Nuevos ricos vinculados con el poder manejan los exitosos talleres de calzado de Camajuaní
Se entrelazan mafias familiares, distribuidores ocultos y una mano de obra, que por la miseria en que vive, necesita cada vez más ingresos para vivir
Camajuaní/Un taller de calzado en Camajuaní es una maquinaria eficaz y disciplinada. Los zapateros, encorvados sobre la mesa de trabajo, tratan de ignorar las cámaras de seguridad que los vigilan desde el techo. Hay ventiladores para refrescar el local, una nave larga y calurosa donde los artesanos cortan, cosen, martillan, pintan y empaquetan el producto final.
"Lo primero es que el diseño esté listo", explica a 14ymedio el administrador de uno de estos talleres que pide mantenerse en el anonimato. "Teniendo en cuenta esas medidas se corta el material y se preparan las piezas. Luego se monta la piel sobre la suela, con ayuda del molde, pegando y cosiendo ambos elementos para darles más resistencia. Por último, se limpia y pinta el zapato, antes de guardarlo en su caja: ya todo está listo para comercializar".
Con los 6.000 dólares que pidió prestados a su cuñado en 2016, pudo empezar a invertir en su proyecto. "Claro, cuando aquello el dinero tenía más valor", admite. Hoy le costaría alrededor de 15.000 fundar un negocio de esas dimensiones. "Empecé poco a poco: me hice un taller pequeño con nueve trabajadores detrás de mi casa, y compré las máquinas a unos zapateros que se iban del país".
La mayoría de las empresas de calzado en este municipio villaclareño nacieron durante el Período Especial. En esa época la fabricación de zapatos era una actividad ilícita, pero con el tiempo se fueron abriendo vías legales para su producción y comercialización.
El Fondo Cubano de Bienes Culturales es el canal decisivo para que los talleres de Camajuaní importen del extranjero el material que necesitan y cuenten con una plataforma para vender su producto. Según el sitio web de esta empresa, perteneciente al Ministerio de Cultura, sus ingresos "están destinados a la adquisición de materias primas, materiales, equipos, herramientas, accesorios, insumos y bienes para el trabajo de los artistas y artesanos cubanos".
El Fondo Cubano de Bienes Culturales es el canal decisivo para que los talleres de Camajuaní importen del extranjero el material que necesitan y cuenten con una plataforma para vender su producto
"Toda la materia prima se importa desde México a través de la filial del Fondo", asegura desde Camajuaní el administrador. "Cuando nos faltan los insumos tenemos que hacer las solicitudes. El Fondo las pasa al proveedor en México y nos hacen llegar una oferta con los precios. Si estamos de acuerdo, depositamos su dinero en el banco y en un mes, más o menos, tenemos la materia prima para seguir produciendo".
Las importaciones disminuyeron críticamente durante la pandemia, por lo que muchos talleres camajuanenses buscaron alternativas locales para suplir el déficit. "Por supuesto que el negocio es rentable", prosigue. "El retorno de la inversión inicial suele ser un poco lento, entre 6 y 12 meses. Pero con el paso de los años todo va prosperando".
Botas, sandalias, zapatos de vestir, chancletas; manufactura en cuero, piel sintética, goma; imitación de las grandes marcas (Adidas, Nike, Zara); todo a mejor precio que la oferta estatal o los productos que traen las "mulas" desde Estados Unidos, Europa o Latinoamérica.
Los eficaces talleres de Camajuaní parecen tener la clave para seguir produciendo y distribuyendo, cada vez a mayor escala: ahora el Gobierno cubano parece muy interesado en ayudarlos.
"¿Puede un pequeño negocio privado formar precios distantes de la locura del mercado? Una empresa de Camajuaní lo hace posible". Esta fue la promoción del reportero oficialista Lázaro Manuel Alonso, en su perfil de Facebook, a la empresa de calzado Jona's SURL, muy bien conectada con los canales de distribución del Estado.
"Su especialidad es producir zapatos", continuaba el periodista, "pero mañana hacen realidad un sueño: abren su primera tienda con los precios que ven en las fotos. Demuestran que cuando se eliminan los intermediarios, cuando el que produce vende, cuando la lógica no es obtener utilidades excesivas a costa del bolsillo del consumidor, entonces sí se puede. Con ellos conversamos hace varias semanas sobre las trabas para su gestión y son de los protagonistas del segundo reportaje sobre los tropiezos del sector privado en Cuba".
Riverón, que fue identificado como el "agente Cristian" de la Seguridad del Estado, estuvo involucrado en el acoso y expulsión de varios alumnos y profesores de la Universidad Central de Las Villas
Alonso se refiere a un reportaje que publicó en el Noticiero Nacional de Televisión, dedicado a "criticar" la gestión de solicitudes de los cuentapropistas cubanos por parte de la burocracia estatal.
