"Por ese precio nadie se mueve de aquí"
Los taxistas prescinden de las tarifas oficiales y acuerdan importes, cada vez más elevados, que expulsan al cliente nacional
La Habana/El espejo retrovisor es excesivamente largo y esconde el taxímetro que marca el precio que el cliente deberá pagar al final del trayecto. Confundido y desorientado, el turista recién llegado a Cuba intentará buscar esos universales números rojos que aumentan en la medida que el vehículo avanza, pero no tendrá éxito. "Son 10 CUC", le dirá lacónico el conductor antes de bajarse.
En los últimos años la práctica de acordar un precio por tramo recorrido y no hacer uso del taxímetro se ha ido extendiendo entre los taxis del sector estatal cubano. A diferencia de los carros de gestión privada que tradicionalmente no llevan uno de esos aparatos medidores, los vehículos asociados a la Empresa Taxis Cuba siguen contando con uno y las regulaciones obligan a que estén provistos de taxímetro o tarifario oficial visible.
Sin embargo, la realidad dista mucho de lo establecido por ley. En la práctica, los carros de color amarillo y techo blanco que brindan servicios en moneda convertible, junto a los simpáticos Cocotaxis que hacen recorridos dentro de las ciudades y los Ladas que aún quedan llevando pasajeros en moneda nacional, apenas usan ese mecanismo para establecer sus importes.
"Llevo más de una hora buscando un taxi que me lleve pero cuando les pregunto si están libres y pueden llevarme en seguida me dicen un precio por el viaje y no van a poner el taxímetro"
"Lo mismo te piden 8 CUC para ir del Parque Central a la Ciudad Deportiva que 10", se quejaba este domingo un cliente que intentaba trasladar un ramo de flores hasta su casa, para celebrar el Día de las Madres. "Llevo más de una hora buscando un taxi que me lleve pero cuando les pregunto si están libres y pueden llevarme en seguida me dicen un precio por el viaje y no van a poner el taxímetro".
Una situación que, según pudo comprobar 14ymedio, se repite en la mayor parte de las piqueras de estos llamados popularmente Panataxis, por el nombre oficial con el que surgieron cuando la llegada de miles de visitantes extranjeros por los Panamericanos de La Habana 1991 obligó a las autoridades cubanas a crear un servicio de transportación en moneda convertible.
"Cuando comenzamos, una de las premisas del servicio era justamente que el cliente pudiera acceder en todo momento al consumo que se mostraba en el taxímetro", recuerda ahora Raquel Villanueva, quien por más de dos décadas trabajó en la empresa Panataxi. "Eso era muy importante porque poco después se permitió la circulación del dólar y era importante que el pasajero supiera cuánto estaba gastando".
"Recuerdo que varias veces tomé clientes nacionales o extranjeros que me decían un destino pero me pedían que los dejara antes porque se daban cuenta por el taxímetro que no iban a poder pagar hasta el final", rememora. "Todo eso se fue perdiendo y relajando con el tiempo hasta llegar a la actual situación en que es muy raro encontrar un taxi que se ajuste a las tarifas por kilómetro".
En traslados dentro de la ciudad, estos autos en moneda convertible tienen tarifas por kilometraje que oscilan entre 0,45 y 0,76 CUC en dependencia de la comodidad y el tamaño del vehículo, entre los que se incluyen hasta microbuses. En viajes por carretera en ida con retorno, el importe va de 0,45 CUC a 0,50, mientras que la hora de espera se cobra entre 7 u 8 CUC.
Villanueva achaca la actual situación a varios factores, pero especialmente al nuevo régimen en el que laboran estos transportistas. "Ahora esos taxis están bajo concepto de arrendamiento y el chofer tiene que ocuparse de todo, desde pagar el parqueo hasta cubrir los gastos de reparación", detalla la exempleada de Taxis Cuba. "Por eso, ahora son ellos los que definen cómo le van a cobrar al cliente y aunque todavía se exige que deben hacerlo por el taxímetro, el Gobierno no controla eso".
