El odiado chícharo se ha convertido en una legumbre cotizada y cara en Cuba

La libra de chícharos costaba 100 pesos hace un año y hoy se vende en 320

Así luce el almuerzo servido a los estudiantes de primaria en Cuba, con chícharo aguado, arroz y boniato
Así luce un almuerzo servido a estudiantes de primaria en Cuba con chícharo aguado, arroz y boniato / Yusnaby/X
Natalia López Moya

15 de septiembre 2024 - 15:51

La Habana/Formaba parte de un menú muy rechazado en los años 70 y 80. Junto al arroz y el huevo, el chícharo era de los vilipendiados "tres mosqueteros" que tanto se repetían en los comedores escolares y de centros de trabajo. Hubo cubanos que juraron nunca más volver a comer sus granos y hoy suspiran por un plato de su caldo denso, amarillo y difícil de pagar.

"En mi beca nos daban chícharos todos los días, aguados, sin sazones, sin nada dentro. Les cogí un odio tremendo, no los podía ver ni en pintura", reconoce Lisandro, de 47 años, quien pasó tres cursos en uno de esos preuniversitarios en el campo donde se iba a formar el “hombre nuevo”, pero del que él, asegura, solo salió "con giardias, veinte libras de menos y una conjuntivitis que no se quitaba con nada".

De aquellos tiempos recuerda especialmente los chícharos que le servían en una bandeja de metal, "pegajosa en la parte de abajo porque nunca las lavaban bien". Las "tías de la cocina echaban aquello que se veía que no tenía nada, ni una papita, ni un pedacito de carne, y a uno se le caía el alma a los pies". La mayoría de las veces, "así como los echaban así se quedaban, muy poca gente se los comía".

Hubo cubanos que juraron nunca más volver a comer sus granos y hoy suspiran por un plato

Sin embargo, esta semana Lisandro le ha pedido a su hermana, que vive en la ciudad de Sancti Spíritus, que le traiga unas libras de chícharo porque "allá están más baratas" y sus dos hijos tienen ganas de comerse un buen potaje de estas bolitas a veces verdes, a veces amarillas, que en menos de un año han triplicado su precio en los mercados cubanos.

Si en agosto de 2023, una libra de chícharos costaba en el mercado La Plaza Boulevard de la capital espirituana, unos 100 pesos, hoy se necesitan 320 para adquirir esa misma cantidad. "Incluso así están más baratos que en La Habana, donde la semana pasada llegué a pagarlos a 380 pesos", advierte el habanero a 14ymedio.

Precio por libra del chícharo desde agosto de 2023
Precio por libra del chícharo desde agosto de 2023 / 14ymedio

Producto importado, que apenas se cultiva en los campos cubanos, el chícharo estuvo por décadas vinculado a las mesas más pobres, incluyendo las cárceles y los cuarteles militares. Pero la subida de su precio y la caída en la producción de otros alimentos, como los frijoles negros y colorados, han revaluado su imagen en las cocinas cubanas. La llegada de variedades mejor presentadas también ha dotado de un manto real al antiguo mosquetero.

El chícharo también ha sido, por casi medio siglo, un remedio para estirar el escaso café. Los granos tostados y molidos se suman a la mezcla que termina en las cafeteras de las casas cubanas. Su maridaje ha llegado a tal punto en la Isla que hay gente que no puede disfrutar de una buena taza de café recién colado si no tiene también su correspondiente porción de guisantes. 

El chícharo estuvo por décadas vinculado a las mesas más pobres, incluyendo las cárceles y los cuarteles militares

"Tenemos chícharos verdes y amarillos, partidos, sin cáscara y en envases de medio kilogramo y de un kilogramo", advierte solícita una empleada de una mipyme de Centro Habana. En los estantes, bolsas con el conocido emblema de la marca estadounidense Goya, exhiben unos granos limpios, sin la piel que muchos dicen que les causa problemas digestivos.

"Se desbaratan, quedan hechos un puré de San Germán nada más que se ablandan y tienen muy buen sabor", advierte la mujer ante una cliente indecisa de si meterse la mano en el bolsillo y sacar los 500 pesos que cuesta el paquete de medio kilo. "Estos no son como los de antes, estos son de calidad", refuerza la vendedora.

Una vez en algún hogar, las redondas bolitas irán a parar a una olla de presión, se les agregará lo que haya a mano, que puede ir desde los básicos cebollas y ajos, hasta un pedacito de lacón o una malanga que terminará en el plato de los niños pequeños y los ancianos. Mientras saborean el caldo espeso, la nostalgia se disparará en algunos.

"Nunca pensé que esto me iba a traer tantos recuerdos de mi juventud", reconoce Lisandro. "Antes, mis amigos y yo nos dedicábamos a hacer tirapiedras para lanzarnos los chícharos y en el comedor de la escuela el chiste era tirarle los granos a las muchachas y a los profesores cuando no nos estaban mirando".

"En ese entonces yo criaba palomas y los chícharos que nos vendían por la bodega iban todos para ellas, en mi casa nadie quería comer aquello, ya bastante que lo teníamos que comer en la beca y mis padres en el comedor de su trabajo", recuerda. Ahora, en un pacto al estilo de aquel "uno para todos, todos para uno", el huevo, el arroz y su eterno compañero chícharo han escalado de clase. Los tres inseparables se han sentado en la silla real, cerca de ese exclusivo cardenal que son los garbanzos o la carne de cerdo.

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