En el reportaje, Alonso entrevistó a varios productores a lo largo del país, entre ellos a Yoandy Riverón, al que introdujo como "asesor jurídico" de Jona's SURL. Riverón, que fue identificado como el "agente Cristian" de la Seguridad del Estado, estuvo involucrado en el acoso y expulsión de varios alumnos y profesores de la Universidad Central de Las Villas. Los casos más emblemáticos son los de la profesora Dalila Rodríguez, la periodista Karla Pérez González y el animalista Javier Larrea.
Riverón fue reconvertido a "emprendedor" como parte de Jona's SURL, posiblemente la mayor empresa de calzado de Camajuaní, a la cual representa en eventos nacionales y ante funcionarios del Gobierno. La tienda de la que habla Lázaro Manuel Alonso exhibe no solo zapatos a precios supuestamente módicos, sino cuadros de Fidel y Raúl Castro, Miguel Díaz-Canel y numerosos diplomas por "proeza laboral".
Jona's SURL, conectada al Gobierno a través de Riverón, es dirigida por Luis Enrique Fernández López, conocido en Camajuaní como Luisito el Chapucero. Fotografías compartidas por el propio Yoandy Riverón en Facebook demuestran el lujo con que vive esa "familia" empresarial y sus vínculos con personajes cercanos al Gobierno, como Israel Rojas y Yoel Martínez, de la agrupación Buena Fe. Riverón también circula con orgullo imágenes de las reuniones de Jona's SURL con ministros como Alejandro Gil Fernández e Inés María Chapman, que han visitado sus talleres.
El proyecto de Luis Enrique Fernández, asesorado por Riverón, crece y multiplica su influencia. "Muchos de los hijos de Luis trabajan en ese negocio", revela el administrador de calzado que entrevistó 14ymedio. "Puede ser que él esté dando algunos de sus negocios a sus hijos para expandirse. En cuanto a si Jona's SURL se beneficia de alguna importación que otros zapateros no tienen, eso se desconoce".
Gracias a las conexiones de Jona's SURL, la vida de Luis Enrique Fernández, su familia y sus "asesores" es de un lujo desmedido. Por ejemplo, el hijo del magnate camajuanense, Jonathan Luis Fernández, que trabaja como "niño marca" de Jona's SURL, se hace retratar en redes en los mejores hoteles de la Cayería Norte cubana y manejando una moto Yamaha R1, cuyo precio está por encima de los 22.000 dólares.
El grupo, al cual pertenece también la empresa Calzados Yady's, se vanagloria de sus donaciones a hospitales y otras instituciones públicas. Es un modo de "lavar el rostro" a su gestión, que vincula al productor artesanal de las mipymes con los más altos niveles del Gobierno, contando con la mediación de la Seguridad del Estado.
En Camajuaní hay talleres de menor calibre que Jona's SURL, pero todos cuentan con sus tiendas y canales de distribución amparados por el Fondo Cubano de Bienes Culturales. Otros grupos como Yireh-Ebenezer o El Músico están entre las empresas registradas por el Gobierno como mipymes.
Riverón fue reconvertido a "emprendedor" como parte de Jona's SURL, posiblemente la mayor empresa de calzado de Camajuaní, a la cual representa en eventos nacionales y ante funcionarios del Gobierno
Sus tiendas, a las que acuden clientes de Santa Clara, Remedios, Caibarién, Placetas y muchos municipios fuera de Villa Clara, venden el modelo de chancleta "hawaiana" a 550 pesos. Un par de botas puede costar 2.500 y unos "tenis" entre 1.200 y 2.000. Para empresas estatales, Jona's SURL ofrece los "tenis" y zapatos de vestir a 900 pesos, las botas a 1.100 y el calzado femenino a 500.
La mano de obra de los talleres va desde jóvenes que abandonaron sus estudios hasta profesionales de cualquier edad, cuyo salario no alcanzaba para sostener a su familia.
"Siempre me ha gustado trabajar con niños", declara una ex maestra que ahora se dedica a la zapatería. "Pero desde hace algunos años aquí me gano la vida y me siento bien, aunque a veces con un poco de añoranza".
"Este tipo de trabajo necesita de mucho tiempo", afirma un artesano, "pero se paga muy bien. Incluso he visto a varias personas que cuentan con trabajo fijo, pero el salario no es suficiente y acuden a estos lugares en busca de ingresos extras. Así llevan las suelas y el forro para luego unirlos y coserlos en casa. Por esto cobran alrededor de ocho pesos por cada par de zapatos".
"Las máquinas son muy viejas y tienen mucho desgaste", asegura otro. "Tienen frecuentemente problemas en los garfios, en la sufridera, y hay que ir al taller de mantenimiento, para que el tornero lo repare".
Nuevos ricos, agentes del G2, ministros, mafias familiares, distribuidores ocultos y una mano de obra que, por la miseria y los altos niveles de inflación que vive Cuba, necesita cada vez más ingresos para vivir. Estos son los componentes de la industria del calzado en Camajuaní, un microclima que evidencia la turbia relación entre productores y funcionarios del Gobierno para sobrellevar –a base de complicidad y corrupción– la aguda crisis económica de la Isla.
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