Una promoción récord de 226 graduados en Comunicación para revivir la "batalla de ideas"

El régimen cubano necesita reforzar las redacciones de sus medios, mermadas por la emigración

No es la primera vez que el Gobierno cubano deposita sus esperanzas en una camada de jóvenes profesionales.
No es la primera vez que el Gobierno cubano deposita sus esperanzas en una camada de jóvenes profesionales. / UH
14ymedio

12 de octubre 2024 - 19:59

La Habana/En 2020, cuando la Ley de Comunicación que entró en vigor este mes era un remoto objetivo del cronograma legislativo cubano, los 226 jóvenes que se graduaron este viernes habían acabado de entrar a la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana. Cuatro años después, con el título se les da una misión: ser “protagonistas de la transformación integral de la prensa” y cruzados en la “implementación” de la nueva ley. 

Los recién graduados llegarán a medios e instituciones oficiales diezmadas por el éxodo migratorio y la marcha en busca de trabajos más lucrativos –generalmente mipymes–, una crisis de la que han dado abundantes señales Cubadebate y Granma, que llevan años lanzando campañas de contratación. En la nueva hornada, que debe cumplir de dos a tres años de servicio social, tienen depositadas ahora sus esperanzas de completar sus plantillas. 

La universidad gradúa licenciados en Ciencias de la Información –preparados para ser bibliotecarios y gestores de archivos–, Periodismo y Comunicación, carreras donde el adoctrinamiento y la “preparación político-ideológica” juega un rol primordial. De hecho, para garantizar todavía más la lealtad de los candidatos, este curso será obligatorio que las mujeres que aspiren a ser periodistas pasen el Servicio Militar, un requisito que ya se aplicaba a los hombres. 

Son una “generación”, recalcó Televisión Cubana, que dio importancia a luchar por ser “vanguardias integrales”

Son una “generación”, recalcó Televisión Cubana, que dio importancia a luchar por ser “vanguardias integrales” –es decir, que se destacaron por su fervor político además de académico–, un “esfuerzo” que se les reconoció en la ceremonia. Es, además, la “graduación más numerosa” no solo de su año, sino de la historia de la Facultad de Comunicación. 

La ceremonia se llevó a cabo en el Aula Magna de la Universidad de La Habana y la presidieron el decano de la Facultad, Ariel Terrero, y el Presidente del Instituto de Información y Comunicación Social, Alfonso Noya. La presencia de Noya es significativa, pues la entidad que dirige, de reciente creación, surgió tras la disolución del anquilosado Instituto Cubano de Radio y Televisión (Icrt). 

El Icrt, en otro tiempo todopoderoso, tenía la última palabra sobre todos los contenidos que pasaran por Televisión Cubana y respondía directamente al Partido Comunista. Fue Miguel Díaz-Canel quien lo eliminó en agosto de 2021 y le dio al nuevo Instituto la tarea de “conducir y controlar la Política de la Comunicación Social del Estado y el Gobierno cubano”. 

Un mes antes, el Icrt había fracasado a la hora de contener el impacto de las protestas del 11 de julio y una periodista oficial, Ana Teresa Badía, había sido una de las voces del régimen en señalar el fiasco. "Pudiera repetirse dolorosamente el 11 de julio si no se comunica mejor y lo digo con tremendo dolor, pero es la verdad, y si me callo la verdad sería un acto poco honesto de mi parte", advirtió entonces. 

Otra nota de fidelidad al régimen fue la presentación de la cantante Annie Garcés

Junto al jefe del Ministerio de la Verdad –el siniestro epíteto, basado en la novela de George Orwell 1984, que no pocos cubanos dieron entonces al Instituto– había varios altos cargos del Partido. Entre ellos, Liuba Moreno, funcionaria del Departamento Ideológico, y Liliana Mateu, secretaria general del Partido en la Universidad. Otra nota de fidelidad al régimen fue la presentación de la cantante Annie Garcés, autora de un sinnúmero de temas de propaganda y alabanzas al régimen. 

Terrero, que pronunció un discurso final, dijo a los estudiantes que el panorama es “desafiante” y que hay que “honrar a nuestro país” siendo útiles a la prensa oficial. Algunos lo han hecho ya desde la carrera: varios de los presentadores del programa de propaganda Con Filo, además de los integrantes de varias redacciones provinciales, han trabajado como estudiantes. 

No es la primera vez que el Gobierno cubano deposita sus esperanzas en una camada de jóvenes profesionales, soldados en la “batalla de ideas”. Las brigadas de Instructores de Arte, de Trabajadores Sociales y Maestros Emergentes, hoy casi mermadas y casi inactivas, tienen un factor común: la alta exigencia ideológica y la pobreza en la formación. Faltos de experiencia y preparación, y agobiados por el adoctrinamiento, muchos acabaron desertando o marchándose de Cuba. 

Los nuevos periodistas y comunicadores comienzan su vida laboral, además, con un enemigo asignado, la prensa independiente, a la que la nueva Ley de Comunicación apenas afecta: su trabajo, ilegal en un país que desconoce las libertades informativas básicas, ya estaba penalizado por normas anteriores, incluyendo la Constitución. 

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