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Nueve meses de espera en la Cadeca de Camajuaní para conseguir 50 dólares

La “cola virtual” asustaba más que las reales: 7.362 personas aguardaban un turno para comprar los 100 dólares permitidos por las autoridades

Cadeca de Camajuaní / 14ymedio
Yankiel Gutiérrez Faife

26 de mayo 2024 - 15:24

Camajuaní (Villa Clara)/Pintada de azul chillón y enrejada en blanco, la Cadeca (Casa de Cambio) de Camajuaní es uno de los puntos álgidos del “bulevar”, las dos cuadras donde transcurre casi todo el comercio del pueblo. Con solo dos cajas y una pequeña oficina, de su bóveda salen –con cuentagotas– los dólares que tanto anhelan quienes, a la vera del edificio, hacen cola. 

Hace nueve meses, en julio de 2023, Osmany, de 24 años, y otros cinco familiares se inscribieron en la lista de espera para Cadeca que organiza la aplicación oficial Ticket. La “cola virtual” asustaba más que las reales: 7.362 personas aguardaban un turno para comprar los 100 dólares permitidos por las autoridades. 

“Mi intención era utilizar estos dólares en un viaje de compras a Caracas, pero la espera se prolongó más de lo previsto y decidí realizar mi viaje antes, en febrero de este año”, cuenta a 14ymedio Osmany que solo al volver de Venezuela recibió la noticia de que había tenido la “suerte” de ocupar uno de los 25 turnos diarios para Cadeca. 

La Cadeca de Camajuaní es uno de los puntos álgidos del “bulevar” / 14ymedio

Para llegar a la Cadeca tuvo que suspender un viaje a La Habana. Nada podía interponerse entre él y la “oportunidad”, asegura. Después de hacer malabares –y pasando de nuevo por la “canalita” de Ticket, pero esta vez para un pasaje de guagua– pudo reorganizar su agenda, levantarse temprano y acudir al “bulevar”.  

El 16 de mayo, a las 8:00 de la mañana, ya en los alrededores de la Cadeca merodeaban una treintena de personas. A simple vista se podían distinguir los que venían a resolver un problema concreto y quienes hacían cola por oficio. En un pueblo pequeño como Camajuaní, donde todo el mundo se conoce, ya está bien definido quién es el colero de cada barrio, que acude al “bulevar” con la misma puntualidad que los trabajadores estatales. 

Osmany encontró “ancianos esperando cobrar sus escuálidas chequeras; personas que aguardaban para depositar y extraer efectivo de sus tarjetas magnéticas” y jóvenes como él, ansiosos por “conseguir los dólares”. 

El espacio de la Cadeca era mínimo. Un par de butacas, las cajas, un reloj y un cartel  con una advertencia: ”prohibido usar celular dentro del salón”. “Solo una caja atendía a los presentes y mi número era el 32”, rememora Osmany. 

A las once de la mañana ocurrió lo inevitable. Un apagón en Santa Clara afectó el sistema de transacciones y paralizó la conexión. Con cara de pocos amigos, la cajera explicó la situación a los integrantes de la cola. 

Después de unos momentos que Osmany describe como “de confusión y caos” –la gente comenzó a enervarse–, se empezó a atender a los clientes uno a uno, con mucha más calma. Por fin fue su turno. “Recibí 50 dólares en efectivo y otros 50 en moneda libremente convertible, MLC. Por ellos pagué 12.360 pesos cubanos”, calcula, aliviado. 

El espacio de la Cadeca era mínimo. Un par de butacas, las cajas, un reloj y un cartel con una advertencia: ”prohibido usar celular dentro del salón” / 14ymedio

Ubicado entre Caibarién y Santa Clara –los dos puntos vertebrales del turismo en Villa Clara–, Camajuaní siempre se ha beneficiado de esa posición intermedia. En el pueblo, conocido por ser la meca del calzado en la Isla y por las mansiones que han levantado los zapateros, el dólar no falta. También es un punto fijo de las visitas de Miguel Díaz-Canel a Villa Clara. Allí tiene, como en el vecino Placetas, familia y empresarios que le son afines. 

La posibilidad de viajar a Venezuela u otros países cercanos para comprar ropa y otros productos que revender en la Isla es un negocio creciente entre los camajuanenses. 14ymedio contó, el mes pasado, la historia de María, una mula de 42 años que mantiene –trayendo ropa, zapatos y perfumes a Cuba y llevando ron, tabaco y vinos hacia otros destinos– una tienda en el “bulevar”. 

Después de ir una vez a Guyana, dos veces a Rusia, tres a Perú y otras dos a Colombia, este año partió, como Osmany, rumbo a Venezuela. Tras el viaje, ambos sacaron la misma conclusión: el dólar, “poderoso caballero”, es el lenguaje que mejor se entiende en las calles de Camajuaní o Caracas.

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