El panorama eléctrico cubano se complica con el retroceso de las energías renovables

El gasto de las 'patanas' turcas y la importación de petróleo es insostenible para las finanzas de la Isla

El "alivio" de la crisis en el SEN se debe también a la patana turca que llegó a la Isla en noviembre, con la que ya suman siete las plantas flotantes en aguas cubanas. (14ymedio)
En Cuba hay seis centrales flotantes en este momento, aunque una no genera por falta de combustible. / 14ymedio
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04 de junio 2024 - 17:04

Día sí, día también, la prensa oficial se ocupa de mantener informada a la población sobre cada pequeño avance en la construcción de los nuevos parques solares con tecnología china que deben mejorar la generación eléctrica en Cuba. Este martes es Santiago, el jueves fue Holguín, dos semanas atrás Pinar del Río, hace 20 días Granma, y así hasta completar la mayor parte de la geografía cubana. En medio de la enésima crisis energética de los últimos años, conviene hacer ver que las cosas marchan. 

El parque solar del que hoy se ocupa el diario Granma “debe sincronizar con el Sistema Eléctrico Nacional (SEN) unos 20 megavatios” este mismo año. Habrá que apurarse, ya que, según el medio, se avanza actualmente en la limpieza y desbroce de la zona de El Cupey, en San Luis (Santiago de Cuba), donde estará la instalación, que se suma a las otras tres de su tipo en la provincia. A ellas habrá que sumar tres más, en El Maniel (Palma Soriano), Las Guásimas (Contramaestre) y otro sin definir, como parte de la estrategia de cambio de matriz energética que han anunciado las autoridades en las últimas semanas. 

En marzo, el ministro de Energía y Minas, Vicente de la O Levy, anunció dos contratos con empresas chinas con los que se pretende aportar “de manera paulatina” más de 2.000 megavatios al SEN. Los acuerdos prevén la instalación de 92 parques solares en la Isla, 46 en cada contrato, uno a concluir en mayo de 2025 y otro en el mismo mes de 2028. El plan incluye la puesta en marcha de 1.000 MW entre este y el próximo año en paneles solares, con los que se pretende ahorrar 750 toneladas de combustible importado. 

Los acuerdos prevén la instalación de 92 parques solares en la Isla, 46 en cada contrato, uno a concluir en mayo de 2025 y otro en el mismo mes de 2028

Las cosas deberían marchar muy bien para remontar la situación, precisamente en estos dos aspectos en concreto. Este lunes trascendieron los datos oficiales sobre la generación eléctrica en Cuba y los resultados no pudieron ser peores, con la reducción de 26% de la generación entre 2019 y 2023, el aumento de la dependencia de las importaciones y la reducción de las renovables. 

“La pérdida de más de una cuarta parte de la generación eléctrica en apenas 4 años –tanto de servicios públicos como de autoproductores (azúcar y níquel)– se asocia a la crisis económica actual y, de mantenerse esa dinámica, no podría apoyar una recuperación económica”, alerta el economista Pedro Monreal en su cuenta de X. En comparación con el año pasado, Cuba perdió un 2,5%, hasta 15.331,1 gigavatios por hora (desde los 20.705 de 2019).

No sorprende el número menguante de generación en las centrales termoeléctricas, que son actualmente ocho en la Isla, con 20 bloques. Sin embargo, las constantes roturas –derivadas de la propia edad de las centrales, la falta de mantenimiento y la calidad del crudo cubano con el que funcionan– contribuyen a que produzcan menos del 40%, según fuentes oficiales, de la capacidad potencial con que fueron construidas. 

Aunque la Unión Eléctrica de Cuba informa a diario de la situación de la mayoría, es casi imposible determinar cuáles funcionan en cada momento, puesto que en un día una termoeléctrica puede entrar en el sistema y generar su máximo previsto y minutos después sufrir una despresurización de la caldera y estar fuera. No es algo puntual, sino el día a día del sector.

Pero a ello se suma que Cuba se vio obligada a importar un 73,5% más de combustible que el año anterior para generar electricidad en generadores y centrales flotantes alquiladas

Pero a ello se suma que Cuba se vio obligada a importar un 73,5% más de combustible que el año anterior para generar electricidad en generadores y centrales flotantes alquiladas. “La importación de energía eléctrica (patanas turcas) parece haber funcionado como un parche temporal que pudiera conducir hacia un patrón de generación problemático”, continúa Monreal. Desde el 6,8% de energía que aportaban las centrales flotantes en 2020 se ha pasado a un 22,7% en 2023, un aumento extraordinario y muy caro, a pesar de que los contratos son prácticamente un secreto de Estado. 

Actualmente quedan en Cuba seis patanas –aunque una, Erol Bey, estaba inactiva este mayo por falta de combustible– de las ocho que ha llegado a haber en la Isla desde que comenzaron los contratos con la empresa turca Karpowership, en 2019. Este mayo salió del puerto de Mariel la Baris Bey, que ya genera electricidad para Guyana, país al que ha costado un millón de dólares hacerse con la planta. Además, cada kilovatio por hora que consuma en los próximos dos años costará 0,7 dólares adicionales. Como sostiene Monreal: “La representación gráfica de la dinámica comparada entre la electricidad generada por las ‘empresas de servicio público’ y las ‘importaciones’ (patanas) indica claramente que el muy alto crecimiento de estas no es sostenible a largo plazo”.

El peso de las fuentes renovables era en 2022 de 4,1% (inferior al 5% que se conocía hasta ahora), pero en 2023 descendió a un ínfimo 3,6%

La insistencia en el cambio de matriz energética habrá que evaluarla cuando el año haya terminado. Si la instalación de los paneles chinos marcha, y lo hace a la velocidad adecuada, se podrá contar con un cambio que hasta ahora no solo no ha sido a mejor, sino que lo ha hecho a peor. El peso de las fuentes renovables era en 2022 de 4,1% (inferior al 5% que se conocía hasta ahora), pero en 2023 descendió a un ínfimo 3,6%. La Isla se queda infinitamente lejos de sus objetivos. En 2014, el Gobierno declaró tener un plan para llegar al 24% en 2030, pero lo más curioso es que entonces dijo tener un 4,3% de energía renovable. De ser cierto, en estos diez años se ha retrocedido más que hasta el punto de partida.

Se calcula que Cuba tiene unas 2.800 horas anuales de sol, un inmenso caudal para una matriz energética basada en la fotovoltaica. Con 2.500, España tiene un 42,3% (datos de 2022) de energías renovables y apenas un 1,1% salen del fuel. Pero para ese cambio son precisas unas inversiones que la Plaza de la Revolución ha preferido gastar en la construcción de lujosos hoteles en previsión de una ola de turistas que no llegan.

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