"Esto no hay quien lo 'tope'", el precio de la carne de cerdo empieza a subir
En varios barrios de la capital algunos crían su propio animal en la bañadera para sacrificarlo estas fiestas
La Habana/Era cuestión de que llegara el fin de año. Los comerciantes que venden sus productos en el mercado de la calle San Rafael sabían que por estas fechas el precio de la carne de cerdo no lo regularían ni las disposiciones oficiales ni el miedo a ser multado por exceder las tarifas máximas impuestas en el verano pasado.
"Hay poco y la demanda es la que manda", reconoce un transportista privado que traslada el producto por la ruta entre Alquízar y La Habana. Esta semana la libra de carne de cerdo sin hueso rozó los 50 CUP en esa emblemática plaza, dos días del salario de un profesional a cambio de un trozo de carne que apenas alcanza para una comida de cuatro personas.
Esta semana la libra de carne de cerdo sin hueso rozó los 50 CUP en esa emblemática plaza, dos días del salario de un profesional
Mientras en otras latitudes se estila comer un pavo o asar un cordero, la Navidad cubana está protagonizada por el cerdo. Junto a los frijoles negros, el arroz, la yuca con mojo y los turrones, un buen pernil domina las mesas de quienes pueden costear una buena cena navideña, pero también forma parte de las ensoñaciones de quienes tendrán que conformarse con platos más modestos.
Desde hace meses, por si fuera poco, el suministro de carne de cerdo ha mermado considerablemente en los mercados agropecuarios de la capital. Los productores achacan el problema a la falta de alimento animal para engordar las crías, pero también a la imposición de precios topados a varios productos, entre los que se incluyen los cárnicos, y que ha hecho perder fuelle a la venta legal de bistec, pierna, manteca, costillas y chicharrones de cerdo.
"¿Para qué ir hasta La Habana a vender al precio que impone el Estado si aquí a la finca llegan a comprarme la libra en pie sin que yo tenga que moverme de mi casa?". Así se cuestiona Pedro Pablo, un productor de carne de cerdo en el municipio Güira de Melena, en Artemisa, una zona con una larga tradición de crianza de cerdo y carnero, que abastece en buena medida los mercados capitalinos y los negocios privados.
En agosto pasado, el mercado de San Rafael vivió sus primeras jornadas de precios topados. Una disposición oficial congeló las tarifas de los granos, los vegetales y la mayoría de los productos cárnicos para evitar que la subida salarial que recibió el sector estatal un mes antes se tradujera en una inflación que catapultara los precios.
"Al final, lo que ha quedado claro es que el aumento salarial lo vamos a pagar de nuestro bolsillo", comentó entonces a 14ymedio un carnicero, el mismo comerciante que este diciembre tiene expuestos apenas unos pequeños trozos de lomo y paleta de cerdo sin los precios anotados en la tablilla. Cuando los clientes preguntan, responde en voz baja que el lomo está a 45 CUP, pero si lo quiere limpio y sin hueso son 55. "Esto no hay quien lo tope", reconoce el vendedor.
"Esta´llegando muy poco puerco y llegará menos", confirma a este diario uno de los administradores del local que prefiere el anonimato. "A los guajiros no les da negocio traer la carne hasta aquí para vender a ese precio y mucho menos en esta época del año que todo el mundo está buscando lo mismo", aclara. En los mercados de gestión estatal, como los que administra el Ejército Juvenil del Trabajo (EJT), el panorama no es muy diferente.
"Llega temprano y se acaba enseguida", explica Humberto, un vendedor de hortalizas y verduras en el mercado del EJT de la calle 17 en el Vedado. "Lo que está viniendo, una o dos veces por semana, es un puerco de poca calidad y de poco peso, pero a pesar de que no es un producto que rinda mucho la cola la empiezan a hacer desde la madrugada", asegura.
Otros, espoleados por los altos precios, han buscado una solución para la comida de Navidad: criarla ellos mismos, una práctica que había sido común en los años 90, durante el Período Especial, y ha vuelto a extenderse por varios barrios de la ciudad. "Empezamos a cebar el puerquito en febrero y ya tiene buen tamaño para sacrificarlo el mismo 24 de diciembre por la mañana", cuenta un satisfecho vecino de Alamar, al este de La Habana, que ha criado el animal en la bañadera.
"Compro la lata de sobras a 20 pesos y me sirve para cebar al puerco que tengo en el patio", comenta uno de estos criadores
"Por el mal olor que se siente en el aire ya se sabe que hay gente en esta cuadra que está criando otra vez puercos dentro de las casas y en sus patios", se queja Milagros, residente de la zona 13 de la poblada barriada de Habana del Este. "Hay hasta quienes les operan las cuerdas vocales para que no chillen y los vecinos no se quejen, pero a mí lo que más me molesta es la peste".
La mayoría de esos cerdos criados dentro de las viviendas se alimenta con desechos de comida, por lo que se ha multiplicado la búsqueda de sancocho (cómo se conoce popularmente a la comida para cerdos) en los latones de basura de la ciudad y a las afueras de los comedores estatales. "Compro la lata de sobras a 20 pesos y me sirve para cebar al puerco que tengo en el patio", comenta uno de estos criadores que se abastece de los residuos de un hospital.
El hombre tiene dos cerdos de diez meses cada uno. "Uno me lo voy a comer con mi familia este fin de año y la otra la voy a dejar para crías, porque necesito garantizar el pernil de la Navidad de 2020", asegura. Para este improvisado productor las posibilidades de que la carne de cerdo baje de precio en los próximos años son "una locura". La libra, asegura, "seguirá subiendo y subiendo".
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