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Para las 'mulas', la vida continúa. Y el negocio también

Los vendedores confían en que el Estado no sepa satisfacer las necesidades de los cubanos como ellos

Las nuevas medidas anunciadas el pasado martes buscan frenar la fuga de capital. (EFE)
Marcelo Hernández

17 de octubre 2019 - 15:53

La Habana/Joaquín y Modesto son dos amigos y parientes que vieron desde el principio que los viajes a Panamá para traer a Cuba efectos electrodomésticos y motos eléctricas podían ser un exitoso negocio. Desde mediados de 2018 se han dedicado a complacer pedidos a la carta, otorgando un valor añadido a su tarea.

"Desde ayer todo el mundo me mira con lástima, como si hubiera sufrido una pérdida familiar o una amputación. La vida continúa y el negocio también", dice Joaquín, que lleva tres de sus 37 años viajando a Panamá para traer a la Isla los televisores pantalla plana, las lavadoras automáticas y los split que ahora pasan a ser monopolio del Gobierno.

Las nuevas medidas anunciadas el pasado martes buscan frenar la fuga de capital de quienes, como estos amigos, iban a comprar mercancías a varios países de la región para después revenderlas en el mercado negro nacional.

Joaquín sabe por experiencia que los cubanos desconfían mucho del Estado y que desde que hay acceso a Internet "la gente conoce de marcas y precios y no se va a dejar a estafar con productos made in no se sabe"

A partir de finales de octubre se creará, así, un mercado paralelo en el que solo se podrá pagar en moneda realmente convertible, y que beneficiará solo a quienes tiene acceso a remesas o divisas.

Joaquín sabe por experiencia que los cubanos desconfían mucho del Estado y que desde que hay acceso a Internet "la gente conoce de marcas y precios y no se va a dejar a estafar con productos made in no se sabe".

En el caso específico de los televisores, el Estado, opina, tiene la obligación moral de traer aquellos que cumplan con los parámetros de frecuencia "que solo se usan en Cuba y en dos o tres países asiáticos", y se pregunta quién quiere comprar una pantalla plana de 48 pulgadas para ver la programación nacional. "Los que van a comprar buenos equipos ya están en Netflix o por lo menos enviciados con el paquete semanal".

Joaquín tiene la esperanza de que los compradores del Estado no tengan la necesaria flexibilidad para atender a demandas específicas. "Si ellos se empeñan en traer refrigeradores de once pies cúbicos, que solo sirven para uso doméstico, nosotros ofreceremos otros de 20 pies cúbicos que son los que necesitan un bar o una paladar".

Pero aún habrá que esperar para ver cómo se concretan estas medidas. "Tengo un restaurante y necesito una cafetera profesional y también una máquina para amasar que hasta ahora no puedo traer como viajero, porque dicen que son máquinas profesionales y no entran en las importaciones personales", explica Pablo Armando, un emprendedor con un local de comida italiana en La Habana.

"¿Las empresas importadoras estatales que se habilitarán para que podamos hacer pedidos de productos incluirán este tipo de máquinas y dispositivos en el catálogo de lo que pueden traer?", pregunta el cuentapropista. "Y si un día tengo que importar harina o queso parmesano por esa vía ¿Me lo permitirán?". Por el momento, Pablo Armando sigue trabajando con una vieja cafetera que le compró de segunda mano y en el mercado informal a un diplomático francés que terminó su misión en la isla.

"¿Las empresas importadoras estatales que se habilitarán para que podamos hacer pedidos de productos incluirán este tipo de máquinas y dispositivos en el catálogo de lo que pueden traer?"

"La mayor parte de los negocios hemos podido abrir porque compramos a las mulas y no sé si el Estado puede competir realmente con ellas en cuanto a variedad de ofertas, porque el Gobierno tiene muchas trabas y limitaciones de qué no se puede vender o tener", advierte. "Por ejemplo, ¿le permitirán a un agricultor importar un tractor, a un ganadero traer semen para inseminación o a un zapatero importar cuero? Nadie sabe".

Modesto, el cuñado de Joaquín, también hace de mula y tiene, a sus 47 años, otra perspectiva. "Lo que a mí me preocupa es que el dólar se va poner muy caro y casi toda la mercancía que nosotros traemos la vendemos en CUC". Luego ellos tienen que cambiar lo ganado en la venta en dólares para poder seguir comprando en Panamá. "Si el dólar se llega a poner a 1,50, como se especula, se nos acaba el negocio".

Aunque no es economista, Modesto cree que si el Gobierno planea invertir el dinero obtenido mediante la venta de estos artículos en potenciar la industria nacional, solo pueden ocurrir son dos cosas. "O se quedan sin fondos para seguir comprando o tienen que esperar muchos años para acumular lo que requiere el financiamiento de la industria, que está en el piso. Me llama la atención que estas medidas no las hayan anunciado como un experimento", dice tras una pausa.

Los economistas también tienen dudas sobre el efecto de estas medidas. Para Mauricio de Miranda Parrondo, un académico cubano radicado en Colombia, el Estado ha decidido reforzar su capacidad monopólica y competir con los cuentapropistas con aranceles y otras ventajas con que estos no cuentan. Además ha puesto en evidencia que el CUC o peso convertible no es tal, puesto que ahora permitirán la circulación de divisas.

"A pesar de la insistencia en que son medidas orientadas a beneficiar a la población, vale la pena preguntar de qué forma puede la población acceder a un mercado en el que solo se venda en dólares si sus salarios son pagados en pesos y la cuantía de los mismos difícilmente alcanzaría para acercarse a dichos mercados", se preguntó.

El economista cree que "el Gobierno cubano prefiere seguir apostando a las transferencias unilaterales de recursos desde el exterior y no a la creación de la riqueza nacional mediante el trabajo productivo de la sociedad".

"Si no han podido mantener un suministro estable de esos productos hasta ahora, ¿qué garantiza que después de una semana no estén agotados los splits y los televisores?"

Mientras tanto, voces oficiales salieron en apoyo de las medidas. "Se acaba la reventa de splits y motorinas, se frustra el negocio de los vendedores de dólares y Cuba capta divisas para el desarrollo de la economía", dijo en su cuenta de Facebook el periodista de la televisión nacional Lázaro Manuel Alonso.

Luis Silva, el actor y humorista que interpreta al popular personaje Pánfilo, cree que el florecimiento de las mulas se ha debido fundamentalmente a los elevados precios que algunos productos han tenido en la red minorista. "Los cubanos han vendido splits en 700 CUC cuando nuestro Estado los vende en 1.000, 1.200 y 1.500 ¿Reventa?", cuestionó el intérprete.

Entre los comentaristas a la nota oficial, muchas dudas sobre los efectos de la mendida. "Si no han podido mantener un suministro estable de esos productos hasta ahora, ¿qué garantiza que después de una semana no estén agotados los splits y los televisores?", se pregunta Juan Marrero, uno de los lectores.

De aquí al 20 de octubre, cuando entre en vigor la nueva medida, queda muy poco tiempo para improvisar. Joaquín y Modesto ya tienen los pasajes sacados para llegar a la Zona Libre de Colón en Panamá con una lista de pedidos contratados por sus clientes. Entre el optimismo de uno y la mesura del otro hay suficiente espacio para la imaginación y la incertidumbre.

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