Una resolución administrativa de 2018 confirma las declaraciones de Villanueva. "Los vehículos de los taxistas, propios o arrendados, han de estar provistos de taxímetro o tarifario oficial, el distintivo de Taxi y signo distintivo o una pegatina que los autoriza a prestar servicios y a utilizar las piqueras que para este fin autorice la administración pública correspondiente", precisa el texto de la norma.
Entre las facilidades que reciben estos vehículos está el poder comprar neumáticos, baterías, lubricantes y otros elementos, en tiendas estatales a precios preferenciales. Pero muchos conductores se quejan de que en esos locales escasean las piezas más demandadas y que la mayor parte de los accesorios tienen que adquirirlos en la red minorista o en el mercado negro.
"En La Habana tenemos establecido tarifas fijas desde el aeropuerto, que van desde 25 a 30 CUC, depende del lugar de la ciudad a donde va el pasajero", comenta Ricardo Pajés, chofer de uno de estos taxis estatales que maneja bajo un régimen de arrendamiento. "Eso facilita mucho las cosas porque la mayoría de los clientes que llega ya sabe, porque lo miró en internet, cuánto debe pagar".
Pajés considera que no hacer uso del taxímetro no es una "irregularidad". "Esto carros operan tal y como el chofer decida, incluso si yo no quiero salir a trabajar una semana puedo hacerlo, aunque después tendré que pagarle al Estado de todas formas el arrendamiento que son casi 50 CUC diarios". Por eso "con esa cantidad de dinero que tenemos que entregar diariamente, estamos casi obligados a acordar tarifas verbalmente".
Las tarifas por arrendamiento que debe pagar cada conductor se han establecido según la demanda de servicio de taxi del territorio donde opere. La legislación determina que existe una demanda alta en La Habana y Matanzas; media en Pinar del Río, Cienfuegos, Villa Clara, Sancti Spíritus, Ciego de Ávila, Camagüey, Holguín y Santiago de Cuba; y demanda baja en Artemisa, Mayabeque, Las Tunas, Granma, Guantánamo y el municipio especial Isla de la Juventud.
"Nadie puede manejar uno de estos taxis, pagar el arrendamiento y quedarse con algo de dinero si se ajusta a lo que marca el taxímetro", afirma categórico un conductor que labora frecuentemente en la piquera a las afueras del hotel Inglaterra. "Tenemos que ir al seguro en cada viaje porque si no hacemos dinero suficiente perdemos el arrendamiento", lamenta. El taxista asegura que trabaja "entre 14 y 16 horas diarias y muchas veces al final del día no he hecho ni la mitad de la tarifa para pagarle al Estado".
"Nadie puede manejar uno de estos taxis, pagar el arrendamiento y quedarse con algo de dinero si se ajusta a lo que marca el taxímetro", afirma categórico un conductor
En las cercanías de la Estación Central de Ferrocarril varios taxis amarillos esperan por clientes que quieran ir hasta la playa. "Desde aquí son 15 CUC hasta Santa María y 20 CUC si va a Guanabo", explica a este diario Maykel, un joven que lleva más de un año bajo régimen de arrendamiento de un vehículo estatal. "Este es un servicio que contratan sobre todo los extranjeros que quieren llegar rápido a la playa".
El mismo viaje, marcado por taxímetro se quedaría por debajo de 12 CUC el primero y de 15 el segundo, reconoce el conductor, pero advierte "por ese precio nadie se mueve de aquí porque nosotros estamos ofreciendo comodidad, aire acondicionado y seguridad, eso tiene un precio". Ninguno de los carros que aguarda por un turista tiene visible el taxímetro.
"Eso ya no se usa, está ahí pero como si no estuviera. Muy pocos clientes se ponen pesados y exigen ver el taxímetro porque ya casi todo el mundo sabe cómo funciona esto", apunta Maykel. "El que quiera ver números que coja la guagua, que lleva un número afuera".
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