Los militares cubanos de Gaesa, socios de la española Vima en otra tienda dolarizada
Se puede pagar con MLC, pero los empleados sugieren que van a suprimir esta opción
La Habana/Aunque no ha llamado tanto la atención como el Supermercado de 3ra y 70, inaugurado un día después, el comercio de Infanta y Santa Marta, en La Habana, es otra de las nuevas tiendas Caribe “dolarizadas” que el conglomerado militar Gaesa (Grupo de Administración Empresarial) abrió en días recientes a través de su corporación Cimex. En este caso, el establecimiento se presenta como “un proyecto de colaboración con el proveedor Vima”.
En sus anaqueles, de hecho, impecables y repletos, reina mayoritariamente, junto a contados productos chinos, esa marca, fundada por el español Víctor Moro Suárez y muy denostada por los habitantes de la Isla por su baja calidad.
A diferencia de 3ra y 70, en Infanta y Santa Marta no se aceptan dólares en efectivo, pero sí, como en el flamante establecimiento de Miramar, pagar con la tarjeta Clásica, que se recarga con divisa estadounidense.
Otra disparidad es que aún se puede pagar con moneda libremente convertible (MLC), si bien los empleados sugerían que esto no será por mucho tiempo. “Puedes pagar con MLC, pero te recomiendo que te hagas la Clásica, porque las colas para sacarla después van a ser violentas”, le decía una cajera de Infanta y Santa Marta a un cliente que entraba por primera vez. “¿Van a quitar la MLC?”, preguntaba este, a lo que la mujer respondía: “Eso dicen”.
Carteles repartidos por el local y otros trabajadores, así como las propias publicaciones de Cimex en sus redes sociales, empujan también a los usuarios a comprar el plástico, que tiene un costo de 5 dólares (uno de ellos queda como saldo). Operativa en hoteles, tiendas estatales y gasolineras en dólares, con su uso se aplica un descuento del 5% en tiendas y 10% en hoteles, pero con cada recarga “se descuenta” un dólar.
Aunque las máximas autoridades del país no han dicho nada al respecto, la obligación de pagar en dólares y el incentivo para usar la tarjeta Clásica –creada a principios del año pasado– se pueden considerar como un paso más hacia la dolarización de las transacciones en Cuba de la que habló el primer ministro, Manuel Marrero, el mes pasado ante la Asamblea Nacional y, con ello, el fin efectivo de la MLC.
Lo primero que llama la atención en Infanta y Santa Marta, con todo, es la cantidad de vigilantes multiplicándose en los pasillos. Sobre todo, en contraste con la única trabajadora que cumple la función de revisar las jabas al salir. Ante el retraso de la fila para salir y las consecuentes protestas de los clientes, este domingo, la empleada esgrimía: “¿Y qué quieren que haga, si soy yo sola?”. A lo que un hombre espetaba: “Pero mira cómo hay gente aquí sin hacer nada, que te pongan a alguien ahí para ayudarte”.
“Está bonita y tiene muchas cosas, pero como siempre, esto no lo puede pagar cualquiera”, lamentaba a las puertas del comercio una jubilada que solo compró un paquete de 3 kilogramos de detergente en polvo (por 8,95 dólares). “Y bueno, mucho verde”, señalaba destacando el color de Vima. “Yo de comida no compré nada, porque no puedo ni ver esa marca, que no es precisamente barata”.
Muy criticada por los cubanos por su baja calidad, Vima está presente en la Isla, con privilegios que no tienen la mayoría de las empresas, desde 1994, si bien fue inscrita en el Registro Nacional de Representaciones Comerciales Extranjeras apenas en octubre del año pasado.
La asociación con Gaesa no es nueva para Vima, que tiene, de hecho, su dirección en La Habana en la zona de Berroa, propiedad del consorcio empresarial de las Fuerzas Armadas. Su fundador, Víctor Moro Suárez, ha vivido más de 25 años en Cuba y fue presidente de la Asociación de Empresarios Españoles en Cuba.
Antes de este renacimiento, la tienda de Infanta y Santa Marta ha pasado por diferentes etapas. Con la dolarización de la economía en los años 90, se convirtió en uno de los mercados mejor surtidos de la capital cubana –al igual que la vieja “diplotienda” de 3ra y 70, frente al nuevo Supermercado–, en el que se podía pagar directamente con la moneda estadounidense y posteriormente con pesos convertibles.
Ubicada en una zona fronteriza entre Centro Habana y Cerro, está rodeada de barrios muy pobres, como el asentamiento El Platanito. Sus más pudientes vecinos eran, hasta hace poco, los residentes en el cercano edificio Fama y Aplauso, cuyos apartamentos fueron repartidos entre personalidades de la cultura cubana, voceros del régimen y periodistas destacados en la llamada Batalla de Ideas, una vuelta de tuerca ideológica impulsada a inicios de este siglo. Sin embargo, las figuras más poderosas han terminado por mudarse del inmueble hacia barrios al oeste de la ciudad. El nuevo mercado tiene, así, que lidiar con el empobrecimiento de un barrio donde no circula el dólar y, menos aún, la tarjeta Clásica.