Los negocios privados denuncian los privilegios de las cooperativas en el mercado mayorista
"No podemos comprar café ni cerveza importada", se quejan los dueños de 'paladares'
La Habana/Los dueños de los bares, restaurantes y dulcerías privados de La Habana pedían a gritos que se les diera el derecho de comprar en el Mercado Mayorista de Alimentos (Mercabal), como han podido hacerlo las cooperativas no agropecuarias en los últimos dos años. Lo consiguieron finalmente, pero ahora denuncian la pobreza de la oferta y las restricciones que les han impuesto.
"De mayoristas nada", cuenta a 14ymedio Julio Echemendía, propietario de una paladar en la capital cubana. "En primer lugar, los escasos productos que ofertan solo tienen alrededor de un 20% de descuento en relación a las tiendas minoristas. Además, las cantidades que se pueden comprar están normadas según criterios de la dirección del mercado. Para colmo, solo podemos comprar los viernes", añade.
El sector privado denuncia una medida particularmente absurda que les obliga a entregar dos botellas vacías para poder comprar una cerveza. "Lo que nos hacen con las cervezas es un abuso, un chantaje", dice Echemendía.
"La oferta de Mercabal es muy pobre, no llega a los 30 productos, y para colmo, los particulares no podemos comprar todo lo que se vende"
Alejandro Escalona, dueño de otro importante restaurante privado de la capital, confirma esta opinión. "La oferta de Mercabal es muy pobre, no llega a los 30 productos, y para colmo, los particulares no podemos comprar todo lo que se vende. Ese es un privilegio reservado a las cooperativas no agropecuarias".
"Mis clientes me llaman o vienen por aquí preguntando cuándo voy a abrir. Les explico que no tengo una variedad de productos considerable, ni en las cantidades necesarias para comenzar a trabajar en firme y, de inmediato, me preguntan: pero, ¿por qué no compras en el mercado mayorista que abrieron en la Avenida 26?", cuenta Escalona.
Escalona recurre a un viejo refrán para resumir la situación a quien le pregunta. "Del dicho al hecho va un largo trecho". Y concreta con algunos datos: "Allí, hasta el momento, no han vendido nunca queso, pescado, jamón, ni carne de res, solo por mencionar algunos pesos pesados de la gastronomía. No tenemos derecho a comprar café, azúcar, ni cerveza importada", agrega. "No voy a seguir contándote mis penas, ¡Mercabal es una mentira más del Ministerio de Comercio Interior!", lamenta.
Para Anette Costa, propietaria de un restaurante fundado por sus padres, fue una odisea conseguir un contrato con la entidad. "Fueron cinco los viajes que tuve que dar hasta Mercabal para tener listo mi contrato, y ese día tampoco pude comprar, porque era martes y solo me reciben los viernes".
Cuando por fin llegó el día, Costa comprobó que solo había seis de los productos que necesitaba en su restaurante. "La sal y el aceite tuve que ir a buscarlos a los almacenes del Ministerio de Comercio, que están ubicados en la calle Cristina. Además, en el caso de la sal, hay que comprar un saco de 50 kilos, que es la única manera en que la venden. En resumen, di tres viajes para poder adquirir los dos productos que necesitaba".
Otra de las quejas se refiere a la imposibilidad de acceder al área de exposición de los productos y ver las existencias. Los compradores, que solo alcanzan a ver algo desde fuera o en el área de compra, son recibidos en una oficina en la que hay cuatro personas que confirman en sus computadoras qué productos quedan y la cantidad disponible. Tampoco tienen acceso a la pantalla del equipo, lo que puede facilitar el favoritismo y la corrupción.
La mala experiencia de Costa con Mercabal no tiene fin. Un día se acercó al establecimiento a las cinco de la mañana intentando conseguir uno de los primeros turnos para comprar. "Para sorpresa de todos, sobre las nueve de la mañana salió Luis Hernández Bruzón, el director, para explicarnos que el día anterior se les había caído el sistema computarizado y no habían podido cerrar todas las cuentas para hacer el inventario, por lo tanto no nos podían atender. Por mucho que le pedimos que nos diera turno para otro día se limitó a repetir que no le era posible. Que teníamos que esperar hasta la próxima semana", recuerda.
Costa expresa que le resulta imposible llevar adelante un negocio en estas condiciones y acusa al Gobierno de ignorar a los restaurantes privados y priorizar a las cooperativas
Costa expresa que le resulta imposible llevar adelante un negocio en estas condiciones y acusa al Gobierno de ignorar a los restaurantes privados y priorizar a las cooperativas.
José Menéndez tiene su paladar en la playa de Guanabo, a casi 50 kilómetros de la tienda de Mercabal, y fue otro de los afectados por la "caída del sistema". "Alquilé una camioneta para trasladar las cincuenta cajas de cerveza vacías que tanto trabajo y dinero me costaron. Y no solo perdí los 30 CUC que pagué por el transporte, sino que tampoco pude dejar las cajas. No porque se hubiera caído el sistema, sino porque llevaban unos 15 días sin recoger el vacío debido a que tienen el almacén atestado porque no les retiran las botellas", cuenta.
"¡Es increíble! ¿Quién entiende este sistema?", continúa Menéndez muy disgustado. "Según ellos, en las fábricas no tienen vacíos para producir y sin embargo no las vienen a recoger. Esto solo pasa en Cuba".
La alternativa de adquirir los insumos en los mercados en moneda libremente convertible (MLC) no se presenta como tal para estos pequeños empresarios, ya que plantea dos grandes dificultades. Por un lado, la falta de precios mayoristas y, por otro, que no hay una autorización establecida para que los restaurantes privados cobren sus servicios en divisas. Además, las divisas están habitualmente en manos de clientes extranjeros y, con el turismo internacional en mínimos, por la pandemia, los cuentapropistas no tienen disponible esa entrada.
En La Habana existen más de 400 restaurantes privados. Estos pueden comprar cada viernes en Mercabal, que solo tiene la capacidad de atender unos 40 clientes en una jornada. No comercializa refrescos, maltas, ni jugos y tampoco pescado, jamón, chorizo, salsas o condimentos, lo cual pone a los negocios privados en una desventaja para competir con los restaurantes de cooperativas y estatales, y les obliga a recurrir a buscar suministros por la izquierda.
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