Los privados de Sancti Spíritus racionan el pan ante la falta de harina de trigo

Las 'mipymes' restringen la venta, en algunos casos a cinco unidades por persona

Colas ante la panadería privada de la calle Céspedes, en Sancti Spíritus.
Colas ante la panadería privada de la calle Céspedes, en Sancti Spíritus. / 14ymedio
Mercedes García

11 de febrero 2025 - 17:06

Sancti Spíritus/La cola crece a ambos lados de la calle. En una acera, un grupo va sumando personas en la medida en que la mañana avanza; en la otra, el panorama es casi idéntico. Afuera de una panadería privada, en la céntrica calle Céspedes de Sancti Spíritus, se aglomeran clientes que llegan desde diferentes barrios de la ciudad. "Ahora mismo, solo se puede conseguir pan aquí", sentencia un anciano que este martes se trasladó desde el Reparto Kilo 12 hasta el comercio gestionado por una mipyme.

La escasez de harina de trigo y los apagones han puesto contra las cuerdas a muchos negocios particulares que utilizan este ingrediente para elaborar galletas, panes, dulces o pizzas. Algunos se han visto obligados incluso a racionar la cantidad del producto que venden por cada cliente. Este martes, en la panadería solo se despachaban cinco unidades por persona y algunos clientes, conocedores de la limitación, llegaban junto a varios miembros de su familia para poder llenar la bolsa.

Este martes, en la panadería solo se despachaban cinco unidades por persona y algunos clientes, conocedores de la limitación, llegaban junto a varios miembros de su familia para poder llenar la bolsa

"Lo nunca visto, yo que pensaba que esto pasaba solo en las panaderías estatales", rezongaba una mujer que se quejaba también de que "los revendedores llegan, vienen con hermanos, hijos y hasta nietos para acaparar". A pesar de las molestias y el sol que comenzaba a picar sobre la piel, la espirituana se mantuvo en la fila porque en el mercado racionado de su barrio “han puesto un cartel de que no hay pan porque no hay harina”. Ni siquiera el pan del Estado, “de mala calidad y que en mi casa es para las gallinas, está garantizado”.

Si en el entramado estatal una bola pequeña de pan cuesta apenas 75 centavos, una bolsa con cuatro unidades, pero de mejor calidad, salen a 200 pesos en los negocios privados. Por su parte, una barra mediana de corteza dura en las mipymes de Sancti Spíritus puede estar entre los 100 y los 130 pesos, mientras que una bolsa de palitroques llega a los 250. Los precios actuales reflejan una subida de entre un 15% y un 25% en comparación con diciembre de 2024, según datos recopilados por este diario.  

El saco de 25 kilogramos de harina de trigo, importado fundamentalmente desde Turquía, cuesta en el mercado informal de la provincia entre 9.000 y 10.000 pesos, pero los comerciantes advierten de que solo venden “por cantidades”. Los pequeños locales no pueden mantener el pulso y prefieren no comprar unos volúmenes de un producto que no saben si podrán terminar convirtiendo en un pan crujiente y sabroso.

"Vivo en Los Olivos y hace un tiempo ahí eran constantes los pregones de los panaderos, pasaban por el barrio y uno les compraba directamente, casi acabado de sacar del horno", cuenta a 14ymedio José Pascual, un jubilado que este martes también tuvo que ir hasta la céntrica mipyme a falta del producto en su zona. "Dicen que está muy difícil conseguir la harina, pero también la falta de electricidad los tiene en jaque. Se les echa a perder muchas veces el producto ya dentro del horno, porque se va la luz".

La mayoría de las panaderías particulares de la provincia utilizan la electricidad para hornear sus productos, a falta de un suministro de gas licuado que les permita garantizar la cocción y sin hornos preparados para echar mano del carbón o la leña. "En mi barrio hay un cuentapropista que hasta hace poco hacía pan en un horno que tiene en el techo de su casa. Por 85 pesos uno se llevaba una flauta mediana y de calidad aceptable", añade José Pascual. 

Desde hace semanas el panadero ha suspendido las ventas. "Se le estaba poniendo el pan ácido por los apagones". Ahora, la cuadra del jubilado ya no huele a pan recién horneado y, desde temprano, se ve a varios vecinos de la zona que enfilan sus pasos hacia el centro de la ciudad para marcar en la cola frente a la mipyme de la calle Céspedes.

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