El mandamás del ajedrez cubano se desentiende del Campeonato Nacional y vuela a Moscú
Carlos Rivero ha tratado con mano dura a los ajedrecistas cubanos emigrados como Bruzón y Domínguez
La Habana/Carlos Rivero, presidente de la Federación Cubana de Ajedrez y jefe de la Comisión de este deporte, se ausentó del Campeonato Nacional que se celebra esta semana en Ciego de Ávila para viajar a Rusia. El directivo, que lleva más de diez años moviendo los hilos del ajedrez cubano, llegó este lunes a Moscú con la delegación infantil de la Isla para la Intellect Academy Cup, un evento que auspicia el Kremlin.
La ausencia de la máxima autoridad del ajedrez cubano en su certamen más importante es grave, y da la medida de la mediocridad en que se ha sumido el Campeonato. Solo un jugador notable –Carlos Daniel Albornoz– ha acudido al torneo, en el cual han declinado participar los trebejistas nacionales más relevantes, incluyendo al actual campeón nacional, Luis Ernesto Quesada.
Teniendo en cuenta que el certamen va este martes por su séptima ronda –de nueve–, es improbable que Rivero esté de vuelta en Cuba para estrechar la mano del nuevo campeón y dar por concluida la competencia.
Teniendo en cuenta que el certamen va este martes por su séptima ronda, es improbable que Rivero esté de vuelta en Cuba para estrechar la mano del nuevo campeón
La Intellect Academy Cup se celebra este año en la ciudad rusa de Novokuznetsk y en ella participarán cinco niños cubanos. A la cabeza va el prodigio camagüeyano de 14 años Felipe Herrera Benítez, además de Hanoy Fernández (10 años, La Habana), Ryan Molina (8, Matanzas), Samuel González (8, Sancti Spíritus) y Mya Valdés (8, Matanzas). Junto a Rivero, que preside la delegación, va la maestra Bárbara López-Chávez.
El canal de Telegram del evento publicó fotos de la llegada de los cubanos al aeropuerto Sheremetyevo de Moscú, donde los organizadores del evento los vistieron con abrigos y botas apropiados para el frío del país euroasiático. El uniforme de la Isla era un sencillo pulóver con los colores nacionales.
La delegación de la Isla llegó a la capital rusa junto a la ecuatoriana y la venezolana. El equipo de Caracas, de hecho, recibió su entrenamiento para el certamen en La Habana, según admitió la Federación Venezolana de Ajedrez, que publicó fotos de los niños en la Universidad de las Ciencias de la Cultura Física Manuel Fajardo.
De perfil discreto y acostumbrado al doble rol de acompañar y vigilar a los ajedrecistas cubanos de élite –como hacían los antiguos cuadros deportivos de la Unión Soviética–, Rivero es un huésped frecuente en grandes eventos internacionales. Como directivo, fue testigo y en muchos casos provocó la ruptura de los mejores jugadores nacionales con el oficialismo.
Una foto de sus redes sociales, en 2015, da la medida del descalabro que ha sufrido el ajedrez de la Isla –bajo su gestión– en la última década. Junto a Rivero, en el Campeonato del Mundo por equipos, posan maestros de la talla de Leinier Domínguez, Lázaro Bruzón y Yuniesky Quesada, todos jugando entonces con la bandera cubana.
Pocos años después de esa fotografía, Rivero asumiría la condición de inquisidor del ajedrez cubano: en solo una década ha sido la figura que numerosos campeones han señalado como directivo totalmente leal al régimen a quien poco le importa el devenir del juego ciencia en su país.
Uno de sus detractores más insistentes ha sido Bruzón, a quien Rivero ha calificado en no pocas ocasiones como un “falto de respeto” a las autoridades deportivas. El funcionario había invitado a los jugadores emigrados al Campeonato Nacional de 2024 a quienes quisieran, siempre que no hubieran ofendido al régimen y que abandonaran las federaciones extranjeras para las que jugaban.
Nadie respondió a la invitación, pero Bruzón –el único expresamente excluido– respondió públicamente a su antiguo comisionado que era el Gobierno quien faltaba el respeto al pueblo cubano, a quien había hundido en la miseria.
En 2018, en una polémica intervención radial a propósito de la salida del país de Bruzón y Domínguez, Rivero –mucho más conciliador entonces– aseguró que él, personalmente, “quería mucho” a Bruzón, pero que el reglamento del ajedrez cubano lo obligaba a vetar su participación en cualquier evento cubano. “Él violó su contrato, cometió una indisciplina”, dijo.
Sobre Domínguez, dijo Rivero, le dieron un “año sabático” al cabo del cual el maestro no quiso volver a participar en un torneo. “Se fueron con pasaporte ordinario, no desertaron ni abandonaron a la delegación cubana. Al menos oficialmente”, dijo.
Otro choque en el que Rivero mostró mano dura fue ante los reclamos del maestro Roberto Pantoja, que protestó contra los impagos de la Federación a sus jugadores. Ante la imposibilidad de resolver el conflicto, Pantoja pidió su separación de la entidad.
Los desencuentros de Rivero con sus campeones no han acabado. En una conferencia de prensa sobre el Campeonato Nacional en curso, manifestó su incomodidad sobre las ausencias de la élite ajedrecística que quedaba en Cuba. “Solo Omar Almeida había comunicado su voluntad de no participar, y prepararse para el próximo año”, lamentó. “Esos problemas (los de Ernesto Miranda y el campeón Luis Ernesto Quesada) eran desconocidos por la Federación”.