A pesar de los protocolos, el Gobierno cubano no logra evitar el desvío de medicamentos
'Cubadebate' se pregunta qué falla para que, pese a una estricta cadena de control, se roben y vendan ilegalmente fármacos
Madrid/Las autoridades no logran poner coto al desvío de medicamentos. Pese a tener implantada una estricta cadena de control desde la fábrica hasta la cola de la farmacia, la venta ilegal de medicamentos sustraídos no solo es evidente en los tribunales, sino en las conversaciones de cualquier calle cubana.
El oficialista Cubadebate publica hoy un extenso y documentado reportaje que titula con afectación Robo y venta ilegal de medicamentos: Los dolores del alma, en el que busca respuestas a los fallos que permiten que los escasos medicamentos de producción nacional sean sustraídos para su reventa, la mayoría de las ocasiones a precios desorbitados. El texto indaga en la situación concreta de la provincia de Villa Clara, aunque es extensible al resto del país. En el momento en que se realizó la nota, las farmacias de la provincia tenían cubierto apenas el 51% de los medicamentos del cuadro básico y le faltaban 132 productos. En el caso de los medicamentos controlados, 85 en total, faltaba la cuarta parte.
El reportaje parte de la idea de que en el país faltan medicamentos, fenómeno atribuido fundamentalmente, subrayan, al embargo de EE UU. Los fármacos, a veces, deben importarse desde India o China, lo que ralentiza el traslado, aseguran, a pesar de que la mayoría de la industria farmacéutica internacional adquiere allí sus productos, EE UU incluido.
Los fármacos, a veces, deben importarse desde India o China, lo que ralentiza el traslado, aseguran, a pesar de que la mayoría de la industria farmacéutica internacional adquiere allí sus productos
Pero aunque culpa al imperio, Cubadebate se pregunta por qué los que sí se pueden fabricar son robados y se permite que haya quien se lucre con esa carencia. Sobre el papel, parece imposible que se puedan producir los desvíos. No hay más que ver cómo funciona la salida de los productos desde la empresa comercializadora y distribuidora. Allí, el protocolo indica que cada noche haya un inventario. "Todos los lotes van firmados por quien lo despachó y si hay un faltante es muy fácil detectar quién manipuló los paquetes", revela uno de sus trabajadores.
Además, los fármacos también son contados y pesados. Así se descubrió, por ejemplo, el desvío de cien blísteres de azitromicina que llegaron aparentemente sin problemas pero resultaron estar vacías. El diario también ha hablado con un inspector que asegura que su función es "garantizar que de los almacenes salgan las cantidades asignadas a cada entidad".
¿El problema podría ser un desvío en la carretera? Tampoco parece, si se sigue a rajatabla la teoría. El director provincial de Empresa Comercializadora y Distribuidora de Medicamentos (Emcomed) asegura que de unas 20.000 operaciones mensuales apenas se reclaman 20 o 30 y además sostiene que los choferes no conocen su destino hasta el mismo momento en que deben iniciar la ruta. Posteriormente, los clientes tienen tres días para informar de las incidencias y se envíe un informe con el que analizar y depurar responsabilidades.
"Aquí tenemos un sistema digitalizado, pero no automatizado, que garantiza el control de los medicamentos hasta el destino final, porque ofrece una trazabilidad por lotes y productos. Al final del día, el submayor de inventarios debe coincidir con el conteo físico. No obstante, estamos conscientes que ningún proceso es infalible", indica.
Según una investigación realizada en Matanzas este verano, hay "deficiencias" al completar la información de las recetas, se omiten las cantidades vendidas o se despachan demasiados medicamentos para un tratamiento
A partir de aquí, el reportaje apunta a las farmacias. Los clientes sospechan que por ahí también se va algo. Especulan sobre tablillas informativas con menos cantidad de la real o despachos por debajo de lo anotado en el vale de venta.
Según una investigación realizada en Matanzas este verano, hay "deficiencias" al completar la información de las recetas, se omiten las cantidades vendidas o se despachan demasiados medicamentos para un tratamiento. El director de la empresa provincial de Farmacias y Ópticas de Villa Clara admite esta situación, pero defiende que no es lo común en 174 establecimientos farmacéuticos de la provincia. "Ni en los buenos momentos hemos logrado erradicar al cien por ciento", acepta. Y para él, el motivo está claro: la falta de medicamentos es "el principal incentivo para la mayoría de los delitos".
A mediados de septiembre, la Fiscalía de Villa Clara acumulaba 33 procesos penales relacionados con la sustracción y desvío de medicamentos y otros insumos médicos, todos ellos son sancionables hasta con un año de privación de libertad o multas de hasta 300 cuotas o ambas. A su vez, dos de esas investigaciones se relacionan con la venta de oxígeno medicinal. Una de las entrevistadas para la nota, de hecho, llegó a pagar 20.000 pesos por un cilindro para su padre, enfermo de covid-19.
Las autoridades instan a denunciar a los ciudadanos que tengan noticia de estas situaciones porque, aunque aseguran vigilar las colas de las farmacias, no pueden demostrar fácilmente que se esté produciendo alguna operación ilegal. "Hasta tanto no se demuestre el hecho delictivo, adoptamos con estas personas un trabajo profiláctico para evitar que continúen con conductas que pueden derivar en un incumplimiento de la ley. El objetivo es que quien llegue a la cola sea el que necesita el medicamento y lo reciba en la cantidad indicada", dice.
En el reportaje se detallan casos de sustracciones en plena zona roja, como el caso que llevó a los agentes hasta un vendedor que ofertaba más de 25 tipos de medicamentos que un enfermero robaba de un centro de aislamiento. Otro de los ejemplos es el de una investigación en la que se hallaron 124.000 pesos vinculados a estas ventas ilegales.
Los profesionales atribuyen estos casos a la violación de los mecanismos de control, la falta de exigencia y la ausencia o tergiversación de datos tanto en tarjetas de almacén, farmacias, recetas médicas o historias clínicas
Los profesionales atribuyen estos casos a la violación de los mecanismos de control, la falta de exigencia y la ausencia o tergiversación de datos tanto en tarjetas de almacén, farmacias, recetas médicas o historias clínicas. Pero, una vez más, a la falta de existencias, que lleva a moverse al mercado negro. "He visto a médicos que no tienen más opción que sugerir el mercado negro. ¡Y eso duele mucho, a ellos y a mí!", dice uno de los compradores a Cubadebate, que reconoce que las redes sociales se han convertido en un buen lugar para hacer estas adquisiciones, a veces abusando de la necesidad, pero otras por puro intercambio.
"Yo vendo medicinas sencillamente porque a la gente le hacen falta", dice otro de los entrevistados, un vendedor. "Unas veces tengo y propongo los medicamentos que me caen, aunque casi siempre en los grupos de Internet encuentro anuncios buscando algo. A esas personas les escribo y si les conviene cuadramos el precio, o si hago domicilio o no. Otras veces me contactan a mí porque ven lo que tengo. Aquí no se pregunta mucho".
En el extenso reportaje, que cubre múltiples aristas, solo falta una pregunta en la que Cubadebate no indaga. Si todas las medidas son tan estrictas y "en el papel el protocolo luce casi invulnerable", ¿no hay demasiadas personas mirando a otro lado ante una situación que es vox populi? O, lo más importante, ¿por qué?
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