Pese al desmentido de Sotomayor, fuentes de su entorno dicen que es dueño de la pizzería multada por la Onat
El atleta cubano afirma desconocer de las deudas y el estado financiero de la pizzería D’Soto
La Habana/El atleta cubano Javier Sotomayor ha negado rotundamente ser el dueño de la pizzería D’Soto, auditada por la Oficina Nacional de Administración Tributaria (Onat), que determinó una deuda al Estado por parte del establecimiento de 8.632.820,88 pesos. En un comentario al pie de un post en Facebook dentro de un grupo de atletismo –si bien ya ha sido borrado–, el campeón mundial de salto se defendió de la “publicación” aparecida en diversos medios y afirmó que D’Soto solamente tiene un dueño, su medio hermano Dariel Sotomayor. “Yo no tengo absolutamente nada que ver con su empresa, no he recibido ni puesto un centavo en ella ni tampoco he hecho gestión alguna”, asevera.
En su mensaje asegura que “los que realmente han sido, son clientes o trabajadores de D’Soto saben que no tengo absolutamente nada que ver con su empresa”. Y explica: “El ser Dariel hijo de nuestro padre hace que tengamos el mismo apellido y alguien (no sé quién) se inventó para que sea noticia que yo soy el dueño de D'Soto, cuando no soy ni socio, aunque tengamos ambos el apellido Sotomayor”.
De igual manera, afirma desconocer “de sus deudas y estado financiero”, aunque dice a continuación: “me acaban de comentar (no estoy en Matanzas, ando camino a un meeting de salto de altura) que sigue trabajando, no es tan así como dicen las noticias”.
Las declaraciones de Javier Sotomayor han sorprendido a varios de sus conocidos, que afirman que la pizzería sí es del atleta. “Dice que no tiene nada que ver con la mipyme del hermano y sí, sí tiene que ver, lo que pasa que él se está zafando del tema”, cuenta a 14ymedio un viejo amigo del deportista que lleva distanciado años con él y pide anonimato.
La misma fuente relata que el cierre, el 8 de marzo del año pasado, del Bar 2.45, propiedad de Sotomayor y nombrado así por su récord mundial de salto de altura, no era el primero: “Esa era la segunda vez”. Preguntado por las causas, el hombre apunta a rumores, pues asegura que nunca visitó el lugar: “Donde hay un bar, hay prostitutas, y donde hay prostitutas, hay droga, eso es santa palabra. Una cosa lleva a la otra, es una continuidad”.
Un joven que trabajaba como custodio en un negocio cercano refiere también que el bar, ubicado en la exclusiva 5ta Avenida, en Miramar, era un punto de encuentro de empresarios extranjeros, turistas “billetudos” y cubanos de la “farándula pudiente” y que en él se veían “prostitutas de alta gama”. Y detalla: “Prácticamente había una pasarela afuera de mujeres esperando pareja para que le pagaran la entrada, los tragos y sus servicios”.
Otro conocido de Javier Sotomayor, ex empleado del Instituto Nacional de Deportes, Educación Física y Recreación (Inder), opta por la prudencia: “Los problemas de prostitución en ese lugar tomaron una fuerza tremenda. Ahora, yo no tengo pruebas de eso y no pongo mi mano en la candela para verificar tal idea”.
El problema con el bar, asegura una cuarta fuente que tampoco quiere revelar su nombre, provino de la estafa de un presunto socio del atleta. “Un tipo que estaba al frente de sus negocios, haciéndose cargo de todo, se fue y lo dejó embarcado”, refiere a este diario. “Creo que ese tipo hizo negocios con dos o tres más y a todo el mundo lo ha dejado quemado y se piró”.
Y prosigue: “La información que yo tengo es que hubo bateo entre Soto y el otro dueño del bar, que decía que Soto estaba desviando fondos del bar para sus negocios en España, sobre todo para patrocinar el entrenamiento de su hijo en el salto alto. El resultado o la negociación entre los socios era que Soto perdiera un porcentaje, bastante, o que dejara de ser socio”.
Por eso, explica, cerraron, con la idea de abrir pronto “normalmente”: “A las dependientes les dijeron que estaba cerrado hasta nuevo aviso y no les dijeron nada más. Prácticamente las despidieron de un día para otro”.
Un ex jefe de seguridad del 2.45 resume: “Se cerró a raíz de desavenencias entre Sotomayor y su socio en la gestión del bar, aunque no descarto que hubiera también una deuda con la Onat”. En cuanto a la prostitución, apunta: “había, como en todos los bares de La Habana”, pero sentencia: “no se permitían drogas”.
Sotomayor, según este ex empleado, es el dueño de la casa –”se la regaló Fidel”, dice– y el socio era el encargado de gestionar el establecimiento.
Este martes, en las inmediaciones del Bar 2.45, con sus puertas cerradas, nadie supo contestar sobre el local. Rodeado de embajadas y centros comerciales, no había muchos transeúntes en horario laboral. Cuando el establecimiento anunció su cierre, daba a entender que era temporal: “Nuestras puertas aún no están abiertas, próximamente se les avisará a todos mediante publicaciones por esta cuenta que es la real”.
En cualquier caso, ninguno tiene dudas de que D’Soto pertenece al deportista. Fundada en 2022, inició con la venta y entrega de pizzas, la mipyme fue incorporando otros servicios, como un mercado en línea en divisas, que puede pagarse desde el exterior, donde vende desde perniles de cerdo, aceite vegetal y cerveza hasta artículos para el mantenimiento de vehículos.
En 2023 lograron que Cimex les arrendara el inmueble en el que estaba enclavado El Bodegón, un local de la cadena estatal El Rápido, en el centro de Matanzas. Tras remodelar el comercio, D’Soto Pizzas abrió en febrero de 2024.
La mipyme obtuvo el permiso para abrir otro local en el Aeropuerto Internacional Juan Gualberto Gómez, , en Varadero, en mayo pasado. “Nuestro joven colectivo, liderado por Dariel Sotomayor Rivero, les ofrece una amplia gama de productos con el principio de brindar un servicio a tu altura. Con el apoyo de Javier Sotomayor, recordista mundial de salto alto, tuvo lugar la inauguración de este espacio cuyo emplazamiento está en la zona del parqueo de taxis”, celebraba entonces una publicación de la empresa.
En su publicidad, no ha escondido jamás la presencia del campeón de salto, que sale con frecuencia en las fotos promocionales, por ejemplo posando a sus puertas sobre una moto de reparto, o cortando la cinta inaugural del local en el aeropuerto de Varadero.