Muere en La Habana Pedro de la Hoz, torquemada cultural del periodismo cubano

De su pluma salieron todo tipo de ataques contra proyectos independientes y acusaciones directas a promotores de iniciativas alejadas del paraguas oficial

El periodista cubano Pedro de la Hoz
El periodista cubano Pedro de la Hoz / Cubaperiodistas
Juan Izquierdo

05 de junio 2024 - 18:53

La Habana/El periodista cubano Pedro de la Hoz murió este miércoles en La Habana a los 71 años aquejado de cáncer. El crítico cultural deja una estela de artículos, libros y actos de censura derivados de sus posturas, muy apegadas al oficialismo.

Nacido en Cienfuegos en 1953, De la Hoz se graduó en periodismo por la Universidad de La Habana en 1976 y fue uno de los fundadores del periódico 5 de Septiembre, donde se especializó en temas económicos. Posteriormente trabajó para el diario Vanguardia, de Villa Clara, en el que pasó a escribir sobre cuestiones culturales.

En 1988, cuando los vientos de la glasnost soviética sacudían las redacciones en la Isla, se integró al equipo del diario Granma de la mano de la periodista Marta Rojas. En el órgano oficial del Partido Comunista se sumó a la sección de Cultura y tras la muerte de su figura principal, Rolando Pérez Betancourt, pasó a dirigir ese departamento.

A toda velocidad, De La Hoz se fue erigiendo como un comisario cultural que elevaba o destruía reputaciones y obras

Sus textos de aquellos años, especialmente de crítica sobre películas, espectáculos musicales y otras expresiones artísticas, lograron atraer a una audiencia que veía en sus artículos los guiños de un periodismo más cuestionador e incisivo. Sin embargo, no sobrevivió al derrumbe de la Unión Soviética y la radicalización ideológica que experimentaron los medios oficiales cubanos. 

A toda velocidad, De La Hoz se fue erigiendo como un comisario cultural que elevaba o destruía reputaciones y obras. De su pluma salieron todo tipo de ataques contra proyectos independientes, acusaciones directas a promotores de iniciativas alejadas del paraguas oficial y cualquier producto artístico que no entrara en sus estrechos cánones de lo que era ser "revolucionario". En su entorno era llamado "Pedro de la Hoz y el martillo", dadas sus posturas extremas.

De la crítica artística incursionó en el libelo político, un género que dominó y llevó hasta sus últimas consecuencias. Sus artículos parecían más los disparos de un francotirador parapetado tras el poder que aquellas reseñas, que lograban sacar hasta una sonrisa y que publicaba desde más de tres décadas. 

De La Hoz también desarrolló a su alrededor una gran red de clientelismo formada por artistas que ansiaban ser mencionados en algunos de sus artículos. Cuando llegaba a teatros, centros culturales o galerías, era reverenciado por quienes esperaban aparecer, con nombre y foto, en alguno de sus escritos. 

Recibió el Premio Nacional de Periodismo José Martí y se desempeñó como vicepresidente de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, cargo que ocupó a partir del VIII Congreso de esa organización.

Su más reciente y sonado uso de la coletilla fue su participación en el panel que arremetió contra el documental 'La Habana de Fito', del director Juan Pin Vilar

Entre sus principales enemigos de los últimos años estuvieron las nuevas tecnologías que permitieron a los cubanos, tras décadas de monopolio estatal de la parrilla televisiva, poder empezar a elegir el contenido audiovisual que consumen. Otro de sus fuertes fue la coletilla, un añadido lapidario que hacía antes de presentar algún producto cultural con el que no coincidía ideológicamente. 

Su más reciente y sonado uso de la coletilla fue su participación en el panel que arremetió contra el documental La Habana de Fito, del director Juan Pin Vilar, cuando se presentó en la televisión cubana. El filme, que se difundió en ese medio en una versión no autorizada por el  autor, fue precedido de los ataques que De La Hoz y el resto de los invitados lanzaron sobre la obra y su realizador sin derecho a réplica.

Con la muerte de Pedro de la Hoz, queda vacío un papel muy necesario en los medios oficiales cubanos: el autor de verbo fácil, pluma ágil y larga experiencia en temas culturales que esté, además, dispuesto a prestar su nombre para hacer de torquemada de artistas y creadores.

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