La Policía barre de vendedores los portales de La Habana
Un operativo acabó con estos puestos que ofrecían productos de primera necesidad
La Habana/Al paisaje urbano de La Habana le falta por estos días un elemento importante: los vendedores informales que, en parques y portales, ofrecen desde fosforeras hasta paquetes de refresco instantáneo. Un operativo policial realizado la pasada semana ha barrido con estos puestos con productos de primera necesidad que escasean en las tiendas estatales.
"No quedó ni uno. Estos portales de la calle Galiano estaban siempre llenos de gente vendiendo muchas cosas útiles para el hogar", lamentaba este lunes un residente en Centro Habana que se acercó a la céntrica avenida con la intención de comprar una junta para su cafetera italiana. "Al principio pensé que era muy temprano y no habían llegado, pero un vecino me aclaró que la policía los había sacado de aquí".
Según este residente en el lugar, la redada tuvo varios momentos. "Arrestaron a algunos, les quitaron toda la mercancía, a otros les pusieron multas y les advirtieron de que se si los vuelven a ver por aquí entonces la multa será más alta todavía", explica a 14ymedio Luisa, residente en la cercana calle Águila que renta parte de su sala para que los vendedores informales guarden la mercancía.
"Muchas de las cosas que ellos venden no las hay en ningún otro lugar, por ejemplo tintes para ropa, encendedores para cocinas de gas o betún para zapatos"
El operativo alcanzó a la feria de trabajadores por cuenta propia también ubicada en la calle Galiano. Aunque quienes venden en ese local tienen licencia para comercializar artesanías y otras mercancías de producción particular, según los policías se estaban ofertando productos de factura industrial traídos desde el extranjero o comprados en las tiendas en moneda libremente convertible.
El bullicioso local estaba este martes prácticamente vacío y sin el entra y sale de clientes que lo ha caracterizado por años. Por los portales de Galiano, a cada rato se ven pasar uniformados que monitorean la zona para que los merolicos no vuelvan a instalarse. Algún que otro osado logra aprovechar que se alejan los agentes para pregonar en voz baja unas esponjas de fregar o unas pequeñas bolsas de detergente.
"Hay gente que dice que la culpa es de los revendedores que acaparan lo poco que sacan en la tienda y luego lo venden, pero la mayoría de las cosas que estos merolicos vendían son traídas del extranjero", explica la mujer, en alusión a las mulas que importan todo tipo de mercancías desde México, Panamá, Dominicana y Estados Unidos.
"Si ahora mismo usted necesita una aguja de coser, ¿dónde la compra?", cuestiona Luisa. "Muchas de las cosas que ellos venden no las hay en ningún otro lugar, por ejemplo tintes para ropa, encendedores para cocinas de gas o betún para zapatos", enumera la mujer. "Ninguno de ellos se ha hecho rico vendiendo todas esas baratijas", subraya.
El panorama, cuando se camina también por la calle Reina o el Boulevard de San Rafael, no deja de resultar raro sin las pequeñas mesas o las mantas en el suelo de estos comerciantes informales. La esperanza que tienen algunos de sus más asiduos clientes es que las aguas tomen su nivel y pronto, cuando la razia policial contra ellos termine, y entonces regresen los puestos con tubos de pegamento y cintos para hombres.
"Esto lo hacen a cada rato pero después los merolicos recuperan sus espacios", considera otra vecina. "Ahora están otra vez con la batalla contra las ilegalidades pero no quieren reconocer que estos vendedores resuelven un problema". En el parque Fe del Valle, donde hasta hace unos días alternaban las mesas con gangarrias y artículos escolares, ahora solo hay algunas personas sentadas en los bancos o conectándose a la zona wifi. Parece el mismo lugar de hace unas semanas, pero ya no lo es.
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