Lo que queda tras la lluvia
La Habana/Todo quedó sucio. Calle, pasillos, cuartos, paredes. Absolutamente todo con una capa de fango encima. Más fina sobre los muebles y los trastos, a los que el agua también tapó, más gruesa sobre el piso, donde ahora hay un lodazal. No es una suciedad cualquiera, sino aquella que quedaría sobre el tragante si dentro del fregadero cupiese La Habana entera.
Se ve asqueroso, aunque peor es lo mortífero. Las intensas lluvias de las últimas horas en la capital cubana han provocado inundaciones que se han llevado al menos a tres personas. Después del diluvio, las cisternas están inutilizables y deberán limpiarse. El agua sucia echó a perder la potable y durante varios días tendrán que venir camiones a abastecer a los afectados.
Los vecinos del lugar salen a barrer lo que queda. No viene una agencia a ayudarlos, ni una autoridad responsable. Todo el mundo saca al sol lo que no se salvó de mojarse, porque según un vecino casi no dio tiempo a salvar nada. Aquí, cuando empieza a llover, todo se empapa en cuestión de minutos.
Miles tuvieron que subir sus cosas a las barbacoas, construidas entre otras razones porque en este barrio la gente se ha ido preparando para semejante clase de eventos, que ocurren con más regularidad que la soportable. "Cada vez que llueve mucho, pasa esto", dice una mujer desde la ventana de su casa, en Calle 6. En la acera de enfrente se alza el enorme muro de El Pontón, un enorme y ruinoso complejo deportivo.
El agua sucia echó a perder la potable y durante varios días tendrán que venir camiones a abastecer a los afectados
Dentro de la instalación, hace años, se sustituyó el terreno de fútbol y la pista de atletismo por un hueco anchísimo, concebido para dar cabida al agua venida desde todas partes. Esto es una zona baja, una gigantesca vaguada que en épocas remotas terminaba en una ciénaga.
Sin embargo, en los últimos años hasta esa medida –más bien desesperada por lo destructiva– se ha vuelto insuficiente. No solo entra en juego que el agua siempre reclama los territorios perdidos, sino que además las infraestructuras técnicas de la ciudad resultan insuficientes. Cerca, escondido bajo la calle desde hace cien años, se halla construido el dren de Matadero, la mejora sanitaria más importante de lo que entonces fue el nuevo sistema de alcantarillado de una Habana que crecía a pasos agigantados.
Tras las recientes e intensas lluvias, los mayores daños ocurren cuando los edificios que datan de esa misma época caen como fichas de dominó. Vienen advirtiéndose desde hace años las grietas, los ladrillos desnudos y los desplomes, pero es la lluvia quien debe limpiar lo viejo, de golpe.
No sólo ha llovido mucho en La Habana, sino que con la inundación ha salido a flote un problema más, resultado de tomar grandes pero equivocadas decisiones
Lo otro es el hedor que se levanta del suelo. Cuando el calor y la luz del día comienzan a elevar los vapores y a secar ese fango, la peste es insoportable. Si no fuera porque la comunidad entera se pone a ello, la crisis sanitaria sería inevitable.
¿Cómo es vivir así? Un hombre muestra su casa, que quedó bajo el agua a una altura como de metro ochenta. La marca se puede ver en la fachada, y la línea se distingue a todo lo largo de la cuadra. Esta vez, le contaron, la inundación se extendió hasta dos o tres cuadras en dirección a la avenida Carlos III.
"Esto se pone peor con los años", se queja una mujer que vive al doblar la esquina. Ella, al igual que muchos por aquí, no pueden ocultar el disgusto por una situación que se ha salido de las manos a quienes deciden todo. A algunos podría ocurrírsele que, ahora que Cuba y Estados Unidos se arreglan, bien podría haberse utilizado todo el dinero de la Tribuna Antiimperialista en darle una solución a lo que se veía venir. No sólo ha llovido mucho en La Habana, sino que con la inundación ha salido a flote un problema más, resultado de tomar grandes pero equivocadas decisiones.