La Plaza de Armas, corazón turístico de La Habana, agoniza
Cuentan los cronistas que nadie se iba de la Plaza sin lo que buscaba. Si era amor, siempre había a mano una oferta variada
La Habana/Había una vez un lugar que era puro bullicio. Cuenta la leyenda que en la Plaza de Armas de La Habana Vieja "había que pedir permiso a un pie para poner otro". Luis Mario, que trabajó en el cercano restaurante La Mina cuando "aquello no daba abasto y los empleados salían con un fajo de billetes cada noche", no puede dar crédito a lo que ve. Húmedo, ennegrecido por la falta de limpieza y vacío de visitantes, el perímetro que también alberga el Palacio de los Capitanes Generales, el del Segundo Cabo, el hotel Santa Isabel y el Museo Nacional de Historial Natural parecía un desierto este miércoles.
Quienes la conocieron después de los años 90 llamaban a aquel cuadrado repleto de puestos de venta "la plaza de los libros". Es cierto que abundaban las soporíferas ediciones del Diario del Che en Bolivia y la casi disidente Historia me absolverá, pero también en esos metros se asomaba –si se sabía preguntar y dejar claro que no se era un agente infiltrado de la Seguridad del Estado–, lo mismo la única impresión nacional del satanizado Fuera del Juego de Heberto Padilla que aquel agónico mea culpa que Eliseo Alberto Diego tituló Informe contra mí mismo.
Solo había que saber buscar. Cuentan los cronistas que nadie se iba de la Plaza sin lo que buscaba. Si era amor, siempre había a mano una oferta variada: chica sola; chica más chico; chica más chica o chico más chico. Los turistas se obnubilaban y deponían en ese lugar todas sus armas. Se rendían, aflojaban la billetera y ponían a dormir la razón. No pocos amanecieron el día después sin cartera, documentos ni zapatos. Pero todo eso ahora suena casi como una historia pasada y feliz. Donde vida hubo, solo humedad y vacío quedan.
Contribuyendo a su imagen disoluta estaba la cercanía de El Templete, sitio fundacional de la ciudad que derivó en broma, dado el uso del verbo "templar" como sinónimo coloquial de tener sexo. ¿Qué ciudad seria puede tener como epicentro de su nacimiento un sinónimo de burdel? Solo La Habana, antes de que la convirtieran en una casta miliciana que renegaba de sus noches de juerga, parranda y carnavales. De aquellos forzados cinturones de castidad impuestos por el régimen cubano vinieron las actuales soledades.