Los pocos productos que entran en las tiendas en MLC de Cienfuegos terminan en manos de revendedores
Cuando llegan electrodomésticos, los dependientes hacen sus negocios 'por la izquierda'
Cienfuegos/Desde su creación en 2019 para "resolver los problemas de divisas del país", las tiendas en moneda libremente convertible (MLC) han pasado de ser el bazar de los "ricos" a simples comercios estatales llenos de pacotilla. Pocas veces los clientes encuentran lo que necesitan. En Cienfuegos, donde la realidad no dista mucho de otras provincias, a estos comercios apenas llegan los mendigos que se han acomodado en los portales.
"Yo me acuerdo cuando Alejandro Gil dijo, en la Mesa Redonda, que todas estas tiendas iban a estar abastecidas. Lo único que hemos visto desde entonces son productos repetidos para llenar exhibidores, precios exorbitantes y sobre todo, el apartheid que causan entre los que pueden darse el lujo de comprar y los que no", valora, sentado en el portal de una de las tiendas, Manuel. El anciano de 67 años se dedica a vender bolsas de nailon frente a estos locales que hace cinco años vio abrir con suspicacia. Ahora, ironiza, no quedan "ni Gil, ni tiendas abastecidas".
Ya sea Caracol, TRD o Panamericana, "los productos que te encuentras en los estantes o colgados en los maniquíes son siempre los mismos. La mayoría de las cosas que venden no le interesa a nadie y, si entra algo que se venda bien, como los electrodomésticos, enseguida los dependientes hacen sus negocios por la izquierda y el público se embarca", explica Manuel, que ha visto la misma escena repetirse una y otra vez en los últimos años.
"Tener el dinero en la mano no garantiza nada. Yo misma tardé cinco meses en comprarme una olla arrocera"
"Tener el dinero en la mano no garantiza nada. Yo misma tardé cinco meses en comprarme una olla arrocera", añade Indira, una ama de casa que frecuenta las tiendas en MLC para "echar un vistazo". "El administrador de la tienda siempre me decía que entrarían pronto. Luego me enteré de que, efectivamente, sí entró una pequeña cantidad que fue a parar inmediatamente a manos de revendedores", declara molesta.
Indira recibe de su padre, que vive en España, una pequeña cantidad de euros todos los meses para subsistir en lo que sus papeles de ciudadanía estén listos. Con la comodidad de tener la divisa al alcance de la mano, frecuenta mucho esas tiendas pero rara vez adquiere algún producto. Una mayonesa, una botella de aceite u otro producto básico es lo que suele adquirir porque, "cuando entran el pollo o los refrigeradores y aires acondicionados, las colas son kilométricas".
"Si uno no conoce a algún dependiente que le haga el favor –dinero mediante– de apartarle un paquete de muslos o un equipo, lo normal es pagarle a un colero para que te venda un número bajito. De lo contrario, no compras", advierte Indira. Para colmo, añade, entre la mala atención de los empleados –cuyos salarios "tampoco dan como para que repartan sonrisas"–, los apagones y los fallos del sistema a veces es imposible comprar. "También hay que estar atentos, porque se han dado casos en que los vendedores le suben el precio a las etiquetas de los productos para quedarse con el cambio", denuncia.
"La semana pasada vine con una amiga que quería comprar algunas chucherías para el cumpleaños de su hijo y primero fallaba el POS (punto de venta) y al rato se fue la luz. En resumen: no pudo comprar. En días así, los dependientes se la pasan echándose fresco con un abanico o se van temprano", cuenta. "Por lo demás, los privados tienen mejores ofertas, aunque salgan más caros, y estas tiendas están iguales que las que venden en pesos", continúa.
Indira, que conoce bien la cartografía de las tiendas en MLC de Cienfuegos, asegura que el hecho de que uno de estos comercios tenga a varios clientes dentro no significa que esté vendiendo algún producto demandado. "Mucha gente viene para darse una escapadita del trabajo o para salir de lo rutinario. Algunos incluso vienen buscando un ratico de aire acondicionado, si no hay apagón o están en horario pico, cuando no lo pueden encender", asevera.
Cansada de mirar a las vitrinas semi vacías, la cienfueguera emprende el camino a casa, no sin antes reparar en el mendigo que suena su lata con varios pesos en el portal de la tienda. "En esto se convirtió la Revolución por los humildes y para los humildes".