones he tenido que ir a Miami a participar en acciones. Hace como cuatro semana participé en una protesta en el Capitolio de Florida. Y si estoy atado a una compañía, no podría moverme libremente y cumplir el propósito por el que vine a este país”, explica. “Aunque las personas no lo crean, sigo empeñado en el tema de Cuba”.
Hace tres años, al enterarse de que Llorente estaba sin hogar, Buran le ofreció alojamiento gratis. Ahora es el cubano el que le devuelve el favor
De vez en cuando, es noticia en la prensa local, y para bien. Hace unos días, un artículo publicado el periódico Tampa Bay Times narraba, por ejemplo, su historia de solidaridad con Ralph Buran, el veterano estadounidense con el que comparte casa.
Hace tres años, al enterarse de que Llorente estaba sin hogar, Buran le ofreció alojamiento gratis. Ahora es el cubano el que le devuelve el favor. Ambos hombres, que no hablan el mismo idioma ni provienen de la misma cultura, han levantado su amistad como una nueva bandera. “Sigo en Tampa, en la misma casa que menciona el artículo. El americano y yo seguimos viviendo juntos”, refiere a este diario, al tiempo que insiste en que su principal objetivo es seguir su actividad política en el exilio.
“Todos saben que yo no vine porque me quise ir de Cuba, sino porque me sacaron”, recuerda. La imagen de Daniel Llorente, colándose en el desfile del 1 de mayo de 2017 en La Habana con una bandera de Estados Unidos, dio la vuelta al mundo. Sería desterrado un año después, no sin antes pasar por un hospital psiquiátrico, con la intención de justificar su encarcelamiento.
El tiempo que pasó desde entonces hasta que tocó territorio estadounidense junto a su hijo Eliezer, en junio de 2021, fue toda una odisea, e incluyó una protesta ante la Embajada de Cuba en Guyana. Después, el “sueño americano” fueron noches y noches durmiendo en un auto.
A pesar de todas las dificultades, nada lo desvía de sus planes: luchar por la libertad de Cuba. “Ese es mi principal propósito, ese es mi plan de vida, y tengo fe en que voy a vencer con estos pensamientos que tengo”.
Advierte que tiene en mente realizar pronto una acción pública en protesta por la situación en Cuba. “Ya les contaré, ya se enterarán”, explica y al escucharlo es difícil no recordarlo corriendo por la explanada de la Plaza de la Revolución de La Habana ante los ojos atónitos de los guardias de seguridad, los generales con sus trajes verde olivo y la prensa extranjera.